La ultima vez que lloré.

Capítulo XIV: Las últimas tardes del Verano

Ya es finales de verano, lentamente comienza a sentirse un poco más fresco, se hacen más grises los días y el silencio dejados atrás por todos los insectos que habitan el jardín se hace notorio, pronto empezaran a cambiar de color las hojas de los árboles. 

Es temprano y me voy al trabajo dejando a Serenity junto a la bebé, esa mujer últimamente me ha metido en varios aprietos, cada vez se me hace más difícil quedarme a solas con ella. Así que busco cualquier excusa para mantenerme separado y ella al fin o al cabo termina estando siempre junto a mí (y me mira tan inocentemente sin siquiera darse cuenta de que me está matando). Casi pierdo la cordura hace unos días por ella, cuando me contó todas las cosas que había pasado, la vi tan cabizbaja y quería besarla (tenía tantas ganas de por lo menos un beso de sus tiernos labios) y al final, tal vez porque no me podía ir sin hacer nada la besé en la frente. 

Llego a mi oficina y Antonio me recibe con su habitual forma, me dice de las reuniones del día. 

— Señor — me dijo — dígame por favor que no le entregó los papeles a Serenity. 

— No, su prima apareció y todo se complicó. 

— ¿Y se los va a dar? 

— No, no creo que sea prudente; tal vez tengas razón y no es buena idea. 

— Es que no es buena idea... 

— Le estaría devolviendo su libertad. 

— Primero, ella es libre y usted no la obligó a casarse. Segundo, usted sabe cómo se pone ella con este tipo de temas; se sentiría traicionada. 

Con eso último me hizo pensar en lo que me contó Serenity. ¿cuál sería la diferencia entre su familia y yo? 

— Bien — le dije — esperare a que ella quiera separarse, no lo propondré yo. 

— Jefe. Mejor simplemente dígale a su esposa la verdad. 

— Me acabas de decir que no le hable del divorcio. 

— Me refiero a que está enamorado de ella; los papeles del divorcio quémelos antes de que ella los vea. 

— No puedo hacer eso — le dije — no puedo decirle. Ella encontrará a alguien mejor. 

Duramos un rato en silencio y no volvimos a hablar hasta después de la reunión. Luego hable un rato por teléfono con uno de los ejecutivos de la sucursal de Italia, los trabajos estarán listos en un par de semanas y tendré que ir para la revisión del proyecto en unos días y después volver para la inauguración. 

Antonio me mira fijamente un rato. 

— ¿Usted no durmió muy bien ayer, ¿no? 

— No, volví a soñar con el incendio y vuelve a pasar todo de nuevo y muchas veces veo a Serenity y a Audrey allí también. Como si el fuego las hubiese acabado también. 

— ¿Cuántas veces ha soñado eso? 

— No lo sé a ciencia cierta, tres o cuatro, tal vez. 

— Eso es un sueño recurrente, solo demuestra que no quiere perderlas; que Serenity y ella niña son importantes para usted. 

No le respondí nada. 

— ¿Y.… esa es la única clase de sueño que ha tenido con ella? — me dijo en tono algo sugerente. 

Lo mire de una manera algo cortante y él se río. 

— Aun sigo sin entender todo esto — le digo — aún me duele el alma al verla, es como si mi amor por ella y el dolor por Hanna se hubiesen mezclado.  

— ¡Repita eso! — me dijo algo exigente — ¡por fin lo admitió!; ya creía que nunca pasaría. 

Y así es como Antonio usa sus trucos, para que diga cosas que no quiero. 

Fue hay que entro un muchacho a la oficina. 

— Señor Harrison — dijo algo nervioso el muchacho. 

Antonio se levantó para salir de la sala. 

— Antonio quédate — le digo — este muchacho es tu reemplazo necesito que lo entrenes. 

— ¿¡Mi reemplazo!? — dice Antonio sorprendido. 

— Tienes dos semanas para enseñarle a ser un buen asistente; solo no lo enseñes a ser metiche... 

El muchacho observaba como con una de asombro a la vez que no decía nada por causa de sus nervios. 

— Smith, esperé afuera — le dije al muchacho. 

— ¿Señor en que está pensando? — me pregunto Antonio preocupado. 

— ¿No puedes deducirlo? 

— Señor, no se ofenda. Pero, hay veces en las que leerlo a usted es como intentar leer jeroglíficos mientras cuelgas de cabeza sobre una fosa de serpientes. 

— Ya que no le daré papeles a Serenity te los daré a ti — le dije pasándole una carpeta con unos documentos. 

Él inmediatamente los abrió y me mira asombrado. 

— Señor esto... 

— Una beca, vuelve a la universidad y termina tu carrera — lo interrumpí — no permitiré que desperdicies tu potencial fastidiando a tus superiores... obviamente tendrás un sueldo permanente para la ayuda de tu familia. 




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