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Estrellita, siento que estoy cayendo cada vez más y te necesito cerca de mí —para que me salves cuando haya caído por completo—.
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Nadia
Tu puedes Nadia. Puedes entrar ahí en ese recinto y dar el cien por cien de ti. No te acobardes ahora. Tu puedes.
Y aquí me encontraba en medio de la calle a penas cuatro pasos de estar en la puerta de aquél hospital. No sabía cuando iba a entrar, tan sólo estaba dándome ánimos.
Espera.. yo puedo!! Tengo razón, yo si que puedo!!
Decidida y con todas las emociones a flor de piel , doy esos cuatro pasos que me quedaban para estar dentro.
Realmente iba pérdida, Jack no pudo acompañarme por problemas con su hijita pequeña, ella se puso mala con mucha fiebre, cuando me lo contó me sentí una tía bastante pésima por no estar ahí junto con ella y al final tuvo su padre que quedarse junto a ella y no ir a trabajar.
Veía a tanta gente ir de aquí para allá, algunos calmados y sin prisa alguna y otros en cambio parecía que estuvieran en alguna carrera viendo cuál sería el ganador por llegar antes a su deber mandado.
En un hospital es donde mayor mente tienes más posibilidades de coger algún virus, lo sabía, pero me daba igual saber que yo algún día también pudiera estar en aquella habitación, tumbada y con millones de cables puestos.
Decidí ser lo que soy, con todos los pros y los contras que conllevará.
Al fin después de tantas vueltas encontré recepción en donde había una joven chica de mas o menos mi edad.
La chica posó su mirada en mi al notar que no apartaba mi mirada fija en ella. Me sonrió mientras me iba acercando hasta ella.
—Hola, soy la nueva chica que estará aquí durante un tiempo por las pruebas de médica. — la chica dejo de hacer lo que estaba haciendo y posó toda su atención completamente en mi.
— Ah, si. Me comentaron que vendría una chica hoy, a si que supongo que esa debes de ser tú. — esta chica no paraba de sonreír, ni yo de buena mañana hacía eso.
— Déjame un momento que hable con el director del hospital— asentí y ella se fue.
Miré alrededor de mi, creo que ésto me podría gustar.
(.....)
— Pase— escuché que decían desde dentro de la habitación. A si que eso significaba que tenía que entrar y presentarme. Respiré y tomé aire, con mucha decisión tomé el pomo de la puerta a la vez que pegaba dos toques a la puerta pidiendo pasar. Entré y visualicé todo.
— Debes de ser Nadia, cierto? — asentí — veamos... — dió unos cuántos pasos hacia delante — Mi amigo Jack me insistió mucho en ti, debes de ser una gran amiga para que se arrastre tanto — me enfadé con lo que dijo, pero me tranquilicé — bueno, todo ya está dicho. Tan sólo haz tu trabajo tendrás como profesor o guía así como tu lo quieras ver a Mikial, espero que no le tomes mucho el pelo, es un chico serio que se toma su trabajo al pie de la letra. — de su boca salió una pequeña sonrisa al decir aquello sobre Mikial.
Se volvió hasta su mesa y cogió el teléfono para hacer alguna de sus llamadas a su secretaria.
— Alessa, ven inmediatamente a mi oficina.
Después de unos diez segundos exactos entró Alessa por la puerta.
— Sr.Manuel, ya estoy. ¿Qué necesita? — se le veía cansada, era obvio que este trabajo debía de ser muy exausto .
—Necesito que lleves a la señorita Nadia hasta el Doctor Mikial — Alessa se me quedó mirando de arriba a bajo y después le asintió con la cabeza a la misma vez que respondía un de acuerdo.
El trayecto no fue muy largo , pero si incómodo.
Dió tres golpes a la puerta y esperó hasta que recibiera un adelante por favor.
La persona que tenía al frente era Mikial. Guapo y de metro ochenta, creo que era de los típicos chicos que todo lo que se ponían le quedaba a la perfección. Además de tener un buen físico, se notaba de lejos que hacía mucho deporte.
Creo que Manuel tenía toda la razón en decir que Mikial era un tipo serio.
Me pregunto si será casado.
— Mikial, aquí está la señorita Nadia. — de la nada puso una voz angelical de nunca haber roto un plato. Creo que ya sé quien le gusta a Alessa.
Será pillina. Qué bien se lo tenía escondido.
— Genial. Muchas gracias Alessa, puede retirarse.
— Como usted diga. — giró y se marchó haciendo que contorneara las caderas seductoramente.
Volví a mirar hacia la dirección de Mikial, quien no paraba de mirarme haciéndome chiquitita al lado suyo.
Tenía que dar lo mejor de mi, a si que dar una buena apariencia era lo mejor que podía hacer. Me recompuse y le dediqué una mirada para que diera él el primer paso para comenzar a hablar.