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A veces extraño al antiguo yo. Ese que disfrutaba y amaba cada característica de una persona, sin importar que fuese insignificante.
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Nadia
—parece que después de tanto esfuerzo aprobaste— dijo mi profesor— Estoy muy orgulloso de ti, eres una alumna ejemplar, y déjame decirte que una de mis mejores alumnas. Estoy muy orgulloso de que por fin hayas cumplido tus metas. — sonrió mientras que yo no paraba de llorar de la alegría y pegaba brincos. Creo que ya merecía un poco de felicidad a mi vida, había dejado cosas atrás sólo par perseguir mis sueños, dejé de lado mis amistades para concentrarme en lo que quería e incluso desaproveche mi juventud.
A penas unos días atrás cumplí mis veinte años, no lo celebré por lo alto creo que de eso hace tiempo que no lo hago.
De mi familia no tengo ni idea de ahora mismo donde se encuentran, me marché a los dieciocho años de esa casa en la que vivía junto con ellos. Lo pasé fatal y no tenía con quién ir. Realmente me defraudaron. Me mintieron.
Me mudé a Madrid y busqué un trabajo para tener un lugar a donde poder vivir.
¿Quién diría que saliendo del establecimiento del trabajo me encontraría con Jack?
Nadie lo esperaba, ni yo misma.
Desde aquél momento el fue mi inspiración, él fue quién me dió las alas que me hacían falta para poder volar y no caer. El fue mi profesor.
No tuvimos nada mas allá que una buena relación de amistad, parecía mentira que en tan pocos días él y yo ya quedáramos para tomar una taza de chocolate caliente en una cafetería en pleno invierno, pasaron los días y se convirtieron en meses, ya era diferente, bueno en si toda mi vida había cambiado bastante y por si fuera poco yo ya me di cuenta de que siempre quedaba junto con Jack, yo no quería llegar a sentir algo parecido como amor y por eso me distancie, y por último, los meses se convirtieron en años, años conservando nuestra amistad. Viviendo cada día los sueños cumplidos del otro y viendo como eran realizados y llevados a cabo.
Jack en esos tiempos en el cual lo conocí tenía apenas veintiséis años.
Ahora recién pasados tantos años, vi como se enamoró, como le pidió matrimonio a su novia, y como llegó una integrante más a su familia, la pequeña Dorethy.
Ya me consideraban parte de su familia, su esposa y yo empezamos una bonita amistad.
PRESENTE
—vale ya basta Jack — no dejaba de abrazarme y darme besos en la cabeza — deja que respire, me estas atosigando — paró y se disculpó, se alejó de mi y fue hacia su escritorio, apoyando sus dos manos a la mesa y mirando con el rostro serio en mi dirección.
No pensé que le iba a molestar...
—Ahora bien — se dejó caer en su silla que estaba detrás de él y se acomodó bien posicionado su codo en los respaldes de los brazos de la silla, mientras que cruzaba la pierna sobre la otra.
— Harás tus prácticas en uno de los hospitales más famosos que hay en Madrid. — le miré atenta y escuchando todo lo que decía sin perder ningún detalle.
— Me costó mucho poder convencerles de que trabajaras ahí y que eras una excelente médica. También dije que no se arrepentirían.— se calló por unos segundos que al parecer para mi fueron minutos bastante largos y después de esa espera continuó
— Creo que lo harás muy bien Nadia, eres la mejor, tanto como profesional como de mejor amiga, sé que estás nerviosa y creés que estás en un sueño, pero déjame decirte que esto que ahora mismo estás viviendo es la realidad y ahora es tu turno de poder vivirla. — le di una de mis sonrisas de boca cerrada y el prosiguió —empezarás mañana. — y con eso finalizó por completo.
Quedándome paralizada en mi lugar sin poder articular ni moverme del sitio. Estaba alegre. Quería hablarle y poder decirle que gracias por todo, pero no sé que demonios me pasaba para que ni siquiera yo pudiera dejar salir alguna palabra de mi boca.
Mañana sería uno de mis mejores días.
Presiento que algo me sucederá mañana.