«Puedo hacerlo; sé que es un mal, bueno realmente uno pésimo, está bien… Es un desastroso momento en mi vida ahora, pero qué tan difícil puede ser escribir un artículo sobre expectativas en el amor. Vamos Lu, sólo debes buscar inspiración. Ve a tu lugar feliz».
Lucy se encontraba en la editorial, sentada en su escritorio y pérdida entre sus pensamientos. Tratando con desespero de encender aquella chispa que se había extinguido, con el golpe de realidad. Ella cerró los ojos en busca de inspiración y se transportó a su aclamado lugar feliz; ese raro y adorable lugar en la imaginación y sueños de Lucy, donde un zorro y un conejo son amigos, los pajaritos azules pueden entonar una animosa canción, y varios ratones te pueden confeccionar un hermoso vestido.
—¡Lo tengo!
exclamó en voz baja para sí misma y de inmediato comenzó a redactar un artículo en el computador.
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PEQUEÑOS, PERO PRÁCTICOS CONSEJOS PARA SABER SI EL CHICO/A CON QUIEN SALES ES MATERIAL DE BODAS.
“Navegando el Amor: Entre la Espontaneidad y la Claridad”
En el viaje de la vida, nuestras relaciones amorosas son como ríos que fluyen. A veces, nos dejamos llevar por la corriente, disfrutando de cada curva y remanso. Otras veces, nos detenemos en la orilla para reflexionar. ¿Hacia dónde nos lleva este río? ¿Es un viaje sin destino o una travesía con un puerto en mente?
El amor, como un barco en alta mar, nos desafía a mantener el equilibrio entre la espontaneidad y la claridad. La espontaneidad nos regala momentos inolvidables: risas compartidas, aventuras imprevistas y abrazos bajo la luna. Pero también necesitamos la claridad, esa brújula interna que nos dice si estamos en el rumbo correcto.
¿Cómo saber si la relación que hemos cultivado durante años tiene un destino? Aquí algunas señales:
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A veces, simplemente a veces, es mejor quitar la bandita de golpe.
Escrito por: Lucy Andrews. |
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«¿Es posible no estar feliz todo el tiempo? Sarah siempre suele decir que yo veo el mundo con un tono de color diferente al resto, por no decir infantil. Ella dice que no es normal tanto positivismo, incluso cuestionó que haya crecido en las calles de Nueva York. Haciendo referencia de aquella vez cuando alegue que no todos los tipos que estén en una minivan negra y se acerquen a ti a los diez años cuando vas caminando por la calle sin supervisión de un adulto, y te pregunten con voz ronca "¿Hey, niña quieres dulces?" ese simple hecho no denomina que ese sujeto sea malo, es solo que tiene bastantes dulces. Mi tía Anne decía, "no importa que tan insignificante sientas que es tu trabajo, si sientes pasión por lo que haces." Aunque, Sarah, alega que estoy haciendo muy mal uso de esas palabras. La cosa es que es imposible haber perdido mi felicidad, no puedo simplemente haber perdido lo que me hace ser yo... Y qué pasa con esta realidad tan insípida de tonalidad gris. ¿Así ven el mundo las demás personas todo el tiempo?».
A Lucy la invadía la duda y con esta muchas preguntas. ¿Y si su peculiar forma de ser no es la correcta? ¿O es que acaso hay una forma correcta de ser? Se cuestionaba delante del computador cómo seguir predicando lo que probablemente estaba empezando a dejar de sentir. Ella seguía inmersa en su pensamiento cuando fue interrumpida con algo de brusquedad.
—Lu, Lucy. ¿Cómo has estado? —preguntó con algarabía una figura femenina mientras se acercaba al escritorio.
—Para ser sincera yo...
La interrumpió de imprevisto sin detenerse a escuchar una sola palabra.
—Lo sé querida luces fabulosa. ¿Acaso perdiste peso?
—Me gustaría creer en tus palabras, pero en realidad estoy teniendo una crisis... ¿Espera, acaso necesitaba perder peso?
Volvió a interrumpir de golpe riendo algo escandaloso.
—¡Lucy basta! —soltó cesando la insoportable risa—. Siempre tan dramática, no todo gira a tu alrededor—aseguró llevando la voz a un tono amable y docil—, hay más personas al lado tuyo sabias, con problemas reales déjame decirte —repuso entre dientes mientras fingía una sonrisa simpática—. Con respecto a eso, ¿podrías ayudarme con algo?—levantó una caja de cartón que sostenía hacia la altura de su pecho con la sonrisa aún más amplia.
Y si sus problemas no eran reales porque sentía que estaba perdiendo algo, se sentía vacía, furiosa, frustrada, y con un montón de dudas.
—No lo sé... yo, ya tengo mucho trabajo Yuan.
Por primera vez en bastante tiempo Lucy no quería ayudar. Tal vez cualquier otro día sería un genuino placer formar una sonrisa en la cara de Yuan, pero hoy no era uno de esos días. Desde hace varias semanas no eran días buenos.
—Claro, fui una idiota al pedirte ayuda, tú estás tan ocupada —expuso Yuan en un tono de voz apagado—. Descuida yo lo haré, aunque últimamente no tengo cabeza para estas cosas, estoy saliendo de un divorcio y si perdiera éste trabajo yo... —argumentó sollozando mientras llevaba su mano derecha a la boca con dramatismo—, yo... no sé qué haría —hizo énfasis en sus palabras dándole la espalda a Lucy.
—Pero tu divorcio fue hace un año, y…
—Está siendo un año difícil, Lucy —volvió a argumentar con un llanto fingido.
—Pero hace unos meses hiciste una fiesta de celebración por tu divorcio.
—Pero disfrutaste de la fiesta, ¿no?
—De hecho, ni siquiera me invitaste.
—Ya sabes como es el correo hoy en día, es imposible confiar en el sistema público. En fin la vida es muy corta para albergar resentimientos, ¿no? —añadió volteando en dirección a Lucy con varias carcajadas.