Era el atardecer después del gran evento, nos dan las vacaciones de una semana, serán breves pero intensas, como gané la competencia contra Luna ahora podré volver a esa casa que me trae tantos recuerdos, ahora mismo estoy alistando mis maletas con las ropas necesarias más o menos en una hora tomaremos el tren que nos podrá llevar a nuestro destino, salgo de mi casa con mochila en la espalda y ahí veo a Luna quien se estaba acomodando un poco el cabello.
- Maldito pelo, se desarregla demasiado rapido- Decía Luna mientras se peinaba.
- Ya, ya tranquila, te ves bien asi- Dije yo intentando halagarla.
-Mmmm... si tu lo dices, oye por cierto, ¿el resto de los del grupo? ¿ Qué harán ? - Dijo ella mientras empieza a caminar con su maleta rosa de ruedas.
- Si te soy sincero no estoy muy seguro, cada uno tiene sus ocupaciones- Dije yo mientras la seguía con mi pesada mochila de acampar de color marrón que me asfixiaba un poco
- Jum ya veo y como te has sentido en la nueva universidad ¿ te adaptaste bien? - Preguntó ella mientras caminábamos.
- Soy el mejor de clase, es normal en un prodigio como yo- Dije mientras sonreía.
Pasaban los minutos mientras pasabeamos por la ciudad, hablábamos de temas diversos, es una experiencia bastante bonita, la ciudad se oscurecía y los alumbrados hacían presencia, mucha gente pasaba relajada, la atmósfera era de tranquilidad y alegría, las nubes se despejaban y dejaban ver el cielo que tenía una tonalidad azul marina, quizás sea yo, pero últimamente me fijo mucho en el cielo, en las estrellas o sus misterios.
¿Y por qué ahora todo lo veo tan lindo? En el pasado todo lo miré con una normalidad, pero ahora me fijo al lado y estaba aún Luna hablando, pero yo no podía escuchar sus palabras con claridad, solo me podía fijar en su rostro alegre al hablar y solo recordé su expresión de cuando era una niña, un sonrojo hace presencia pero giro mi cara y no digo una sola palabra, solo intento calmar mi corazón agitado.
Me estoy haciendo preguntas inútiles, sé muy bien que es lo que me pasa, estoy enamorado de ella, no sé si es que revivió o sobrevivió al paso del tiempo, aunque no lo tengo claro, pero lo que sí sé es que ese sentimiento de niño ahora habita en mi, y como todo un hombre debe actuar maduramente, no volveré a esperar un año en ese caso cuando miremos las estrellas como aquella gran noche decorada, le pediré otra vez que me de su corazón para poder atesorarlo.
Llegábamos al metro, el cual estaba lleno de bastante gente que se iba o venía, el caso es que pasamos por la tarifa a pedir los boletos y hacíamos una larga fila, seguíamos hablando de cosas sin mucha importancia pero que a en pequeña o a gran escala rompía el hielo entre ambos cada vez más, me reía de mi mismo por mi estupidez en el pasado por miedo a hablarle.
- Dios esta fila es eterna- Dijo ella.
- Y a es de noche y hace frio, debí ponerme saco -
- Si no calculo mal, llegaremos a las 6am a la casa de tu madre- Dije yo mientras caminaba hacia delante debido a que la fila se acortaba.
- Bueno, podremos pasar un día de campo y asi mismo en la noche ver las estrellas, tengo tiempo que no voy a ver astros ahí y sinceramente son muy bonitos de ver ahí - Dijo ella con un tono animado.
- Yo más o menos me acuerdo de lo que me enseñabas- Dije para dar un tema de conversación mientras pasábamos a donde nos venden los tiquetes.
- Espero que sea verdad, te haré un examen- Dijo ella - Me da dos tiquetes por favor - Dijo ella al final de la venta dándole el dinero y recibiendo los tiquetes.
Después de eso fuimos a unos bancos a esperar el tren, hablamos sobre nuestros años separados y anécdotas, al parecer ella no hizo muchas amistades, mientras que yo tuve a Rodolfo, ella se cambió de escuela por el trabajo del padre y la separación fue muy dura. Ella me recordó cuando lloré porque se iba.
Yo le conté mis historias con mis amigos y ella se reía sin parar, estaba muy alegre y a decir verdad fueron unos segundos mágicos, desearía toda mi vida que el vagón nunca llegara para hablar con ella eternamente, pero mi deseo ilusorio e infantil era interrumpido por el ruido de el tren que llegaba haciendo su pitido típico para asi llamar a los pasajeros.
Nosotros somos los de ese tren, asi que nos dispusimos a entrar en la respectiva fila para llegar al vagón, entregamos el tiquete y asi pasamos al pasillo donde buscaríamos con la mirada nuestros hacientos al caminar unos cuantos pasos encontramos nuestros acientos ella se sentó en la ventana y yo a su lado, acomode su equipaje en la varandilla de arriba y despuues me acomode, el tren arranco y ella con una mirada calmada pero soñadora miraba el cielo estrellado, se nota que le apasiona lo que estudia.