La Bóveda Celeste Está Sonrojada

1. Entrada a Un universo nuevo

   Una nueva mañana se eleva en el cielo, choca con las ventanas de mi cuarto atravesando la tela de mis cortinas de color rojo haciendo que mi cara se ilumine carmesí, con algo de incomodidad me levantaba lentamente para ponerme mis pantuflas de perrito y ir dando tumbos hasta la cortina y separarla en los extremos haciendo que la luz golpeara a mi rostro.

 

- ¡Maldición! - Exclamó girando su cabeza hacia la izquierda - Creo que yo soy un vampiro y eso explica el hecho de ser tan atractivo - reía levemente a solas.

 

   Altair: Ese era el nombre de un joven que sería el científico que solucionaría uno de los mayores problemas del mundo, me gustaba dormir desnudo y mirarme en el espejo varios minutos, notas excelentes y adinerado, me encaminaba a la ducha ya que debía apurarme para llegar temprano a mi nuevo recinto del saber, ya dentro de este procedo a llenar mi cuerpo de agua tivia que logra limpiar todas las impurezas tanto físicas como mentales que agobian mi alma como humano.

    Ya listo proseguía a vestirme con una playera negra, una sudadera roja y zapatos marrones muy bonitos, me vería en el espejo dándome unos retoques. Al momento de salir me fijaba en mi mesa de noche una foto familiar en la cual vería a su difunta madre abrazándome y la niña que me gustó cuando tenía nueve años recordando la pregunta de mi amigo: "¿Qué pasaría si te la encontraras?"  Aunque parezca absurdo lo sentía como corazonada pero en fin era momento de irse.

    Ya saliendo de mi casa para llegar al jardín delantero cierro la puerta con llave y al girarme nuevamente para tomar mi camino estaba ahí mi mejor amigo el cual estiraría sus manos hacia el frente junto con sus dedos lo cual haría que reaccione mal y le de un golpe en la cara tirándolo al suelo. 

 - ¡Oye! - Decía el mientras se recomponía - Soy Rodolfo, no me mates-. 

 -Te lo ganaste por asustarme maldito - decía con una expresión de enojo mientras que vería como él solo me sonríe.

 Por esa sonrisa perdonaría al que es mi fiel escudero desde la básica secundaria hasta estos momentos, habíamos pasado circunstancias tanto felices como tristes, pero lo importante era su fiel compañía por lo cual procedía a estirarle la mano y saludarme formalmente . 

- #NoHomo- dice Rodolfo 

- Confirmo - decía yo correspondiéndole.

 - ¿Ya te acostumbraste al barrio ?- Decía el hombre mientras se encaminaba a la puerta 

  - Más o menos, la verdad solo lo elegí porque estaba cerca de la universidad - decía yo mientras cerraba el portón del jardín delantero - Por cierto, ¿cómo entraste ?.

   -Shhhh mira al frente - decía el mientras que me tomaba de la parte trasera del cuello haciendo agachar un poco a lo que me enojé un poco debido a que estaba callándome como perro, pero al mirar al frente entendía a que se refería.

    Me recomponía para ver que mi vecina era una joven de cabellos churchos y negros como la noche, una piel blanca como la nieve y un cuerpo esmelto y precioso sin exageraciones, portaba un jean ajustado azul marino y una camisa blanca, era una diosa que encarnaba todos mis ideales, de todas las flores que he conocido, sin duda la más hermosa.

    Ella seguía al frente, separándonos unos cuantos metros por lo que caminé en dirección a la universidad , Rodolfo sonreía y mantenía callado a lo cual yo lo imitaba, caminé y caminé , la sonrisa y sonrojo en mi rostro era visible, los minutos se esfumaban y parecía estar más bien siguiéndola a ella, como si se tratara de un enfoque de cámara, todo el espacio menos ella era borroso.

   Yo seguía en mi trance hasta que de repente se desapareció de mis ojos y caigo al suelo de forma instantánea cayendo de cara. El dolor me volvía a traer a mi realidad y me recomponía para darme cuenta de que con lo que me tropezé era con el pie de Rodolfo por lo cual me enojé y este rió a lo que tomaba del cuello de su camisa y preparaba un golpe, pero él me interrumpió.

 




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