La Bóveda Celeste Está Sonrojada

5. Luna en el nuevo universo

   Cada mañana el sol brilla como un gran espectáculo, con los planetas como danzantes, así pensé desde pequeña, una niña muy alegre la cual simplemente tenía hambre de conocimiento, mi abuelo una vez me dijo que en las antiguas estrellas el se encontraría eso paso a mis 8 años al momento de morir este, unos días después decidí buscar alguna nueva estrella, la estrella donde él estaría.

   - Que diario más antiguo - decía mientras acariciaba la tapa de un libro rojizo y algo roto.

 

      Ese era mi diario de apuntes de astronomía que he preparado desde que tengo memoria, el universo siempre me ha llamado la atención por la incertidumbre de la que este se impregna, mis meditaciones se harían en mi cuarto el cual era cien por ciento rosa con maquetas del sistema solar, vine a la universidad estatal para poder llegar a ser una astrónoma que diera con una nueva estrella.

      Mientras miraba con nostalgia en esa tarde dorada que abrazaba mi ciudad, tenía algunas preocupaciones en la cabeza, la primera era la consulta que el profesor dejó en su primer día de clases sobre el concepto de país gaseoso, tenía mi portátil a la altura de mis dedos, dejé el diario con dibujos infantiles a un lado y me puse a investigar buscando en páginas confiables, estiré mi mano derecha para meterla debajo de mi cama y sacar un cuaderno el cual colocaría sobre el teclado, mi portaminas estaría en mi otra mano.

        Empezaría a trazar las letras y números que necesitaba, a pesar de que en 9 años mi prioridad era estudiar, algo que despertó en mi tiempo, un duro letargo invernal que solo llegué a conciliar con el paso de los años, Altair, ese terremoto caótico que generó fisuras en mis cimientos académicos, no sabía que sentía, ya no sabía que escribía, quizás eran solo tachones, eso representaba mis ideas en ese momento, esa sonrisa de él no ha cambiado desde que era niño, pero no puedo pensar así, ya lo superé y me prometí ignorar a los chicos, no puedo ser tan débil ahora, pero no me esperaba un ataque de Rodolfo, ahora no puedo contener mis emociones.

     - Concéntrate en Luna, piensa en países gaseosos ¿países? Planetas, planetas gaseosos - Decía esto para luego romper la punta del portaminas por error. - Que tonta estoy - decía esto para luego meter la mano en su cartuchera y sacar más minas - Mmmm... espero que esto no me afecte tanto.

     Siempre mi mente se desordena a estos niveles tan exagerados, cuando ocurre un imprevisto, también me congela  el día de la inauguración cuando me lo reencontré, creo que lo más razonable y  con el debido respeto debería hablarle, fuimos muy... muy... amigos ¿no? Ese amor de la infancia no vale para nada.

   - Dormiré un poco - decía en un tono algo ancioso.

   Procedía a cerrar la tapa del portátil y guardar todas las cosas que tenía.  Encima de mi cama, como si de una funda de celular se tratase, me acobijo en mi cama y cierro mis ojos, aunque mi mente fuera un tornado, tuve el sueño suficientemente pesado para poder dejar caer mi conciencia en el vacío oscuro de mi misma y dejarme llevar por el mundo onírico, un mundo adornado de pesadillas para mi.

     Me encontraba en   bosque, al parecer era pequeña, no sabría distinguir mi edad, en ese gran lugar logré escuchar como los ruidos del agua golpeaban las rocas, como si una especie de hipnosis se tratase de un camino a paso lento y sin voluntad, es raro esta sensación de ser tú, pero no poder manejarte, ya pasando varios metros de espeso bosque logré ver una figura masculina en la orilla.

      - ¡ Altair!- Grité eso sin sentido, mas la confusión era mayor, ese era Altair de pequeño.

       Él solamente se giró y me miró con una sonrisa, una sonrisa tan grande como poderosa, brillaba como el sol, este empezó a caminar a mi dirección y me abrazó, mi sonrojo no se hacía esperar, mi emoción había llegado a lugares insospechados, este me soltó un ligero pero a la vez potente "te amo", en el siguiente instante me desperté con la respiración entre cortada y un sonrojo notorio.

     Era impresionante tener un tierno sueño, pero a la vez incómodo, debe ser que Altair se ha intercalado ya en mi memoria otra vez y mi cerebro me tortura, me paro con rapidez y un leve mareo es producido por culpa de mi imprudencia al moverme, a los segundos mi cuerpo se corrige y logro distinguir la oscuridad estelar, miré el reloj de mi mesa y había pasado al menos una hora.




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