La Leyenda del Elemental

Precaución, Nikkeijin cerca

La primera orden del día es hacer las compras, me alegro de que aquí es ordinario llevar bolsas de tela para no contaminar, Lizzie sería feliz aquí, llevo dos bolsas con un gato bebé jugando con una bola de estambre. La tienda no está lejos, o eso dice Sena, son solo unas cuantas cuadras. Sería fácil, y digo “sería” porque la banda de Katsumi viene a darme su cordial bienvenida, piensan que por ser un nikkeijin soy un tarado incapaz de distinguir entre una persona y un animal, sus padres siempre han sido nacionalistas radicales, mis padres me contaron una vez que querían postular una ley para prohibir que los nikkeijin ingresaran al país por traidores.

«¿Miren quién regreso? el error de la naturaleza —Katsumi se ríe y hace que los otros tres se rían también para alimentar su ego, pero tiene insultos tan malos como sus intenciones, cualquiera encuentra otra palabra más adecuada»

— Dile que no soy un idiota, sé lo que está diciendo y busque insultos más coherentes —le digo a Sena que le diga sus verdades al pesado de Katsumi, alguien tiene que hacerlo. Ella lo hace y espero ver el resultado.

«Si tan listos eres habla de una vez como deberías hacerlo, o solo eres un maldito americano —y vuelve a lo mismo, sus argumentos son inexistentes»

— Si vas a hablar de países, al menos aprende a distinguirlos, América es el continente, Estados Unidos es el país, volver a la escuela de una vez te haría de mucha ayuda —si algo aprendí de la Academia y de los que no somos de Estados Unidos es que es muy ilógico pensar que ese país es todo el continente, hay muchos países como para mandarlos a la mierda.

«Y tú deberías quedarte aquí en vez de negar quién eres y de dónde eres»

— No soy de aquí ni tampoco de allá, si viajaras más seguido lo comprenderías.

«¿Viajado a dónde? Solo hablas inglés porque le darás todo a ese país»

Quisiera gritarle que sí he viajado, que fui a México, a Londres, a París y que en menos de un año hice mucho más que él en toda su vida porque luché por ello, pero tengo que negarlo y pretender que tengo una vida sin nada interesante que presumir, sigo siendo el insípido nikkeijin del barrio que viene a resolver sus problemas.

— Ya vámonos de aquí, no valían la pena cuando eran niños, menos ahora —sigo caminando sin siquiera saber a dónde voy, estoy indignado, son esa clase de personas que me hacen sufrir sin golpearme o cortarme.

— ¿Solo te irás y ya? Sobreviviste a una guerra, te graduaste en tiempo récord, no tienes que dejarlos ganar —Sena me cuestiona por haber abandonado la pelea en vez de dejarlos con la boca abierta.

— No pienso darles más material, ¿el hijo de los Atsuta involucrado en una guerra americana? Llegarían a los golpes y mucho peor.

— Deberías enfrentarlos, callarlos de una vez, ni siquiera saben que eres un contingente, haz lo que sea que hagas y hazlos pagar.

— Leer mentes no ayudará, solo me sirve para averiguar lo que dicen —es la primera vez que admito mis poderes en vez de desviar el tema, el Tío Shingo me dijo que no dijera nada—. Por cierto, jamás escuchaste eso de mí, no sabes que hago yo.

— Ese poder es genial, si no lo quieres yo sí —Sena le quita las desventajas de ser un contingente, solo sabes cómo es hasta que lo vives, mi amiga teresa lo descubrió.

— Ósea no hacer nada, en entrenamiento solo me quedaba ahí parado dando órdenes y consejos, y tenía que pagar gimnasio por mi parte, es muy costoso para lo pequeño que era —ahora que solté un secreto confío en decirle un poco más.

— ¿Entonces cómo aprobabas?

— Trabajo en equipo, si sale bien me califican por estrategia y al otro contingente por ejecución. Pero no le digas absolutamente nada al Tío Shingo, me prohibió hablar de mis poderes.

— No quiero meterte en problemas, no se lo diré, pero si escuchas mis pensamientos por las noches juro que contaré todo.

— Por dios, no soy un depravado, además, no puedo leer los pensamientos de una persona que duerme, se bloquean y accedo solo a los de sus sueños, que no tienen ningún sentido —le suelto una pequeña parte de lo que puedo y lo que no con mi poder, es muy simple a comparación de otros poderes que necesitan clases especiales, leo mentes y punto—. ¿Dónde dijiste que estaba la tienda? Ya llevamos diez cuadras.

— No es casi nada, pensé que vivías en una ciudad —Sena me recuerda que ya no estoy en la academia o en el complejo de la rebelión, donde viví mientras reconstruían las partes dañadas de la ciudad, incluyendo la escuela y parte de la universidad, casi todo se trasladó al complejo y era más eficiente.

— Vivía en una preparatoria con edificios residenciales, casi todo estaba al alcance y después de la guerra casi todos vivíamos bajo el mismo edificio, no había mucho a donde ir, la mitad era un desastre.

— Pues tendrás que acostumbrarte a las largas distancias, el parque Yoyogi está diez veces más alejado que la tienda.

— No me hagas arrepentirme de mi visita.


 

La tienda es interminable, creo que Sena se confundió con un supermercado. Compramos lo básico y cosas que faltan, arroz, leche, las únicas verduras y frutas que podemos costear, carne muy costosa para volver a hacer la receta de la abuela, estoy en esa parte del viaje en la que vuelvo a comer lo mismo por lo delicioso que es y por el tiempo que llevo sin consumirlo tal cuál es y sin sustitutos. Sena me dice que tengo derecho a comprar unas papas fritas, quiere averiguar cuáles son mis gustos, elijo unas papas muy picantes, o eso dice en la envoltura, y le digo que quiero esas.



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En el texto hay: descubrimiento, dioses, héroe

Editado: 09.05.2024

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