Esposa mía, regresa a mí

8

Charles no asimiló del todo la traición de Artur, pues desde niños siempre fueron como hermanos, crecieron juntos.

Consternado pensó en sus adentros:

"Una parte de mí se rehúsa a creerlo, pero es muy posible que Artur y Madeline lo hayan planificado todo, ojalá y solo sean, que Reydmond y yo estemos equivocados. Necesito  ver a Artur y hablar con él."

Necesitaba saber la verdad, si Artur y Madeline habían planificado todo juntos, si eso era así, quería oírlo de su propia boca. 

Artur aún estaba hablando con Chaustre cuando de pronto su celular sonó, él miró la pantalla.

—Es Charles, ¿qué querrá?

—Conteste. —Artur contestó.

—Charles.

—Artur quiero que nos veamos.

—Ya hablamos lo suficiente ¿No te parece?

—No, aún debemos hablar otras cosas.

—¿En dónde estás?

—En mi casa.

—Iré para allá. —Colgó la llamada, miró a Chaustre, él le dijo:

—¿Qué quería tu primo?

—Desea hablar conmigo de nuevo.

—¿Te dijo de qué desea hablar?

—De Madeline seguramente, creo que está embriagado.

—Entonces ve, si está borracho puedes encargarte de él esta misma noche. ¿Necesitas un arma?

—Ya tengo una en mi auto, pero quiero hacer que su muerte parezca un accidente, así podré quedarme con Madeline y con su fortuna. Por suerte está solo en la casa en las afueras de Chicago, la vía a ese lugar es perfecta para que alguien embriagado caiga por un precipicio y desaparezca.

—Intenta lanzarlo por el río, si haces que el auto caiga a este es seguro que no quedará ni una prueba de que fue un asesinato.

—Tal vez esta misma noche todo  salga como lo planeé.

—Te saldrá mejor, porque te quedarás con todo, hasta con la presidencia de Hamilton Inversiones.

—A mi abuelo no le quedará de otra, Dimitri no está dentro de sus opciones  y Reymond no aspira ese puesto, el viejo solo cuenta conmigo.

 

***

 

Madeline al fin había logrado quedarse dormida, a pesar de las preocupaciones, pues el cansancio la venció 

Pasó un rato, de pronto comenzó a soñar con Charles, era un sueño hermoso, ella se veía panzona, estaba en la casa de Charles y se sentía muy feliz y segura de todo, como si nada malo existiera a su alrededor. Estaba en una habitación, la cuál había sido condicionada para el bebé, allí había una cuna de madera de cedro vestida con sábanas blancas, sus paredes eran de color beige, adornadas con motivos de aves y árboles de cerezo; ella obsevó las cortinas de la ventana con bordados de aves, estás se movían al son de la brisa que entraba del jardin; de pronto dio algunos pasos hacia la ventana y se asomó al exterior, se percató de que ya había llegado la primavera, los árboles estaban vestidos con follajes y flores de distintos colores que hacían parecer a todo el paisaje un inmenso jardín que se extendía hasta el bosque al final del terreno que pertenecía a la propiedad. Madeline suspiró con entusiasmo, el invierno había pasado, había llegado el momento de la alegría, era el momento donde todo reiniciaba. 

Se tocó la panza, pensó en que faltaban pocas semanas para que naciera el bebé, suspiró y se dijo en sus adentros que su pequeño estaría rodeado de amor. 

De pronto un auto estacionó al frente de la casa, ella vio que Charles bajó del mismo, luego abrió la puerta del portaequipaje y sacó un caballo de madera, lo llevó consigo y entró a la casa. Madeline volvió a tocar la panza y con una voz dulce le habló al bebé.

—Tu padre te compró otro regalo.

Ella se quedó esperando que Charles llegara a la habitación, para fingir que no había visto el caballo, se acercó a la cuna y comenzó a acomodar los cojines que aún no estaban vestidos con sus forros color blanco. Mientras lo hacía podía oír los pasos de Charles subiendo las escaleras, de pronto oyó cuando él giró la cerradura de la puerta, esta se abrió, Madeline sonrió y volteó a mirar, tenía pensado saludarlo con alegría, pero en cuestión de un segundo vislumbró la figura de Artur cargando el caballo, su sonrisa se apagó de inmediato, Arturse rió.

—¿Por qué esa cara? —dejó el cabello en el piso—. ¿No te gusta el caballo que mandé a tallar para nuestro hijo? —Madeline pudo articular palabras para responder, tampoco entendía qué hacía Artur en la casa de Charles.

—¿Acaso no te da alegría verme?

—¿Qué haces aquí Artur? —él sonrió algo anonadado.

—¿Cómo que qué hago aquí? Soy tu esposo, el padre de tu hijo, debo estar aquí contigo. —Madeline se afligió.

—No, tú no eres mi esposo.

—¿Ah no? ¿Entonces quién se supone que lo es? —Ella con una tono medroso respondió:

—Charles es mi esposo. —Artur se carcajeó, luego se acercó a ella, le tocó la mejilla y la miró con lástima.

—Pobre, aún no aceptas que Charles está muerto. —Madeline se desesperó y negó con la cabeza.

—¡No, Charles no ha muerto! —él le habló en tono compasivo.

—No es la primera vez que olvidas que él murió en un accidente, ya han pasado tres años desde eso sucedió. —Madeline se tocó la panza.

—Pero estoy esperando a su hijo. —Artur con una voz cariñosa agregó:

—No mi amor, estás esperando a nuestro hijo, Jr. El hijo que le diste a Charles está dormido en la otra habitación.

—¡No! —sintió que su corazón se aceleró y se hundió en la desesperación, las lágrimas comenzaron a salir como cascadas que recorrían sus mejillas.

—Debes aceptarlo, Charles está muerto, ahora yo soy tu esposo. —ella dijo entre sollozos:

—¡Charles no está muerto! ¡Eso no es verdad!

Comenzó a darle golpes a Artur en su pecho, él intentó detenerla, de pronto Madeline despertó llorando y se sentó en la cama y gritó:

—¡Charles no está muerto!

Tenía acelerado el corazón y la reparación agitada, rápidamente cayó en cuenta que había sido una horrible pesadilla, dio gracias al cielo y dijo:




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.