La ultima vez que lloré.

Capitulo XVI: Un capricho del azar

Cuando íbamos saliendo el señor Grunin nos alcanzó y volvió a hablarnos, ahora más enojado conmigo. 

— ¡Esperen! — nos dijo, aunque sé que fue solo a ella. 

— ¿Qué quieres ahora? — dijo ella enojada. 

— Quiero hablar, se supone que soy tu padre, por eso debo cuidarte; Serenity, lo que buscas en este sujeto — dijo señalándome — es la figura paterna que nunca tuviste, la que yo quiero ser y he querido ser durante catorce años. 

Serenity le lanzó una mirada filosa llena de cierto rencor que en el fondo era dolor. 

— No metas a George en tus teorías; yo tuve una figura paterna — le dijo — no sé si lo conociste, se llamaba Joshua Johnson. Él estuvo con nosotras, fue nuestro único apoyo, y no fue porque se sintiera culpable. 

En ese momento interrumpí, ellos no estaban más que hiriéndose uno al otro y destrozando algo que ya estaba hecho pedazos. 

— Serenity, toma las llaves y ve al auto — le dije — Quiero hablar con el señor Grunin en privado. 

Ella solo me miro, le puse delicadamente la mano en el hombro. 

— Ve — le dije. 

El señor Grunin quiso ir tras ella, pero yo lo detuve. 

— Ya dije que usted y yo tenemos que hablar — le dije — Pero hagámonos como hombres. 

Grunin solo me miro, yo por suerte soy más alto y fuerte que él así que dudo que quiera confrontarme. De vez en cuando es bueno tener un aspecto intimidante. 

— ¿¡Quien rayos se cree usted!? — me dijo furioso. 

— Eso no tiene relevancia; se supone que el tema importante entre nosotros es Serenity, así que como ella es lo que nos importa tengamos esta conversación. Pero pongamos un par de reglas; primero, no me insulte se supone que usted es abogado, actué como uno y cálmese parece que le dará un infarto. Segundo, esta conversación debe ser breve, su hija me está esperando. 

El señor Grunin me miró un instante y pareció darse cuenta que era la mejor opción. 

— Bien, hablemos — me dijo, estaba cabizbajo y pensativo, estaba herido. 

— Escuche lo que le voy a decir señor Grunin; sé que está preocupado por ella y que quiere ganarla, pero me temo que si sigue así jamás lo lograra. 

— ¿Qué sabe usted? 

— La conoció en un parque cuando ella tenía catorce años, ha intentado acercarse a ella y no lo ha logrado o por lo menos no mucho. 

— ¿Ella te dijo eso? 

—  Sí; ahora, escuche lo que le diré, a Serenity pídale perdón, pero no se excuse, no le diga estupideces como "era joven" o "no sabía lo que hacía", si hace eso usted se está justificando y lo que usted hizo no tiene justificación, no para ella; y siento decirle que es tarde para rogar por el perdón de Grace, a quien usted le hizo el mayor daño y la verdadera razón por la que no logra ganarse a Serenity; Dígame ¿alguna vez procuro pedirle perdón a Grace? 

— ¿A qué se refiere? 

Esa pregunta incluso me ofendió un poco, y me alegré de que Serenity no haya escuchado. 

— Usted sabe eso — le dije — pero se ha acabado el tiempo, pero al parecer esta conversación debe continuar — le dije y le di mi número de teléfono. 

— ¿Por qué está haciendo esto? 

— No quiero que ella tenga heridas — le dije y me marché. 

Ahora me tocaba enfrentarme a lo que había hecho, sé que no debí besarla, pero no me arrepiento ni siquiera un poco de eso, a pesar de que a ella le sorprendió bastante y no se cual vaya a ser su reacción.   

— Serenity — le dije cuando me subí en el auto — Creo que debo pedirte perdón. 

— Si es por el beso, no te preocupes no hay problema con eso, lo entiendo — dijo, pero no me miro. 

Fue difícil conversar, casi no nos dirigimos la palabra hasta llegar a la casa y apenas nos miramos. Entre nosotros hubo mucha tensión después de ese beso. 

— Yo — me dijo ella cuando llegamos a casa — tengo que irme a mi habitación; encárgate de Audrey, yo estoy cansada. 

Me dijo eso y se marchó, pero su tez cambiaba de pálida a ruborizada una y otra vez. 

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Mientras tanto Serenity    

Logre mantener la compostura hasta el momento en que entre en mi habitación, fue entonces cuando ya no pude más, mis fuerzas me abandonaron, no pude sostenerme en pie y no tuve más remedio que sentarme en el suelo, no podía creer lo que había pasado y no había parte de mí que no estuviera temblando, mi corazón latía totalmente desbocado y aun no puedo comprender bien lo que pasó. 




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