Junto a las estrellas

•3•

Amy
 


A Laya le hizo mucha ilusión contarnos todo lo que paso el sábado así que la escuchamos con atención. 
 

-Nos sentamos en un banco y no paraba de mirarme hasta el punto de ponerme nerviosa. Incluso me rozó la rodilla un par de veces-en su voz se nota la emoción. 
 

-¿Y no hablaron? 

-No, porque a alguien se le ocurrió llamarlo-miro a Dylan mal. 
 

-Pero que sabia yo que te había gustado-se defendió.

 

💜

 

Odio los días lluviosos y ayer no dejo de llover y hoy sábado puede que también llueva. Como el verano se pase lloviendo vamos mal.
Miro por la ventana para ver el cielo nublando, hago un mohín para después sentarme al borde de la cama. Que asco de día. 

Recuesto la espalda en la cama y mirar al techo. Sin nada que hacer pero dos toques en la puerta llaman mi atención. Antes de que pudiera responder al llamado entra mi hermano por la puerta. 

-¿Quieres venir al parque?-es lo primero que dice nada más entrar.

Asher es mi segundo hermano más mayor aparte de Jonay que es el más mayor de los cuatro, pero Jonay ya no vive con nosotros, el se mudo con su esposa y su dos hijos. Asher tiene un parecido similar a Jonay pero la personalidad de Asher es similar a la mía. Tenemos los rasgos repartidos. 

Asher, cuyo hermano tengo al frente esperando a por mi respuesta, es casi de mi altura-me saca mínimo una cabeza- pelo castaño oscuro, casi negro. Ojos marrones claros y cerca de su ojo izquierdo un nunar. Piel tostada como nuestro padre. 
 

-¿Si o no?-insistió. 

-Pero va a llover. 

-¿Y qué? No te vas a morir porque te caiga un poco de agua-dijo. 

Bueno razón tiene, al menos saldré de mi casa porque llevo un par de semanas si hacerlo por culpa de las clases. Así que opté por decirle que si. 

 

-Iremos en el patinete eléctrico ¿vale? 
 

Asentí. Me dijo que esperara a que se vistiera para irnos, yo ta estaba arreglado así que solo tuve que esperar. También opté por no decirle nada a Dylan ni a Laya para que fuera algo así como una "sorpresa" cuando nos vemos en el parque. 

Diez minutos después yo iba agarrada a la cintura de Asher en el patinete. Me estuve replanteando si fue una buena idea subirme aquí con Asher, este va como si nada, esquiva a la gente como si fueran piedras y lo peor es que ya se ha saltado dos semáforos. 
 

-Tranquila hermana mía, yo se conducir esta vaina-hizo el intento de tranquilizarme lo cual no funcionó.
 

-Pues no lo parece, si casi atropellamos a una señora-dije aferrandome más a él. 

-Eso fue que se metió sin mirar-intento excusarse.
Al fin y gracias al cielo llegamos. No corremos peligro de atropellar a nadie, con alivió bajo del patinete. En el parque donde solemos estar no hay nadie de nuestra familia así que decidimos ir a la casa de Jonay que también está cerca del parque. Cuando subimos ellos se estaban arreglando para ir al parque. 
 

-¿Como te va en las clases?-quiso saber Jonay. 
 

Yo estoy en la cama de su habitación mientras el busca algo en su gaveta. Solemos hacer esto, yo me siento en la cama mientras él sale y entra a su habitación y de vez en cuando me pregunta sobre mi vida.
 

-Pues, bastante bien-dije-. He aprobado el examen de la semana pasada con un ocho-dije con orgullo. 

Este dejo de atarse los cordones para mirarme con una sonrisa de orgullo. 

-¡Enhorabuena!-me felicitó. 
 

Se lo agradecí con toda el Alma. Él es el único al que le digo sobre cosas buenas o malas que me pasen ya que nunca he podido hablar con mi padre, como padre e hija. Mi padre y yo nunca hemos podido hablar como el habla con los demás, pueden pasar semanas sin verlo y él nunca me llamara para saber de mi. Siempre pensé que es porque estaría ocupado con su trabajo o que se yo pero con él tiempo me di cuenta que no es así y que para poder llamar su atención tenía que hacer cosas malas. Pero lo peor es que solo se acordaba de que era su hija cuando alguien más iba con el cuento de que yo hice algo. Mi niñez la pasé escuchando sus regaños siempre empezando por la misma frase: "fulanito me contó que hiciste tal cosa" 
 

Pero también con el tiempo me di cuenta que nada de eso valía la pena y que no tenía que impresionarte a nadie que no fuera yo. Y ahora todo lo hago por mi y para mi. 
 

-¿Ya le contaste a Pa?-volvió a decir pero esta vez con su concentración en los cordones de su zapato. 
 

Suspire con pesadez al oír esa pregunta otra vez. 
 

-Sabes perfectamente que no-esa fue toda mi respuesta. 
 

-Deberías hacerlo y demostrarle que no eres lo que el piensa-aconsejo. 
 

-No me interesa hacerle cambiar su opinión sobre mi-salí de la habitación para no seguir hablando sobre ese tema. 
 

No se que le hice al padre mio para que me trata de esa manera desde siempre. Quizás sea por el simple hecho de que ser mujer o tal vez no. No tengo ni la menor idea de cuáles son sus motivos pero justo en estos momentos tampoco me interesa saberlos. 
 

Uno de mis sobrinos-el más grande-viene hacia mi con una pelota amarrila en la mano. 
 

-¿Jugamos?
Acepte su invitación para jugar fútbol en la casa mientras todos se preparan aún.
Gael-mi sobrino-me da las instrucciones de donde y como ponerme para poder jugar. Cogemos dos sillas del comedor para que sirvan como de portería, las pusimos a una distancia prudente.

-¡Gooool!-gritó él cuando la pelota logró pasar entre las dos sillas.

Lo estoy dando ventaja solo para verlo sonreír de alegría. Lo que hace uno por las personas que más quieren.

-¿Si viste eso? He ganado-empieza a reírse.

-Si, y yo perdí-dije con tristeza fingida.
Corre así a mi.

-No pasa nada, a la próxima te dejaré ganar-se agacho para recoger la pelota.

Empecé a reírme sobre lo buena persona que es mi niño.




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