La Leyenda del Elemental

Viaje a Yamatai

Kuki Kara logra compactar un duro entrenamiento de meses en una semana muy agobiante, casi todo se trata en meditar…sí, solo es meditar y nada más, lo que para ambos resulta en un fracaso evidente que le colma la paciencia a Kuki Kara, en tres días no logramos nada por no poder concentrarnos a ese alto nivel en el que él se mantiene todo el tiempo, mi caso es interesante porque mis poderes incluyen el pensar y concentrarme lo más que pueda. Masato es muy distraído y yo me estreso al poco tiempo, tenemos problemas que debemos solucionar y atrasan el entrenamiento una semana entera. Masato no dice que es lo que hace para solucionar su falta de concentración, yo no tengo pena en decir que consigo un psicólogo, uno de California en lugar de uno japonés o de Racyn City, me hace sentir conectado a donde mi vida inició. Mi diagnóstico resulta ser mejor de lo que pensaba, todos mis amigos tenían una lista interminable de problemas psicológicos en su prueba psicológica poco después de terminar la guerra, yo solo tengo estrés postraumático, como todos en esa guerra, ansiedad y trastorno obsesivo-compulsivo, pensaba que estaría peor de lo que pensaba, un factor determinante es que de algún modo mi miedo de sentirme vacío desapareció, he dejado de pensar en mi futuro obsesivamente y no tengo depresión o al menos no es tan fuerte como la de Axel, hasta la fecha sigue tomando antidepresivos y porque fue por el doctor. La primera sesión ayuda mucho a despejar mis mayores dudas, claro que el psicólogo no dice si estoy bien o mal, me hace ver cómo me preocupo demasiado, todo tiene que ser perfecto para mí y no es humanamente posible.

Cuando entrenamos puedo concentrarme más, me enfoco en lo bueno y alejo todo pensamiento alarmante, investigando por ahí descubrí que tenemos un espantoso aseo mental dejando que cualquier pensamiento nos invada, al pasar eso lo analizo y lo dejo ir en vez de tratar de ignorarlo o dejarme llevar. En los primeros dos días no pasa nada y Kuki Kara trata de no perder la compostura, para el tercero empezamos a manifestar una especie de aura que no se estabiliza y a los pocos segundos se esfuma. Yo soy el primero en poder cambiar de forma… no lo es, solo me aparece un traje de ronin que deja expuesto mi hombro derecho destacando mi marca con una mancha de un fuerte anaranjado a su alrededor y mi cabello está recogido y más largo saliendo de un casco delgado con orejas de zorro, el uniforme es más ligero y menos voluptuoso, eso teniendo en cuenta que está forrado con piel de zorro blanco y anaranjado; represento a un kitsune. No tarda mucho, en cuanto me alegro por no ser el segundón que debe estar tratando de seguirle el paso a los demás el traje desaparece y vuelvo a usar mi pijama y mi cabello a su largo original.

Kuki Kara me regaña por deshacer la transformación por idiota y al octavo día ya puedo transformarme en kitsune por más tiempo y Masato se transforma en un dragón rojo, o en un ronin rojo.

Vamos al Parque Costero de Wasaku para zarpar a la “isla de la perdición", como Masato le llama. Ambos venimos con nuestros trajes de batalla a pesar de las quejas de Kuki Kara, debo usar un traje excelente para que los demás no nos vean como los malos, cuestiones de clasismo. Y nos vamos a ir en una.... ¿Nube? Pensaba que tendríamos un barco del antiguo Egipto o de Japón siquiera, tal vez esos aviones de la primera guerra mundial forrados de papel. Pero no, nos iremos en una nube, el transporte predilecto digno de un elemental de aire.

—¿Estás seguro de que es la mejor opción? —rompo el silencio incómodo formado por nuestra reacción, dudo que esa cosa pueda volar.

— La mejor y la única, ciertamente, es un medio muy seguro.

— Somos cuatro y una nube no se caracteriza por ser tangible —Masato me sigue la corriente.

— No creo que podamos elevarnos más de un metro —Kuki Kara se ve indiferente a pesar de nuestras razones para preocuparse.

— Mis nubes son muy resistentes, aguantará el peso sin problemas.

Antes de meternos en más problemas y discusiones que no pintan a terminar bien, me ofrezco voluntario para subirme y es como una cama en occidente. Los convenzo de subirse y ahora no se quejan por la seguridad, se quejan de lo incómoda y dura que es.

— No podrían soportar una noche en Racyn City, así son las camas.

Kuki Kara es el último en subir y la nube sale disparada por los aires, agradezco que mi cinta esté bien asegurada, la capa de Masato ondea violentamente al punto de lastimarme al tener contacto con mi brazo. Luego para en seco a una gran altura y en un rápido movimiento atrapo la mascarilla que logró zafarse por el cambio brusco.

— Ahora sí, vamos a Yamataikoku.

 

El resto del viaje la nube va a una velocidad normal y no tan agresiva, confirmo que dejamos la isla principal de Japón cuando no hay barcos ni aviones a lo lejos, estamos en medio del océano con ocasionales apariciones de islas muy pequeñas que se ven como pequeñas manchas. El clima es tan bueno y tan radiante, solo falta mi agua de coco y lentes de sol para decir que tengo mi experiencia playera perfecta. En media hora no hay más que tranquilidad, silencio e incertidumbre. Es pasada justo esa media hora cuando la batalla comienza. A lo lejos una tormenta se torna cada vez más violenta, los rayos hacen un ruido tremendo, los vientos se intensifican y miles de flechas se dirigen hacia nosotros. Hemos entrado al Triángulo del Dragón.

Lo demás es muy rápido, nos transformamos en ronins, una flecha logra encestar en la pantorrilla de Masato, Zyo intenta congelar el agua y termino tropezando de la nube, cayendo al océano.



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En el texto hay: descubrimiento, dioses, héroe

Editado: 09.05.2024

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