MATTHEW
Cuando llegué a la casa de los padres de Sarah, mi corazón se detuvo. Sarah estaba en el porche, envuelta en una manta gruesa a pesar del clima templado. Estaba más delgada de lo que recordaba, su piel tenía un tono pálido que me asustó, pero sus ojos se iluminaron al verme. Louis estaba en sus brazos, y cuando me vio, extendió sus bracitos hacia mí con un entusiasta "¡Papá!"
—¡Llegaste! —gritó Sarah, con lágrimas corriendo por sus mejillas.
Corrí hacia ellos, sintiendo cómo se me apretaba el pecho al ver lo frágil que se veía. Tomé a Louis en mis brazos y abracé a Sarah con mi brazo libre, siendo cuidadoso de no apretarla demasiado fuerte.
—Te dije que regresaría —susurré contra su oído, sintiendo cómo temblaba.
—Te extrañé tanto —murmuró, aferrándose a mí como si tuviera miedo de que desapareciera de nuevo—. Louis preguntaba por ti todos los días.
—¡Papá casa! —balbuceó Louis, tocando mi cara con sus manitas.
—Sí, campeón, papá está en casa —le dije, sintiendo cómo se me llenaban los ojos de lágrimas al ver lo mucho que había crecido en mi ausencia.
Fue entonces cuando Alexa se acercó desde el auto, con una sonrisa genuina, pero preocupada al ver el estado de Sarah.
Alexa literalmente me empujó lejos de Sarah para poderla abrazar.
—No sabía que vendrías. —mencionó Sarah. Mientras la rubia de mi ex seguía abrazándola.
—Ni yo tampoco. —dije—, pero me di cuenta de que venía a verte.
—Eso no es mentira, pero también vengo a ayudar a Matthew a negociar su participación. Mi padre ha enviado una carta de recomendación al comité esperemos que consideren el caso de Matt. —Sarah asintió, sosteniendo la mano de Alexa.
—Muchas gracias por eso. —respondió Sarah
—No lo hago por él. —dijo ella acariciando la carita de mi hijo.
En ese momento, los padres de Sarah salieron a recibirnos, y pude ver en sus rostros la preocupación que habían estado cargando. Paul me abrazó fuertemente.
—Gracias por volver, hijo —me susurró al oído—. Ella te necesita más de lo que admite.
Hailey se acercó y tomó a Louis de mis brazos.
—¿Por qué no entran? Preparé café y Louis está ansioso por mostrarle a papá sus nuevos juguetes.
Esa tarde, mientras Sarah descansaba, me senté en el suelo de la sala jugando con Louis. Había crecido tanto en los meses que estuve fuera.
Ahora corría por todas partes, decía más palabras, y tenía una personalidad tan vivaz que me llenaba el corazón.
—¡Papá, mira! —gritaba cada vez que lograba apilar tres cubos sin que se cayeran.
—¡Increíble! —le respondía, y él se reía con esa risa contagiosa que había heredado de Sarah.
Alexa se sentó junto a nosotros, observando la interacción con una sonrisa.
—Es idéntico a ti —comentó.
—Pero tiene la sonrisa de su madre —respondí, viendo cómo Louis intentaba imitar los sonidos que hacía con los juguetes.
—¿Papá jugar más? —me preguntó Louis, trepándose a mis piernas.
—Siempre, mi niño. Papá va a jugar contigo todos los días —le prometí, abrazándolo fuerte.
Fue en ese momento cuando Sarah apareció en la entrada de la sala, apoyándose en el marco de la puerta. Se veía cansada, pero había una sonrisa genuina en su rostro al vernos juntos.
—¿Les interrumpo? —preguntó entrando a la sala.
—¡Mamá! —gritó Louis, corriendo hacia ella.
Sarah se agachó para recibirlo, pero vi cómo le costó trabajo mantener el equilibrio. Me levanté rápidamente para ayudarla.
—Estoy bien —dijo antes de que pudiera preguntar, pero su palidez decía lo contrario.
Esa noche, después de acostar a Louis, Sarah y yo nos sentamos en el columpio del porche. La había notado más frágil, y sabía que la conversación que veníamos evitando tenía que suceder.
—¿Cómo han estado las cosas realmente? —pregunté finalmente, tomando su mano que se sentía fría incluso en el clima templado.
Sarah suspiró profundamente, recostándose contra mi hombro.
—Ha sido difícil, Matthew. Los doctores... —suspiró profundamente—. Los doctores dicen que la quimioterapia no está funcionando como esperaban. De hecho, parece estar empeorando las cosas.
Sentí como si me hubieran golpeado en el estómago. Había esperado escuchar que estaba mejorando, que mi regreso coincidiría con buenas noticias, pero parecía ser todo lo contrario.
—¿Qué significa eso exactamente?
—Significa que necesitamos explorar otras opciones. Hay una posibilidad... un trasplante de médula ósea, pero necesitan encontrar un donante compatible, y eso... puede tomar tiempo que tal vez no tengo.
La abracé más fuerte, sintiendo que el mundo se desmoronaba a nuestro alrededor.
—Vamos a encontrarlo —respondí con determinacion, intentando darle algo de seguridad mientras por dentro me estaba muriendo de miedo—. Vamos a encontrar ese donante.
—Matthew, necesito que entiendas algo —dijo, levantando la cabeza para mirarme a los ojos—. Hay una posibilidad real de que esto no termine bien. Y si eso pasa...
—No —la interrumpí—. No vamos a hablar de eso. Vamos a luchar. Por favor no te desanimes. Ya lo hemos hablado Sarah. Tu no te vas a morir, ¿me escuchas?
Nos quedamos en silencio por un momento, escuchando los sonidos de la noche, ambos perdidos en nuestros pensamientos.
—Matthew, sobre tu carrera...
—Mi carrera puede esperar —la interrumpí—. Tú y Louis son mi prioridad ahora.
—Pero los Nacionales...
—Encontraré la manera de hacer que funcione. Tal vez no pueda ir a las Olimpiadas representando a Rusia, pero puedo competir aquí. Puedo luchar por un lugar en el equipo olímpico en casa.
Sarah me miró y sus ojos brillaban a causa de las lágrimas, mientras en sus labios se dibujaba una sonrisa.
—No quiero ser la razón por la que abandones tus sueños.
—No estoy abandonando nada —le dije firmemente—. Estoy eligiendo lo que realmente importa y esa eres tú. Haré todo lo posible para hacerte feliz.
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Editado: 15.12.2025