La Paz de un Villancico

17. PORQUE

SARAH

Su cabeza se levantó bruscamente después de que esas palabras salieran de mi boca, frunció el ceño en señal de confusión.

—¿Qué? ¿Por qué? —Me puse de pie, tratando de evitar su mirada.

—Simplemente creo que es importante. Si ella es alguien especial para ti, entonces debería conocerla. Si quieres involucrarte en la vida de Louis, ella tiene que conocerlo. —Matthew se acercó, sus manos descansando en el respaldo de la silla frente a mí.

—Sarah, ya no importa. Voy a terminar las cosas con ella. —Lo miré fijamente, mi corazón dolía por la mujer.

—No puedes hacer eso, Matthew. Si te preocupas por ella, no deberías terminar esto por mi culpa. —Su mandíbula se tensó mientras se inclinaba hacia adelante, respirando profundamente, sus nudillos se tornaron blanco mientras apretaba la silla frente a él.

—Esto no se trata de ella. Se trata de nosotros. De Louis. De... —hizo una pausa la cual se me hizo eterna—. Lo que siento por ti. —Tragué con un poco de dificultad, mi garganta estaba repentinamente seca. Todavía no puedo creer sus palabras.

—Matthew, no podemos reescribir todo simplemente porque tenemos a Louis. No es justo ni para ella ni para ti. —Golpeó la silla frente a él, la frustración brilló en sus ojos.

—Esto no es una obligación, Sarah. ¿No lo entiendes? Quiero estar aquí. Para ti. Para nuestro hijo. Porque te amo. No porque tenga que hacerlo, sino porque lo elijo. Esto es un jodido desastre. —Sus palabras quedaron deambulando en el aire.

No podía dar mi brazo a torcer. Debía ser más fuerte que esto. Sacudí la cabeza lentamente, con lágrimas en los ojos.

—No puedes tomar esa decisión por mí, Matthew. No puedo construir un futuro contigo, sabiendo que tal vez no lo tenga. —La habitación quedó en silencio. Su mirada se clavó en la mía, buscando respuestas que no estaba segura de poder darme.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó finalmente.

Bajé la mirada, incapaz de enfrentarlo. Caminé hacia la ventana más cercana, respirando con dificultad.

—Los resultados de mis últimas pruebas no fueron positivos. —Su fuerte inhalación de aire resonó en la silenciosa habitación.

—¿Qué significa eso? —Preguntó con evidente preocupación.

—Significa que los tratamientos no están funcionando como esperábamos —confesé con la voz entrecortada, liberando el dolor que esas palabras me causaron. Esta sería la primera vez que alguien escucharía lo que me dijo el doctor durante mi última visita, que fue cuatro días antes de venir a St. Paul.

» No sé qué me depara el futuro, Matthew. No sé si siquiera tengo un futuro que darte. Así que, por favor, entiende que sería egoísta de mi parte enredarte en el sufrimiento. Quiero que sigas con la vida que tienes. —Rodeó la silla y se agachó frente a mí, sus manos buscando las mías.

—Sarah, escúchame —dijo con sus ojos clavados en los míos—. No me importa la incertidumbre. No me importa el miedo. Todo lo que me importa eres tú y Louis. Déjame estar aquí para ti. Déjame amarte. Déjame amarte como debería haberte amado hace años.

Las lágrimas se derramaron por mis mejillas mientras movia la cabeza en negación. Las sequé rapidamente. No podia negar que sus palabras eran hermosas. Me hubiera encantado escucharlas en otro momento de mi vida, pero ahora mismo, no podía volver atrás.

—Tengo miedo, Matthew. No quiero que desperdicies tu vida por alguien que tal vez no...—las palabras se quedaron atoradas en mi garganta, porque solo yo era consciente del dolor y vacío que causaban—. Que tal vez no lo logre.

Su agarre en mis manos se hizo más fuerte.

—Lucharemos para encontrar el mejor tratamiento. Uno que funcione, todo volverá a ser como antes. Tú no eres una carga, Sarah. Eres mi corazón. Y lucharé por ti, durante el tiempo que nos quede sobre este mundo terrenal.

Por un momento, el mundo a nuestro alrededor pareció desaparecer, reemplazado por la calidez de sus palabras, pero en el fondo, sabía que el camino que tenía por delante era incierto.

Sin embargo, no podía dejar de lado mi enfermedad, nuestro hijo, su presencia presionándome. Traté de estabilizar mi respiración, de mantenerme con los pies en la tierra, pero cuando Matthew dio un paso más cerca, sentí que mi determinación flaqueaba.

—Sarah, necesito que entiendas algo. —Negué y di un paso hacia atrás instintivamente.

—Matthew, no lo hagas. Por favor, no hagas que esto sea más difícil de lo que ya es.

—¿Más difícil? —repitió, frunciendo el ceño—. Sarah, no se trata de hacer las cosas más difíciles. Se trata de ser honesto contigo, conmigo mismo. —Podía ver a través de sus ojos que no mentía, pero me aterrorizaba.

—Tienes una novia. Alexa te está esperando. Ella merece tu lealtad. —Decir esas palabras me dolió, pero no podía ignorar la verdad.

La mandíbula de Matthew se tensó y se pasó una mano por el cabello.

—Alexa lo sabe —dijo con simpleza, y yo me congelé en mi sitio.

—¿Sabe qué? —Pregunté, porque no creía que Alexa supiera de mí o de Louis.

—Ella sabe lo que siento por ti —admitió—. Lo sabe desde hace tiempo. No es ciega, Sarah. Lo vio en mí antes de que yo se lo admitiera. —Sus palabras me golpearon como una ola, dejándome sin aliento. Lo miré fijamente, incapaz de procesar lo que estaba diciendo.

—Matthew, eso no lo hace correcto. El hecho de que ella lo sepa no significa que...

—¿No significa que no pueda amarte? —interrumpió, elevando ligeramente la voz—. Sarah, he estado fingiendo durante tanto tiempo. Fingiendo que podía seguir adelante, que podía dejarte ir, pero no puedo y no lo haré.

—No lo entiendes —susurré—. Esto no se trata solo de nosotros, Matthew. Se trata de lo que es correcto, de hacer lo correcto. —Dio otro paso hacia adelante, acortando la distancia entre nosotros.

—¿Y si esto es lo correcto? —preguntó su voz era más suave, casi suplicante. Sus brazos me tenían sin escape—. ¿Y si estar contigo y Louis, es lo único que se siente bien? —Negué otra vez, pero mi muro se estaba desmoronando.




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