MATTHEW
Todo se volvió borroso a medida que el reloj se acercaba a la medianoche. La alegría festiva que había cubierto el día fue reemplazada de repente por una tensión sofocante. Sarah se desplomó minutos después de entrar a casa. El pánico se apoderó de mí cuando vi la sangre, antes de ser llevada rápidamente al hospital.
Todo esto me parecía una pesadilla, nunca hubiera imaginado que mi vida resultaría así. Me llevó varios días procesar todo, especialmente saber que tenía un mini-yo y que Sarah estaba enferma, pero entonces Alexa decidió aparecer sin invitación. La vida me estaba lanzando bolas curvas sin parar.
Caminé por el pasillo, con las manos temblorosas y el corazón acelerado mientras esperaba alguna noticia. Los padres de Sarah estaban sentados cerca, Hailey agarraba con fuerza la mano de su esposo. Louis estaba en casa con mi madre, felizmente inconsciente del caos que se desarrollaba o del peligro que acompañaba a su madre.
Alexa quería estar aquí y nadie se opuso, estaba sentada al final del pasillo.
Cuando finalmente aparecieron tres médicos, sus expresiones eran sombrías para nada alentadoras.
—¿Son ustedes su familia? —preguntó uno de ellos bruscamente.
—Sí —dije antes de que Hailey y Paul pudieran responder—. ¿Cómo está? ¿Qué está pasando? —Un médico mayor se ajustó las gafas y se cruzó de brazos.
—Sufrió una hemorragia pulmonar causada por una neumonía no tratada. Esto no se desarrolló de la noche a la mañana. ¿Cuánto tiempo lleva mostrando síntomas? —Me quedé paralizado, intercambiando miradas de pánico con los padres de Sarah.
—Nosotros… no sabíamos que había llegado a esta situación tan grave. Ella… Ella insistió en que estaba bien. Que era solo un resfriado leve. —Los ojos de Hailey se llenaron de lágrimas mientras tartamudeaba.
La mandíbula del otro médico se tensó.
—¿Bien? Esto no está bien. Alguien debería haber insistido en traerla antes. Está gravemente inmunocomprometida por el tratamiento. Ignorar síntomas como este es increíblemente peligroso. ¿No se los dijo su médico?
—No quisimos descuidarla ¿Qué podemos hacer ahora? ¿Cuál es el procedimiento? —pregunté y el rostro del médico se suavizó un poco.
—Logramos estabilizarla, pero su régimen de tratamiento actual no está funcionando. Puedo sugerir más quimioterapia, pero sus niveles indican que el cáncer ha avanzado significativamente. La única opción viable que queda es un trasplante de médula ósea. Es un procedimiento complejo y tendríamos que encontrar un donante compatible lo antes posible.
—¿Un trasplante? —preguntó Paul, secándose las lágrimas que no derramaba—. ¿Cuáles son sus posibilidades? —Los médicos se vieron entre ellos y esos segundos de silencio fueron insoportables.
—Sin un trasplante, sus posibilidades de supervivencia son escasas. Con él, hay esperanza, pero hay un largo camino por delante y cuanto antes actuemos, mejor. Podemos tratarla mientras tanto. —Sentí que el aire abandonaba mis pulmones. Mi mente corría a toda velocidad mientras la gravedad de la situación se apoderaba de mí.
—¿Cómo encontramos un donante? —pregunté de manera atropellada. No puedo perder a Sarah.
—Comenzaremos por hacer pruebas a los miembros de la familia inmediatamente. —explicó el doctor—. Si ninguno de ustedes es compatible, ampliaremos la búsqueda al registro nacional. Puede llevar tiempo, pero cada momento cuenta. —Hailey asintió con el rostro totalmente lleno de lágrimas corriendo por sus mejillas.
—Háganme la prueba. Háganos la prueba a los dos.
—Yo también lo haré. Lo que sea necesario —dije sin dudarlo.
El doctor asintió levemente.
—Bien. Haré que la enfermera venga a empezar a hacer pruebas.
Mientras se alejaban, me hundí en una de las frías sillas de metal, con la cabeza entre las manos. Así no era como se suponía que iba a transcurrir la noche. Sarah había estado sonriendo apenas unas horas antes, su risa llenaba la habitación mientras Louis se aferraba a ella. Y ahora esto.
—Matthew —dijo Hailey suavemente, colocando una mano sobre mi hombro—. Ella es una luchadora. Ha llegado tan lejos. Tenemos que creer que lo superará. —Asentí aunque el nudo en mi garganta me impedía hablar. Todo lo que podía pensar era en la promesa que le había hecho a Sarah días antes, que estaría allí para ella y nuestro Louis. Y tenía que cumplir esa promesa más que nunca.
Los minutos se sintieron como horas mientras esperábamos. Finalmente, una enfermera vino a recogernos para realizarnos las pruebas. Apreté los puños, decidido a ser la persona compatible que Sarah necesitaba. El fracaso no era una opción.
—Sé fuerte —me susurré a mí mismo mientras seguía a la enfermera—. Por ella.
El olor estéril del hospital permaneció en mi nariz mientras esperaba en el pasillo fuera de la sala de pruebas. Mis pensamientos eran un caos. La posibilidad de ser compatible con el trasplante de médula ósea de Sarah era lo único a lo que me aferraba, pero pensar en todo lo que había sucedido anteriormente era abrumador. Mis manos temblaban mientras miraba el formulario en mi regazo, mi firma apenas era legible de lo rápido que la puse sobre el papel.
Escuché pasos acercándose en mi dirección. Al levantar la cabeza, vi a Alexa caminando hacia mí. Su expresión era difícil de descifrar.
—Matthew —dijo suavemente. Se sentó a mi lado, haciendo una pausa por un momento antes de continuar
» ¿Tú... no sabías nada? ¿Sobre qué Sarah estaba embarazada o enferma? —Negué, apretando la mandíbula.
—No —dije con los dientes apretados—. Nadie me dijo nada. Ni mis padres. Ni los de ella. Ni Sarah. —Alexa asintió, sus labios formando una fina línea.
—Hablé con la madre de Sarah mientras estabas allí. —Me miró con la ceja alzada escudriñando mi rostro—. Me contó un poco. —Fruncí el ceño, mi corazón latía más rápido.
—¿Qué cosas te dijo? —Alexa respiró profundamente, inclinándose hacia adelante como si intentara estabilizarse.
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Editado: 29.01.2025