La cenicienta de Queens

Capítulo 7: Cambios de humor

—¡Lu, qué diablos estás haciendo! —exclamó Sarah entrando a la cocina.

—Acaso no es obvio —contestó con un pequeño llanto saliendo de ella—, trato de suicidarme               —agregó con la cabeza dentro del horno.

—No seas tonta Lu, así nunca podrías conseguirlo     —alegó su compañera de cabello castaño claro caminando hacía ella—. La hornilla del horno está cerrada —apuntó a la hornilla mientras Lucy sacaba la cabeza de él con torpeza—: Ves.

Lucy dejó escapar un suspiro de frustración, cerró la puerta del horno y procedió a sentarse en el piso de madera al lado de la estufa.

—No suelo ser muy inteligente a veces, y no tomo buenas decisiones cuando estoy bajo presión, ¿cierto? —se cuestionó a sí misma observando a Sarah descender—. Entre las postales de mi madre que vendrá de visita para acción de gracias, la situación con Oliver y los email de odio de Yuan, y sabes es asiática, ser competitiva es su segundo nombre. Incluso la descripción del correo decía "plañirás por esto Lucy Andrews"

—Que de buenas fiestas no justifica el hecho de que sea tan intensa —manifestó Sarah sentada a su lado, haciendo que Lucy apoyará la cabeza en su hombro—. Pero creo que no es motivo suficiente para “intentar” de una manera muy patética, acabar con tu vida —añadió entre comillas.

—No puedo lidiar con estas cosas, yo no soy buena para eso... Espera dijiste que da buenas fiestas.

—Lu, por favor eso no es lo que importa ahora. Escucha, las cosas mejoraran con el tiempo y algún día adquiridas el valor para confrontar a tu madre, supongo, por todo los años de abandono —agregó en un tono neutral—. Listo ya te conforte ahora levántate y vámonos al aeropuerto, solo Dios sabe que no me gustaría perder el vuelo a París, porque enserio, enserio, enserio quiero ir a París. ¿Ya te he contado que nunca he ido a París?

—Pero, pero... Aún me siento miserable. Además y si arruino el proyecto de París —argumentó Lucy al apurado entusiasmó de su  amiga— ya no tendré empleo. Y luego está lo de Oli, me duela demasiado.

—Bueno Lu, Oliver es... él es... cómo ponerlo en palabras que comprendas. Él es un ser egoísta, ambicioso y manipulador. Es su hábitat natural
—expresó levantándose con brusquedad del piso— ¡Vamos Lu, nunca he estado en París! Y no soy buena para este tipo de cosas. Además quiero beber un café delante de la torre Eiffel. Es cliché pero supongo que es una de las cosas que haces cuando vas a París —argumentó observando la cara de tristeza de su amiga—. Es que la única cosa que el tipejo ese tenía que hacer era no lastimarte para yo no tener que lidiar con estos inconvenientes —dejó resonar un suspiró de frustración.

—Entiendo, tal vez nunca has pasado por algo así. Después de todo, tú nunca compartes tus sentimientos conmigo, de hecho no sé mucho sobre ti —agregó Lucy con un leve gimoteo—. Y si lo piensas es algo loco ya que nos conocemos desde la universidad.

—¡Yo no soy insensible, si! Y no hay mucho que saber sobre mí —exclamó con rudeza—. Es solo que compartir tus emociones no soluciona nada, en cambio suelen empeorar las cosas. Yo vengo del Bronx, de una familia con pocas mujeres, la mejor forma de hablar en mi familia cuando algo te molesta es jugando una partida de Basketball o comiendo pollo frito. Cuando era pequeña yo no soñaba con ser princesa como tú —le señaló esbozando una sonrisa de resignación.

Sarah no comprendía como tratar de explicar que a veces no es necesario expresar emociones todo el tiempo. Ella viene de una familia poco convencional. El padre de Sarah, es un general pensionado de la marina de los Estados Unidos, su madre murió el día que la trajo al mundo y hace cuatro años había perdido a su abuela. La única figura femenina que había tenido en su vida. Está tiene cuatro hermanos y no por ser del sexo opuesto recibía un trato especial en la crianza estricta de su padre, aunque su abuela era una mujer cariñosa y bondadosa no solía opinar en la crianza de sus nietos y las pocas veces que lo hacía era para reprochar a su hijo la poca comunicación como padre, cosa que sus palabras no tenían resultado alguno sobre él. Mientras otras familias se sentaban a la mesa y compartían su día, la familia de Sarah se reunía en la sala frente a la tv, los deportes eran como los mandamientos.

—Entiendo, yo... —musitó mientras abría la puerta del horno nuevamente de manera melodramática.

—¡Oh vamos Lu! Si te cuento una pequeña anécdota de alguien, no de mí, si no de alguien más que conocí una vez por casualidad —volvió a sentarse al lado de Lucy con desencanto— Podrías considerar irnos al aeropuerto ya, y dejar de chantajear emocionalmente.

Lucy pasó las manos por su rostro limpiando las lágrimas y movió la cabeza en modo de afirmación mientras prestaba atención a las palabras que salían de Sarah.

—Cuando estábamos en la universidad conocí a una chica que estaba muy enamorada de un muchacho —dijo rodeando los ojos y dejando salir un suspiró amargo—. Resulta que está chica pensaba que su relación con esté chico sería para siempre; se casarían algún día, luego tendrían bebés y algo así con un final feliz... Sin embargo, un día todo eso se acabó. Y aunque aquella chica le costó un poco de tiempo reconocer que siempre tuvo dudas sobre lo que creía que quería… ella, solo lo superó y siguió adelante.

—¿Espera, eso no tiene sentido? Me niego a creer que si se amaban mucho y ninguno de los dos engaño al otro, es simplemente absurdo que no lucharan por su amor…

—Lucy, a veces las cosas se terminan sin haber engaños de por medio. Ella quería cosas distintas a él y comenzó a explorar. Así que como todo, tuvieron su final pero no fue feliz y ella lo superó y continuó adelante. Debes de comprenderlo algún día Lu. Tu eres fuerte, y vas a superar esto y mil cosas más que se atraviesen

Está se levantó del piso con un semblante cabizbajo cruzando los brazos y lanzándole una mirada a Lucy de, satisfecha.




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