En Tus Brazos

CAPÍTULO 38

B e t h

 

 

Como era de esperarse, el tiempo hizo lo suyo y acepté los cambios que hubo en mi vida, sobre todo cuando empecé la universidad porque di por hecho que mi vocación era con los niños. No fue para nada fácil, ya que tenía que dividir mi tiempo entre estudios, mi trabajo con Nora y, además, dedicarle tiempo a Elían.

Con suerte conté con gran ayuda y una vez que todo fue tomando lugar, mi rutina se volvió una costumbre.

A pesar de tantos cambios, mis sentimientos parecieron haberse quedado en el pasado, porque seguía anhelando a la misma persona. Sin importar cuantas veces me dijese a mí misma que no podía seguir amándolo, solo parecía tener el efecto contrario porque, a pesar de no haberlo visto por tanto tiempo, mi corazón se desbocaba con solo escuchar su nombre.

Si él hubiera tocado mi puerta en esos momentos en que me sentía morir por no estar junto a él, solo hubiesen bastado unas cuantas palabras de su parte para regresar a su lado, pero él no volvió.

Prácticamente, dije a gritos que se alejara, que dolía verlo y que no podía pensar con claridad teniéndolo cerca, y aunque era cierto, la verdad es que moría porque me tomara en brazos y me besara con esa fuerza que me dejaba sin aliento y loca por seguir besándolo; pero tenía miedo, un terror tan grande por tenerlo y volver a sentirme tan decepcionada como antes.

Estaba siguiendo adelante, pero algo me hacía falta y eso tenía nombre, apellido, cabello rubio y ojos tan azules como el mar.

Tantas cosas en mi mente no me ayudaban en absoluto a concentrarme, así que dejé a un lado mis libros debido al estrés de intentar estudiar y no lograrlo.

De repente, por la puerta de mi habitación apareció Elían quien se acercaba con una expresión molesta que creí que desaparecería una vez que hablara con Elías, pero estaba bastante equivocada al creer que con una llamada podría cambiar el estado de ánimo de mi hijo.

—Quiero ver a mi papá.

Lanzó mi celular en mi dirección, cruzándose de brazos y queriendo aparentar más de los 6 años que estaba por cumplir.

—Pasaste el fin de semana con él y apenas hoy es martes y acabas de hablar con él.

—¡Quiero verlo ahora!

Mientras masajeaba mi sien, esperaba que mi paciencia no se acabara, ya que acabaría castigándolo como la semana pasada. El castigarle complicaba aún más la situación porque yo terminaba arrepintiéndome y cediendo ante él, por eso es que estábamos en esta situación en la que él creía que podía hacer lo que le diera la gana.

—Elían, hemos hablado ya de esto y sabes que ves a tu padre los fines de semana.

—¡¿Por qué?! ¡Yo quiero verlo todos los días! —exigió, mostrando un índice de lágrimas en sus ojos—. ¡Y ni siquiera me gusta este apartamento!

Intenté detenerlo para tener de nuevo la misma conversación de la cual ya he perdido la cuenta de cuantas veces la hemos tenido, pero él no parecía entender nada y solo permanecía aferrado a la idea de volver a vivir con Elías.

Al principio, cuando nos mudamos aquí, él pareció entender que estaríamos viviendo separados de Elías, pero cuando los días empezaron a convertirse en semanas y así en meses, él entendió que su padre y yo no volveríamos a vivir juntos y fue cuando todo su comportamiento se descontroló, únicamente teniendo control cuando Elías estaba cerca.

Estuve por ir a hablar con él cuando el sonido del timbre me detuvo, haciéndome devolver a haber quien molestaba cuando estaba a punto de darle tremendo regaño a ese niño e irme a trabajar.

Quedé petrificada en cuanto abrí la puerta y me encontré con los padres de Elías, quienes al ver mi reacción se veían entre ellos sin saber qué decir.

Luego de nuestra separación no volví a verlos más que todo por mi propia vergüenza que por otra cosa, pero tenía entendido, por mi propio hijo, que ellos seguían ocupándose de él como si nada hubiera pasado. Ellos parecían haberle tomado mucho cariño a Elían y se los agradecí enormemente porque esto hubiera sido más difícil para él si los hubiera perdido.

—¿Podemos pasar?

Asentí frenéticamente.

—Por Dios, claro que sí. Adelante.

Miré alrededor del apartamento y más tarde tendría en cuenta el regañar a Elían, por tener este apartamento vuelto un desastre. Anteriormente, podía estar pendiente de cualquiera de sus travesuras, pero ahora mi tiempo se ha visto bastante reducido. Por suerte, contaba con la ayuda de los chicos para cuidar de Elían mientras yo trabajaba por las noches. Incluso Paris a veces se quedaba aquí, con la cual luego de meses de insistencia de su parte logramos hablar. Al fin y al cabo, era la esposa de mi hermano y quise creerle que sus palabras de disculpas eran sinceras. Hasta me hizo sonreír cuando me dijo que realmente me consideraba parte de sus pocas amigas.

—¿Estabas estudiando?

Una pila de libros estaba por caerse del viejo sofá y corrí a medio organizarlos antes de que cayeran al suelo.

—Elías nos contó que al final te decidiste por educación infantil —sonreí, ligeramente emocionada, de que Elías estuviera al tanto de mi vida—. Es algo que va contigo.



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En el texto hay: romance, amor, embarazo

Editado: 11.04.2024

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