B e t h
Estos días habían sido bastante extraños, sobre todo con Elías, que al hablar con él se mostraba más callado de lo habitual. En nuestra relación suelo ser yo la pensativa y callada, mientras que él es quien da el toque de energía y alegría. Esos cambios repentinos me llevaron a no querer separarme de él ni por instantes, no era necesario decirlo con palabras para percibir que había algo grande que estaba preocupándolo.
Cada palabra, cada acción y sus momentos perdidos en sus pensamientos, eran una clara señal de que algo andaba mal. Intenté de diferentes maneras llegar a él y convencerlo de contarme que estaba mal, pero con cada intento él parecía alejarse más de mí.
Verlo con tal desatino me hacía sentir impotente, porque no sabía qué hacer y él tampoco me permitía hacer algo para calmar su preocupación.
—Vas a arruinar tu vestido.
Me advirtió Elías antes de acercarse y quitarme a Elían por tercera vez.
Pese a su mirada de diversión, no podía engañarme, era falsa al igual que su sonrisa.
—¡De verdad no quiero separarme de ustedes!
Al parecer mi pequeño percibió que su madre solo necesitaba tenerlo en brazos porque sus bracitos se estiraron en mi dirección, más su padre pareció bastante feliz en no dejarlo venir a mis brazos.
Bastante enojada por la situación, miré a Elías con cierta sospecha.
—¿Por qué insistes tanto en que me vaya? ¿Tienes pensado hacer algo en cuanto estés solo?
—Sí, tengo pensado extrañarte por todo el tiempo que no estés aquí.
No quise emocionarme por unas palabras tan simples como esas, pero fue en vano, mi corazón fue lo bastante rápido en alterarse y empezar a latir a más de 100 latidos por minuto.
—De verdad quiero que disfrutes. Te lo mereces.
La tan esperada fiesta de graduación había llegado, aunque no esperada por todos, ya que por mi parte solo quería quedarme acurrucada en mi casa con mi esposo e hijo. Solo que no contaba con toda la familia se podrían poner de acuerdo para opinar y pensar que yo debería ir a la fiesta de mi graduación.
Todos me hacían sentir de la edad de mi abuela.
Mi curiosidad despertó al ver a Elías murmurar algo a Elían.
—¿Qué sucede? —pregunté, notando bastante extraña la repentina risa de ambos—. Vamos, dejen de reír y díganme qué les causa tanta risa.
—Es que mami está muy hermosa con ese vestido, ¿Cierto, pequeño gusano?
Por inercia, cuando vi a mi bebé asentir emocionado, quise acercarme para apapacharlo, pero de nuevo Elías estaba interfiriendo entre mi felicidad y yo. Quise intentarlo una vez más, pero ahora fue el turno de mi celular para interrumpirme.
Era bastante obvio que los chicos estaban esperando por mí.
—Deberías bajar ahora.
Estaba reacia a salir del apartamento, pero a él le importó muy poco mi resistencia, así que solo lanzó mi cartera en mi dirección y luego a pequeños empujones empezó a llevarme a la puerta de salida.
—¿Estarán bien ustedes dos solos? —cuestioné, en un intento de poder obtener un pretexto para quedarme.
—Cam y Dani vendrán a ver una película con nosotros —respondió Elías.
—¿Cam? —los ojos de Elían brillaron—. ¡Ya quiero que venga!
—¿Lo ves? Estaremos bien.
Cuando ya estaba a punto de abrir la puerta opté por mi último recurso, aunque no quería usarlo.
—¿Está bien que pase casi toda la noche con Joshua?
Al empujarme fuera del apartamento entendí que nada funcionaría para hacerlo cambiar de opinión.
—No hagas que pierda la poca voluntad que he puesto en entender que él es solo tu amigo —cada uno dejó un beso en mi mejilla—. Que te diviertas.
Y antes de cerrar la puerta en mi cara noté como mi hijo se despedía con su manito.
Aunque todas las opciones estaban agotadas, quise seguir insistiendo, pero de nuevo mi celular volvió a sonar haciéndome molestar.
—Ya salgo.
Tan rápido como respondí, así corté la llamada y sin tener más que hacer bajé para encontrarme con los chicos. Pensé encontrarme solo con Cailyn, Abby y Joshua, pero en la parte trasera de la camioneta estaban algunos compañeros de Joshua llamando bastante la atención por todo el ruido que estaban armando.
El vidrio del copiloto bajó y al volante se encontraba Joshua con una gran sonrisa, quien sin pensarlo mucho me indicó subir a su lado. Fue bastante extraño sentarme en este puesto, cuando podría jurar que allí encontraría a Abby.
Saludé a todos disimulando las pocas ganas que tenía de estar allí.
—Hoy estás más hermosa que nunca —comentó Joshua.
Mi única respuesta fue una sonrisa nerviosa y una mirada disimulada al vidrio del retrovisor para notar que Abby no estaba para nada contenta por el comentario de Joshua hacia mí. Una vez que nuestras miradas se cruzaron, corrió rápidamente su mirada hacia la ventana, mientras que a mí no me quedaba otra más que tragar mi incomodidad y hacer como si nada estuviera pasando.