Esposa mía, regresa a mí

6

 

Artur fue a visitar a un amigo que siempre frecuentaba llamado Chaustre, era un hombre de negocios que estaba involucrado con la mafia. 

Artur estaba en la misma jugada que Chaustre, también acostumbraba a invertir dinero en negocios sucios, pues era un hombre muy ambicioso que no se conformaba con portar un buen apellido, sino que deseaba tener poder, para ello, necesitaba quitar a Charles de us camino para quedarse con todo, incluso deseaba convertirse en el nieto favorito del abuelo de la familia Hamilton, Charles estorbaba en su camino.

Planeaba matar a Charles para que Madeline se convirtiera en su heredera, luego él le iba a quitar esa fortuna e invertiría todo ese dinero en una banda de mafia que pretendía fortalecer, porque dicha banda estaba en quiebra, pues la policía había matado a su líder , otros miembros estaban en la cárcel, y de los que habían quedado estaban divididos unos contra otros; Artur pretendía ser su héroe, invertir la fortuna de Charles para fortalecer y recuperar la la banda, de ese modo él se convertiría en el nuevo cabecilla.

Chautre le sirvió a Artur una copa de coñac y otra para él, luego llevó ambas copas al recibidor, Artur tomó una, él estaba sentado en una poltrona, Chaustre se sentó en el sofá, bebió un trago, luego le preguntó:

—¿Cómo van las cosas con Charles y Madeline?

—Todo va según lo planeado, Charles comenzó a beber licor debido a su despecho y no va a parar, los proximos dias seran un desastre, ya sabes que eso me favorece, pronto podré matarlo sin que nadie lo sospeche, todo quedará como un accidente.

—¿Y que ha sido de la dulce Madeline?

—No quiere saber nada de mí, fui a verla y me mandó al carajo, pero no importa, pronto la tendré atrapada y no dejaré que se escape, esa mujer me pertenece y así será por el resto de la vida.

***

Gina regresó poco tiempo después de que Charles se marchara, encontró a Madeline llorando en la sala, se consternó al ver a su hija en ese estado.

—¿Qué te pasó?

—Charles estuvo aquí hace un momento. 

—¿A qué vino? —Madeline miró al niño, Gina comprendió que no podían hablar delante del pequeño.

—Vamos a tu habitación.

Madeline se quedó esperando en la sala mientras su madre llevaba al pequeño a la habitación. Minutos después Gina regresó.

—¿Qué quería Charles?

—Vino a exigirme que abortara.

—¡¿Pero cómo pudo pedirte eso?! —Madeline sintió que la envolvió un profundo sentimiento de desesperanza, con una voz cargada de resentimiento respondió:

—No desea tener un hijo conmigo, después de que nos amamos tanto, ahora me menosprecia, piensa que soy una prostituta y desea acabar con este bebe. —Sus ojos se llenaron de lágrimas, sus labios temblaron mientras contenía su dolor. Gina la abrazó.

—Charles está siendo muy injusto contigo, debería darte el beneficio de la duda.

—Me dolió tanto oírlo decir cosas tan hirientes, parece otro, no es el mismo hombre del que me enamoré, ahora es frío, sin una gota  de piedad y sin corazón —se secó las lágrimas con el dorso de su mano—. Le dije que el padre del hijo que estoy esperando es Artur.

—¡¿Por qué hiciste eso?!

—Para que abandone la idea de hacerme abortar.

—¿Entonces él ya sabe que Artur y tú se iban a casar?

—Si, ya sabe que Artur y yo estuvimos comprometidos, pero aún no sabe que la boda con él es una farsa, ignora que Artur falsificó su firma. Pero le dije que Artur es el verdadero padre de mi bebé, aunque eso también es una mentira.

—¡Pero Madeline!

—Debemos huir de aquí, no puedo quedarme, no quiero estar cerca de Artur, y Charles puede quitarme al niño cuando nazca, ya me lo advirtió, tenemos que irnos esta misma noche de ser necesario.

—Pero tu hermano tiene cita con el doctor dentro de un par de días, tal vez deberías marcharte primero y después nosotros te alcanzamos.

—No, nos iremos los tres, dos días está bien, Charles no vendrá y Artur no sospecha que planeó huir.

 

***

 

Charles estaba furioso, se había encerrado en su oficina a pensar en las cosas que Madeline le había dicho; dentro de su cabeza tenía los pensamientos acelerados, pues pensaba mil cosas a la vez. 

Sentado detrás de su lujoso escritorio, puso las fotos sobre este y las miró con detenimiento. Entre más pasaba el tiempo y las observaba, peor se sentía, más lo invadía los sentimientos oscuros, era como si un gran abismo se estuviera abriendo en su pecho, no aguantó más y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos que ya estaban enrojecidos, estas recorrieron sus mejillas bañando su rostro que expresaba dolor e indignación. 

Luego en medio de sollozos con rabia se dijo:

—¡Necesito entender, maldita sea! —lanzó las fotos, las cuales volaron de su escritorio y cayeron al suelo, él apretó los dientes y agregó:

—¡Amo a esa mujer con locura! no puedo sacarla del pecho… deseo matarla de los celos que siento, me cuesta creer que fue mujer de Artur, ¡¿por qué? ¿Por qué?!




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