Kerian
Llevo no sé cuánto tiempo recostado sobre la suave tela de las sábanas de mi cama. Sé que llevo bastante allí; cavilando y suspirando una y otra vez. No dejo de pensar en aquel abrazo, aquel extraño y reconfortante abrazo. No puedo dejar ir la sensación de sus manos sobre mi cuello. Aún siento su dulce aroma sobre mi piel. Más que eso, no dejo de pensar en lo que su piel me transmitió. A través de su piel sentí paz, serenidad y una extraña sensación que aún no logro nombrar. Haylin... Frunzo el ceño... ¿Por qué llorabas? ¿Qué fue lo provocó ese cambio en ti? Al principio me habló con seguridad y al final su voz se fue quebrantando. Lo único que se me ocurrió en ese momento fue darle un abrazo. No soporto ver o en este caso, escuchar a una mujer llorando. Mi único remedio es dar un abrazo. Al principio dudé un poco, pero me sorprendí cuando se lanzó tan de repente a mis brazos. Un abrazo sé que puede ayudar a calmar hasta el más grave de los dolores.
Río vagamente al recordar cómo se disculpó en repetidas ocasiones al haberme abrazado de esa manera tan repentina. Me dijo que no solía ser tan chillona muy a menudo, que no era propio de ella ponerse así. Dijo que había llorado porque mi historia le había conmovido; pero yo sé que no es así, había algo más en aquellas lágrimas que no logré descifrar... ¿Qué es?
Por otro lado, algo que necesitaba desde hacía mucho tiempo, era hablar con alguien que no fuese mi hermana, quería desahogarme y soltar todo lo que llevaba dentro con alguien más. Y desde que se disculpó sinceramente conmigo, supe que podía confiar en ella. En Haylin pude encontrar una amiga. ¿Quién lo diría? Pienso mientras sonrío ¿Cómo todo puede cambiar de la noche a la mañana? Siento mi sonrisa extenderse al recordar como sus manos temblaban al poner el vendaje. ¿Se sentía nerviosa por mí? Espero que no sean imaginaciones mías, porque todo fue tan real. Todavía no puedo creerme que a ella pueda afectarle tanto mi presencia. No sé por qué razón pasó, pero me encantó. Y su amiga... Natalia, creo que se llamaba, es un caso perdido. Parece ser ese tipo de personas extrovertidas y que disfrutan de la vida al máximo. Me sorprende que sea amiga de Haylin. Son tan distintas... Natalia tan divertida y Haylin tan seria y atrayente...
Un ruido me saca de mis pensamientos; alguien toca la puerta. No será... No lo creo, me digo rápidamente. La voz aguda de Fabiola me lo confirma. Me levanto de la cama, me calzo unas sandalias y tomo mi bastón.
—¡Ya voy Fabi! —Salgo de mi habitación y piso unos objetos que crujen bajo mis sandalias. ¡Mierda! Me percato de pronto... Los vidrios... el espejo... Jennifer ¡Me cago! Fabiola se enfadará mucho. Lo había olvidado por completo. En estos momentos no tengo salida... Tendré que contarle la verdad... Todo... y sé que no reaccionará de la mejor manera. Intento inútilmente esconder los vidrios rotos. Suspiro... Ni modo...
—Kerian... —murmura Fabiola con impaciencia.
—¡Voy! —Respondo nervioso.
Llego a la puerta, tomo el pomo y lo pienso un poco. Suspiro... que sea lo que Dios quiera, digo mentalmente para agarrar valor. Abro con lentitud la puerta. No quiero imaginarme la confusión que deben transmitir sus ojos verdes en estos momentos... La siento pasar por mi lado, la escucho detenerse y luego percibo el frustrante silencio que se instala en la sala. Oigo sus zapatos golpear el suelo con insistencia. Me la imagino con su rostro pálido enfurruñado, cruzada de brazos y mirándome con de manera asesina.
—Kerian Grayson. —Habla directo y con enfado—. ¿Qué ha pasado aquí? Me vas a contar ahora absolutamente todo. No quiero mentiras —me ordena sin cabida a ninguna réplica —. Y siéntate en el sofá. Rápido, que quiero escucharlo todo. ¿Qué es todo este desastre?
Me doy la vuelta y camino con paciencia hacia el sofá. Ya sentado, la escucho acomodarse a mi lado.
—Y bien, ¿qué ha pasado y por qué tienes las manos vendadas? —Inquiere con inquietud. Suspiro en repetidas ocasiones y le cuento todo, con lujo de detalles lo de Jennifer, qué me dijo y lo que intenté hacer después, además de...
—¡¿Qué putas vino hacer esa zorra aquí!?! ¿Qué intentaste hacer Kerian?! —Me interrumpe y no logro decirle que Haylin lo evitó. Grita frenética y noto que se levanta del sofá—. ¿Es enserio Kerian? Creí que lo habías superado y, sin embargo, viene esa perra, te escupe todo en la cara y tú vas e intentas lanzarte por la azotea —me la imagino negando con decepción. La entiendo, yo hubiera reaccionado de la misma forma si hubiese sido ella—. No puede ser Kerian. ¿Por qué no reaccionaste de otra manera? No debiste dejar que te lastimaran tanto las palabras de esa bruja —dice y la voz comienza a quebrársele.
—Lo siento Fabi —le digo con toda sinceridad—. Perdóname por ser tan débil...