En la mañana al despertar abrazado a ella de un modo que solo había pasado en mis sueños, Serenity aún estaba dormida algo cansada, el de ayer fue un día largo y la noche se nos fue de las manos muy rápido.
Ella despertó y me miro algo avergonzada y se cubrió con la sabana.
— ¿Por qué reaccionas así? — le pregunté.
— Sabes bien porqué.
— Ya no tienes por qué estar avergonzada; ahora de verdad eres mi esposa.
— Sí, es solo que me da algo de Vergüenza.
— ¿Te arrepientes?
— ¡Claro que no! — me dijo — Es... solo estoy así, porque estoy feliz y eso me hace sentir rara.
— Es imposible que estés más feliz que yo, no tienes que estar tímida por eso — le dije — así que ahora descubre tu rostro qué quiero verte.
Ella saco su cara de debajo de la sabana.
— ¿Ya estas feliz? — me pregunto
Como respuesta le di un beso.
— Casi — le dije con una sonrisa e intentando obtener algo más que un beso.
Audrey empezó a llorar incesantemente frustrando mis intenciones.
— Voy a atenderla — me dijo y se levantó de la cama y se quedó mirando la marca que dejo atrás la pérdida de su inocencia.
Ella me mira de nuevo avergonzada, pero Audrey sigue llorando, ella se pone algo encima y se va a atenderla.
Yo me quede tirado allí, meditando un poco en todo lo que pasó y qué es la segunda vez que nuestras discusiones terminan atándonos, supongo que las discusiones no son algo tan malo, aunque quisiera que no discutiéramos desde ahora, pero conozco el matrimonio y sé que habrá un montón de discusiones, en su gran mayoría por estupideces.
Me levante un rato después porque Serenity me estaba llamando para desayunar.
— Las calles están despejadas, creo que podemos ir a trabajar.
— No creo.
— Tengo junta hoy; la de ayer qué suspendí por la tormenta.
— Suspéndela de nuevo — le dije — un par de días tal vez.
— No puedo hacer eso — me dijo — La puedo poner para mañana, pero no la aplazare más de ahí.
— De acuerdo.
— Termina de darle el desayuno a Audrey, yo iré a lavar la sábana.
Atendí a la bebé y me desayuné, Audrey es muy activa y traviesa y si me ve alejarme empieza a llorar, así que pasamos la mañana como una familia.
— George — me dice — ¿Cuándo me pediste que me casara contigo ya estaba enamorado de mí?; Quería preguntarte eso pero anoche no pude.
— No; aunque no sé cómo paso. Me di cuenta el día que estábamos paseando en el patio y nos cayó un aguacero; ¿y qué me dices de ti?
— Lo mío es más reciente, me di cuenta después que me besaste delante de mi padre, me puse peor que una adolescente; aunque si te soy sincera me gustabas desde mucho antes.
— ¿Desde cuándo?
Ella dudo un momento si decirme.
— Fue una madrugada, en la playa cuando me mostraste las estrellas.
— Si te digo que no tengo idea de cuando me empezaste a gustar ¿me creerías?
— ¿Qué rayos te pasaba por la cabeza cuando me pediste matrimonio?
— No lo sé — le dije.
— Eres raro.
— Tú también, ¿en qué pensabas cuando me dijiste que sí?
— En no mudarme con mi tía — me dijo y se echó a reír — pensé que eras un buen hombre y que serias un buen padre... ese era el tipo de cosas qué pensaba de ti.
Aquella pregunta me hizo pensar, ¿en qué momento me gusto ella?; tal vez si me hubiese dado cuenta habría subido la guardia y me hubiese alejado, pero me di cuenta tarde y cuando quise subir la guardia ya ella estaba adentro, y retrocedí más en el tiempo y me di cuenta de que cuando caminaba en la tarde mis ojos la buscaban por el parque, tal vez solo me gustaba verla, pero allí había cierta admiración, y la visitaba a ella y a Grace, buscaba una excusa para mí mismo, solo sé que se me volvió una costumbre ir a donde ellas.
Me pare y la abrace.
— Me case con la loca del parque, y me enamore de ella.
— Me case con un hombre lobo, y me enamore de él — me respondió.
Aún tengo vicio de ella así que le doy un beso e intento que se deje llevar.
— Aquí hay una niña pequeña, no podemos...
— A esa edad no se traumatizan.
— ¡Qué bárbaro eres!
— Ok, ponle la televisión... Quiero estar contigo un poco más.
Ella me mira y pone una sonrisa medio tonta y volvemos a estar juntos... Serenity se arregla un poco, lamentablemente no nos podemos quedar simplemente así, es una pequeña desventaja de tener hijos pequeños cuando se pasa por una especie de luna de miel.