Capítulo 3

—¡Yo sólo quiero irme, ¿sabes?! Cumplir dieciocho y largarme de aquí.

—Pues no se va a poder —gritó Léana—. Estás bajo mi tutela y mientras sea así, yo decido lo que haces y lo que no.

La miré con ira, toda la que era capaz de dar; pero ella ni se inmutó. La tensión reinaba en el ambiente, tanto que podía ser palpable.

Aodhan estaba a su lado, con el ceño fruncido, y nos miraba a ambas como queriendo decidir a quién apoyar. Francamente no esperaba nada de él hacia mí; sí, habíamos pasado tiempo juntos, pero dudaba que tuviera significado para él; y ella era su tía, su familia; yo no era más que una intrusa que no por voluntad propia llegó a invadir su casa.

—Si durante todo este tiempo nadie pudo controlarme, ¿qué haría que tú lo hicieras ahora? —pregunté y me dispuse a salir de la habitación.

—Si das un paso más y cruzas esa puerta, Blake, no te atrevas a regresar.

—¡Tía! —le gritó Aodhan, interviniendo.

—¿Y quién dijo que pensaba hacerlo?

Su rostro adquirió una expresión de confusión luego de mi respuesta; y al volverme, no dudo en lanzar más de su veneno:

—Te quedarás sin familia, de nuevo, exactamente igual a como has estado siempre: sola, rechazada. Porque nadie, absolutamente nadie te quiere...

Continúe caminando sin voltear a verla, no dejaría que supiera que sus palabras me habían herido. Era increíble cómo de alguien que al principio me había influido un poco de seguridad y confianza, ahora salieran esas palabras; era la misma voz suave, pero cargada de odio e histeria. Las lágrimas me opacaban la vista, ¿cómo pude ser tan tonta?

—¡Si te vas con ella te olvidas de todo, ¿lo entiendes?!

Escuché nuevamente sus gritos, pero esta vez no eran para mí.

—¡Regresa... Regresa!

Luego, una persona me alcanzó corriendo, me tomó del brazo y sin decir más, me abrazó.