La Leyenda del Elemental

La familia

Lavo los platos tranquilamente, estar de visita no me excusa de no ayudar, al contrario, estoy en mi segunda casa y debo ayudar. Mi abuelo lee el periódico del día y mi abuela escucha las noticias, hoy en específico pasan todo un documental sobre Racyn City al cumplirse dos años de su desinfección total y reconstrucción, claro que se trata más de la guerra que de la ciudad.

— ¿Qué habrá sido de aquellos jóvenes? —pregunta mi abuela al ver la imagen de nosotros inaugurando un monumento en nuestro honor, o uno de tantos que hay, en este caso mi cara ha sido censurada, los demás han permitido que se usen archivos de ellos siempre y cuando no los molesten en su vida diaria, asisten con normalidad a eventos para conmemorar batallas o inaugurar sitios que algunos de ellos aman.

— Viven una vida normal, he visto a algunos en la universidad o en esos lugares de arte, uno me saludó en mi trabajo —utilizo el saludo de Robert en mi trabajo como si fuera todo un evento.

— ¿Y del que jamás muestran? Puede que lo conozcas, como a los demás —mi abuela me pone nervioso, no me gusta mentirle, a nadie en general, pero no puedo decirle la verdad tal cual, solo el Tío Shingo me golpearía, ya me odia.

— Patrañas con esos mocosos —y hablando de mi tío, aparece por detrás frunciendo el ceño como es habitual—. Salvan a América y piensan que ya salvaron al mundo, yo lo hubiera notado al caminar por las calles.

— Hijo, te dije que no seas tan extremista, arriesgaron sus vidas y es muy digno de su parte.

— Por esos americanos, no arriesgarían su vida por alguien más que no fueran diferentes a ellos.

— El líder era mexicano, no tendría mucho sentido y Racyn City siempre ha sido muy variada —el Tío Shingo cruza la línea de nacionalista extremo a xenofóbico, sí, tal vez Estados Unidos peque en eso, pero no todos son monstruos.

— ¿Y ese chico misterioso es un nikkeijin? —me pongo nervioso con esa pregunta, él debió notarlo, porque me contesta—. Oh, sabía que ese mocoso es una vergüenza para este país, salvando a esos avariciosos en vez de salvarnos a nosotros, nosotros somos quienes necesitamos ayuda.

— Él solo hacía lo que le parecía correcto, casi siempre que lo veía en el refugio parecía tan concentrado en lo que hacía.

— Oh, por dios, ¿Y hablaste con él? —Sena aparece detrás de mí, haciéndome manchar el delantal con agua y jabón.

— Un saludo casual, incluso después de la guerra todo el mundo estaba muy ocupado.

— Hija, deja de darle importancia a ese sucio nikkeijin, traicionó a su patria.

— Shingo, alístate para el trabajo en vez de estar con tu palabrería, cometes los mismos errores que aquellos a quienes odias más —el abuelo siempre es muy sabio, sabe que decir y es muy exacto, yo quisiera ser cómo él.


 

Ya he terminado de lavar los trastes y solo estamos mi abuelo y yo en la casa, la abuela se fue con unas amigas, el Tío Shingo se fue a trabajar y Sena a la universidad; es una buena oportunidad para hablar con el único que realmente sabe quién soy y al que jamás le he mentido.

— Abuelo… —él voltea y asiente para darme permiso para hablar—. Tengo una duda, acerca del libro, el del mito, ¿Dónde lo conseguiste?

— ¿Cuál libro del mito? No recuerdo haberte dado a ti o a tu padre ningún libro acerca de un mito.

— Pero si está en mi habitación y es el favorito de Sena, ya sabes, lomo rojo y detalles de oro con las gemas en la portada.

— No recuerdo el libro, ni que ustedes lo hayan leído, ¿estás seguro de que no era otro más?

— Estoy totalmente seguro, es sobre el mito de los elementales que se dividieron por el elemental de agua y cuando vuelvan habrá una guerra, lo dejé aquí la última vez que vine.

— Jayden, estoy seguro de no tener ese libro, mucho menos de habértelo dado. Él mito sí lo conozco, es un simple cuento, como la historia de Momotaro. No hay que darle vueltas al asunto, tal vez nuestros ancestros dejaron el libro y lo encontraste, después de todo, esta casa tiene mucho que contar, más por los sucesos históricos que por la historia familiar, los Atsuta acostumbran a viajar muy seguido —viajar muy seguido, eso es nuevo, pensé que era el primer Atsuta en estar lejos de Japón y no tener tanta conexión.

— ¿No fueron mis padres los primeros en salir de Japón? Siempre me decían que yo hacía historia al ser el primer nikkeijin de la familia.

— Le dije a tu padre que no te inflara el ego, cuando pasan estas cosas no terminan bien, pero no eres el primer nikkeijin de la familia, ha habido muchos en toda la historia y su descendencia ha dejado cierto impacto —va por un libro de fotografías en la sala, le gusta mucho guardar muchos recuerdos y aprovecha que está con llave para documentar mi historia. Muchas fotografías son de los Atsuta que se han quedado en Japón o los que han vuelto al país, pero se detiene en una página de un ancestro del siglo XX con unos boletos del Titanic—. Décimo tercero nikkeijin, Atsuta Kaito, pasajero británico de tercera clase que decidió separarse de la familia, acompañaba al único japonés reconocido, Masabumi Hosono, amigos de la infancia. Kaito no sobrevivió, Hosono no pudo salvarlo por la diferencia de clase social.

— ¿Y qué pasó con Hosono?



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En el texto hay: descubrimiento, dioses, héroe

Editado: 09.05.2024

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