En Tus Brazos

CAPÍTULO 42

B e t h 

 

 

¿Qué tan importante fui para él que no le importó mentir de tal manera?

Era una pregunta que me hice constantemente mientras estuve alejada de Elías y la cual me atormentó por mucho tiempo y es que él no podía reclamarme por preguntarme aquello luego de tantas mentiras. Con el paso del tiempo aquello dejó de importar porque fue más doloroso el ver como lentamente se alejaba, sin siquiera dudar un poco y luchar por mi amor, algo que él desesperadamente decía sentir por mí.

Necesitaba con todas mis fuerzas que me demostrase cuanto me amaba, que luchara por mí, que me demostrara cuanto estaba arrepentido de sus mentiras.

Pero aquello no llegó hasta que se derrumbó frente a mí.

Quería tener la fe y la certeza de que Elías era el hombre indicado pese a amarlo tanto como lo hacía, porque lo dije en varias oportunidades, amarlo no era suficiente. 

Necesitaba confiar en él.

Y lo hacía, confiaba en él, lo amaba y todos a nuestro alrededor lo sabían, pero algo estaba pasando entre nosotros y me daba miedo pensar que su amor por mí empezaba a agotarse.

Sin querer empezar la mañana desanimada, salí de mi habitación lista para mi día de trabajo, miré alrededor de la sala y no vi a mi hijo por ningún lado, así que solamente solté un grito llamándolo y él me respondió de la misma forma, cosa que me hizo sonreír. No obstante, esa sonrisa murió en el momento en que entré a la cocina y no vi nada sobre la encimera.

Miré casi desesperada a todos lados en busca de alguna flor que Elías dejaba todos los días para mí ¡Tenía meses dejando un girasol en la cocina! ¿Por qué no estaba? Justo en ese momento en que tenía tantas dudas acerca de nosotros.

Quizás no fuera gran cosa, pero el mínimo detalle tenía grandes significados para una persona tan insegura como yo en ese momento.

―¿Pasó algo? 

En la puerta de la cocina estaba Elían listo para ir al colegio, con su camisa mal puesta y su morral casi vacío colgando de su hombro, como siempre. 

―Será mejor que llenes ese morral de libros o este fin de semana no saldrás con Cam por mucho que ruegues ―le advertí de inmediato para luego seguir con mi búsqueda.

Pero por supuesto, mi hijo era lo bastante chismoso como para ignorar mi orden y quedarse a preguntar qué buscaba. Me volví hacia él viéndolo inexpresivamente y de nuevo repitiéndole que fuera por sus libros del colegio.

―¿Buscas la flor que siempre deja papá?  ―Como por arte de magia, sacó tras su espalda una rosa―.  Estaba por botarlo.

―¿Por qué lo tirarías? ¡Es un regalo de tu padre! ―me quejé, quitándole aquella rosa de su mano.

―Te escuché anoche quejándote por celular con mi tía Nora que estabas cansada de ver flores en las mañanas.

¿En qué momento mi hijo se convirtió en una pequeña vieja chismosa?

Si yo fuera tan siquiera un poco como Paris, Elían a estas alturas no tendría orejas por las que escuchar de tantos jalones que tendría. Este niño era tenaz en siempre querer estar inmiscuyéndose en los problemas de los adultos y no importaba que tan lejos uno estuviera, este pequeño tenía una gran facilidad para enterarse de todo.

―¿Qué te he dicho acerca de escuchar tras las puertas?

―No era mi intención ―se cruzó de brazos, aparentemente molesto―. Pasé a darte las buenas noches y estabas hablando con mi tía de su matrimonio y luego empezaste hablar de mi papá.

Ahora que Elían hacía mención de eso, era inevitable sentirme bastante apenada con Nora, porque ella ya tenía bastantes ocupaciones con el preparativo de su matrimonio, como para también agobiarla con mis problemas con Elías.

Para todos fue una gran sorpresa que en medio de una gran borrachera Damian y Nora terminaran comprometiéndose y que, para asombro de todos, ninguno de los dos se arrepintiera al día siguiente cuando no tenían gota de alcohol en el cuerpo. Bueno, en el caso de Nora, porque no había duda de que Damian estaba locamente enamorado de ella pese a los miedos de Nora al noviazgo y al compromiso.

Mis pensamientos y mi pequeña pelea con Elían fueron interrumpidos por el sonido de mi celular. Suspiré al ver de quién se trataba.

Paris no se quedaría tranquila hasta estar completamente segura de que iría a la despedida de soltera de Nora.

―¿Qué te pondrás hoy? Espero que sea algo sexy porque no me apetece salir con mojigatas.

―¿En serio, Paris? ¿Qué somos? ¿Adolescentes? 

―Las preguntas las empecé yo, así que respóndeme ―Estaba por abrir la boca cuando me interrumpió nuevamente―. Déjalo, sé mejor que nadie la respuesta que me darás, así que en tu habitación dejé un vestido perfecto para esta noche.

―¿En qué momento lo hiciste? ―le pregunté bastante sorprendida luego de corroborar que en realidad el vestido estaba en mi armario.

―No tienes que agradecerme. Siempre estoy para ti, cuñadita.

―Paris, tú no…

―Adiós, nos vemos esta noche.

Y sin más cortó la llamada, dejándome con las palabras en la boca y el celular en mi oreja. 



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En el texto hay: romance, amor, embarazo

Editado: 11.04.2024

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