En Tus Brazos

EN TU VIDA: FINAL

 

 

Suspiré viendo en mi escritorio la cantidad de trabajo que tenía por revisar, cosa que nunca me había importado, pero que ahora me parecía un gran fastidio y el máximo impedimento para hacer lo que realmente quería y debería estar haciendo. Siempre estar ocupado y lleno de trabajo fue mi manera más sencilla para evitar a todo el mundo, así que estar en aprietos y lleno de trabajo era totalmente mi culpa.

—Señor, Ean —estaba con mis ojos en la laptop, pero con mis oídos pendientes a lo que decía mi secretaria—. Creo que estaré pensando en solicitar un aumento.

Quité la atención de la pantalla y miré a la que ha sido mi secretaria desde que me uní a trabajar con mi padre. 

Me quité mis lentes de lectura y presté total atención.

—Lo digo, porque ahora no solo me toca lidiar con las constantes llamadas de su sobrino, sino que también con las constantes llamadas de su novia.

—¿Zury te ha llamado?

—Todos los días, tres veces al día, con una duración de 20 minutos por llamada.

—¡¿Qué?! ¿Por qué no me ha llamado a mí?

—Porque usted tiene que trabajar, aunque hoy lo ha llamado y usted no responde.

Empecé a tantear mi cuerpo en busca de mi celular, pero entre mi desesperación no lo conseguía. Escuché a Suzanne suspirar mientras lo veía ir hasta el perchero, buscar en mi saco y de uno de los bolsillos sacar mi celular.

—¡Ean! —Respondió en cuanto le llamé—. No has respondido a ninguna de mis llamadas.

—Cariño, lo siento, estoy tan lleno de trabajo —la escuché reírse por lo bajo—. Soy un ser despreciable. No tengo perdón.

—No eres despreciable —Rechistó, haciéndome sonreír—. Pero te extraño…

Todo esto era contradictorio, pero no podría pasar unos dos o tres días en Chicago si no lograba completar la mayor cantidad de trabajo posible. Sin embargo, no podía quejarme en absoluto porque a menudo podía pasar más de una semana allí por el proyecto con el gobernador. No obstante, ese tiempo era para trabajar, por lo que pasábamos poco tiempo juntos.

Han sido más de 15 días sin verla.

—Yo también te extraño…

—¿Qué tanto?

—Demasiado…

—¿Ese demasiado te hará venir rápido a la cafetería que está a dos cuadras de ti?

—Zury… ¿Hablas en serio?

—Ven aquí y compruébalo.

Casi me caí por la manera en que brinqué de mi asiento para correr por mi saco y apresurarme para salir e ir a aquella cafetería. Fui lo más rápido que la ley me lo permitía y al llegar, busqué por todos lados a la mujer dueña de cada parte de mi ser. Ella estaba en la última mesa haciéndome señas acompañadas de una enorme sonrisa, la cual me tomé el trabajo de borrar de su cara cuando la besé intensamente.

—Vaya, sí que me extrañaste —Estaba por besarla una vez más, cuando sus dedos en mis labios me lo impidieron—. Vendrá alguien, así que tienes que comportarte.

—¿Alguien más? ¿A quién te refieres?

—¿Qué significa esto? —Aparté la mirada de Zury y miré hacia un lado, donde encontré a nada más y nada menos que a mi hermano—. ¿Qué hacen ustedes juntos?

Su mirada bajó a mis manos sujetando la cintura de Zury, ella se apartó incómoda, pero sostuve su mano aun con Elías viéndonos como si fuéramos una clase de extraterrestres.

—Esto tiene que ser una jodida broma de mal gusto.

—Ean, le pedí a Elías venir aquí porque creo que es necesario para nosotros.

Acaricié su mejilla, entendiendo el punto de este encuentro, pero me hubiera gustado que por lo menos me hubiera dado un indicio de todo esto.

—¿Cuál es el fin de todo esto? ¿Hacerme vomitar?

—Oye, Elías, ella hizo todo esto porque es de importancia decirte qué sucede, no para escucharte soltar estupideces. Al menos siéntate, por favor.

La relación entre ellos no estaba para nada bien, se notaba por la forma tan fría en que Elías la miraba y la trataba. No esperaba que solo por hipocresía la tratara como si nada hubiera pasado, cuando estaba al tanto del daño que Zury ocasionó.

Sin embargo, ella estaba haciendo esto porque sabía lo importante que era mi hermano para mí; además, era cierto que estábamos cansados de mantener nuestra relación oculta.

No éramos niños que debían mantener oculta una relación que ya tenía meses.

—No he sido una buena persona, pero decidí citarte aquí debido a que en algún momento fuimos amigos.

—¿Te acuerdas ahora que somos amigos?

—Ninguno en esta mesa es 100% bueno.

Elías y yo nos miramos cuando ambos hablamos al mismo tiempo.

—Yo… nunca pensé que, al igual que tú, encontraría a alguien que me animaría a ser mejor persona. Estoy feliz porque encontré a alguien a quien amar, Elías.

—Perdóname por no alegrarme por ti, cuando tú fuiste la causa de que perdiera a mi esposa.



#884 en Novela romántica
#320 en Chick lit

En el texto hay: romance, amor, embarazo

Editado: 11.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.