E l í a s
Quería entender a toda costa que el rendirme no tenía nada que ver con mi cobardía por el miedo a ser rechazado, tenía más que ver con el hecho de que Elizabeth ya había tenido suficiente de mí como para seguir soportando mi insistencia, cuando ya había dejado claro que no volvería conmigo, ¿por qué tendría que seguir insistiendo? Ella lo había dicho, el amor no era suficiente y menos cuando solo mi amor venía cargado de mentiras.
La seguía amando, pero la había lastimado y eso había sido suficiente para alejarla. No podía culparla por quererme lejos, más bien admirarla y respetarla por permitirme seguir al lado de Elían.
—¿Crees que te invite a venir aquí para que estuvieras pensando en la puta Beth? —pestañeé, viendo en dirección a mi mejor amiga—. Luces como un idiota pensando en alguien que no te quiere. Supéralo y dime cómo me veo.
Como si de una modelo se tratase, desfiló frente a mí luciendo maravillada por cómo le queda su vestido de tonos perlados. Esta perra podría vestirse con un saco de papas y de igual forma luciría recién salida de una portada de la revista Vogue.
—¿Cómo se ve? —preguntó nuevamente.
—Tú eres la que debe superar ese estúpido apodo —le sugerí a cambio.
—¿Acaso escuchaste lo que pregunté? —suspiró, sentándose a mi lado—. No me pidas llamarla de otra forma cuando no se ha atrevido a darte una oportunidad o tan siquiera aceptar que te ha perdonado.
—Vamos, Paris, ya hemos tenido esta conversación varias veces —Tomé una larga respiración, porque siempre que teníamos esta conversación terminábamos discutiendo—. No te entrometas en este asunto. Ya ha pasado bastante tiempo.
Su mirada furiosa fue instantánea al escuchar mis palabras, por lo que no demoró en levantarse y pisotear furiosamente, tal cual como a una niña a quien le hubieran negado a comer su dulce favorito.
—¿Soy una entrometida? ¡Eres mi mejor amigo! —Exclamó, luego se cruzó de brazos—. Además, esto fue mi asunto desde el momento en que ella llegó furiosa a mi apartamento, reclamándome por no haberle dicho que tú tenías nueva presa.
—¿Nueva presa? Ni que fuera un animal. Por Dios, sonaste como Dani y su obsesión con los programas de National Geographic Wild.
—¿De todo lo que dije, eso fue lo que llamó tu atención?
Estaba claro que eso era lo que menos importaba, pero no quería ilusionarme y terminar de parecer un idiota por creer que Elizabeth estaba pasando por crisis al encontrarme en mi apartamento con Michael.
—No sé de qué hablas.
—¡Oh, vamos! Estabas follándote a un sensual pelinegro en tu apartamento.
—¡No estaba follando a nadie en mi apartamento!
—¡Pero lo intentaste!
—¡Elían nos interrumpió!
—¡Oh, pero lo ibas a hacer!
—¿Estamos aquí para elegir un vestido para ti? ¿O para saber si me acosté con alguien?
No me había percatado de lo alto que estábamos hablando hasta que algunas chicas de la tienda giraron a vernos, pero a Paris eso pareció importarle poco.
—Hace un momento lo que menos te interesaba era mi vestido. Es mi aniversario, pero estás ahí pensando en lo que pudo haber pasado y no pasó por ser un cobarde.
Jalé de ella, sentándola en mis piernas para lograr abrazarla y a punta de besos hacer que su enojo desapareciera, porque lo cierto es que me estaba comportando como un total idiota.
Dentro de pocos días ella estará celebrando su cuarto aniversario y me eligió a mí para ayudarle a conseguir un vestido y yo solo estaba pensando en mis malditos problemas y como si fuera poco, también estaba arruinando su momento al involucrarla.
—¡Ya suéltame! —Se quejó, pero sin levantarse de mis piernas—. ¿Crees que todo se soluciona con besos? —Sonreí, queriendo que fuera así—. Si así fuera, desde hace tiempo te hubieras reconciliado con la puta Beth.
Y así, como por arte de magia, mis ganas de abrazarla y besarla fueron reemplazadas por ganas de estrangularla. Antes de cometer algún asesinato, la empujé fuera de mi regazo, prácticamente haciendo que cayera al suelo.
—La verdad duele, idiota.
—Deja de intentar ser alguien madura y responsable cuando sabes que sé quién realmente eres. Así que, mueve el trasero que tengo que ir a un partido de Elían.
—¡Yo quiero ir! —Saltó de inmediato, yendo en dirección al cambiador mientras se desnudaba.
—¿Qué? ¡No! ¿Por qué?
—¡¿Por qué?! —Entre la puerta del vestidor sacó su cabeza, regalándome una mirada furiosa—. ¿Tienes algún problema con eso?
No me tomé la molestia en decirle que no la quería allí porque independientemente de lo que dijera ella haría lo que le diera la gana, así que lo mejor fue dejarla hacer lo que le diera la gana y así poder llegar a tiempo.
Salimos de la tienda siendo yo su asistente porque todas sus bolsas eran llevadas por mí, pese a eso, ella pasó molesta y criticando cada movimiento que hacía mientras íbamos en dirección al colegio de Elían.