— No, espera — le digo — lo estoy haciendo mal de nuevo; olvídate de lo que dije.
— Te acuerdas que la vez que me dijiste que olvidara algo que hiciste terminamos peleando.
— No podría olvidar algo así, pero fue inevitable robarte esos besos — le dije — estabas tentadoramente hermosa; tuve que usar toda mi fuerza de voluntad para no volverme loco e ir a tu cuarto esa noche.
— no hubieses llegado muy lejos — me confesó — Aunque, si yo no hubiese estado e mi período esa noche... solo digamos que tal vez no me habría molestado que te pasaras a mi cuarto.
No dije una palabra, la verdad me sorprendió un poco que me dijera eso.
— Cambiando un poco el tema — le dije — dame tu anillo.
—¡No!; ¿estás loco? — me dijo escondiendo la mano en su espalda.
— No seas terca y dame ese anillo.
— ¿Comiste chocolates pasados o qué? — me dijo riéndose.
Ella no quería entregarme el anillo como si fuera la joya más valiosa del mundo, pero yo conozco alguna de sus debilidades, como por ejemplo que es muy cosquilluda, así que le hice cosquillas y ella intentaba escaparse sin poder evitar reírse o decirme que "no" entre una estrepitosa y frenética risa loca. Comenzamos así y ya podrán imaginarse qué cosa hemos terminado haciendo.
— Ya tengo el anillo — le dije mostrándoselo.
— Eres todo un caso George — me dijo — no me di cuenta de que me lo quitaste, sirves para ladrón.
— Espero que pocos ladrones usen mis métodos — le dije.
— Devuélveme mi anillo.
— No, ahora tendrás que esperar a que te pida matrimonio de la manera correcta.
— Si lo haces sería la tercera vez que me pides matrimonio — me dijo — y ninguna de ellas de un modo normal.
— Contigo nada puede ser normal.
— ¿Es halago o insulto?
— Eso decídelo tú. — le dije.
Ella me miró e hizo una ligera mueca. Audrey aún estaba dormida (gracias a Dios) así que podíamos darnos el lujo de por el momento permanecer recostados uno junto al otro, abrazados como un par de amantes.
Ella ahora es más confiada, y se comporta con algo de coquetería...
— ¿Cuándo me devolverás mi anillo?
— Olvídate de él; más bien dime, ¿cómo quieres que sea nuestra boda?
— No lo sé — me dijo.
— ¿Como la habías soñado?; podemos hacer lo que quieras.
— George — dijo mirándome a los ojos — no es necesario hacer esto... Ya estamos casados, sé que no fue un comienzo de ensueño ni nada de eso, pero es nuestra historia.
— ¿No quieres hacerlo o estás dejando que esa tendencia tuya te domine de nuevo?
— No es eso, es que no quiero sobrecargarte con cosas innecesarias.
— Serenity, hacer esta ceremonia es una forma de gritarle al mundo que eres mi esposa, que te amo; nos casamos prácticamente en secreto y por circunstancias diferentes al amor. Por eso es que te pido comenzar de nuevo y que esta vez digamos "te amo" frente a todos y que eso sea verdad.
— George — me dijo — Sí, me casare contigo otra vez y cuantas sean necesarias.
— Tenemos que planificarnos entonces, no quiero que hagamos las cosas con prisa y que luego pierdan sentido — le dije.
— Y yo no quiero que sea un derroche — me dijo ella — Creo que las cosas sencillas muchas veces se ven más bonitas.
Pensar en que somos tan extrañamente diferentes, pero en este momento en este silencio envolvente y a la luz de la chimenea somos uno.
El momento pudo haber continuado siendo perfecto, pero como todo debe ser siempre un desastre llego mi hermano. Ahora John vive cerca (y eso es toda una pesadilla) por suerte nos ha dado tiempo a cubrirnos.
— ¿Sabes para qué sirven los celulares no? — le dije a John.
— Te llamé dos veces; pero ya veo que no contestabas porque tenías algo entre manos — dijo mirando a Serenity y ella no hizo más que taparse la cara con un cojín.
— ¿A qué has venido?
— Estaba caminando y pase por acá.
— ¿Y Sarah? — le pregunto Serenity.
— En la casa, está dormida y por alguna razón enojada.
— ¿Le hiciste algo? — le pregunté.
— No. Está enojada por nada, el embarazo la pone así; bueno, yo la embarace, así que si es mi culpa.
— Tú y tus razonamientos — le dije y Serenity solo ocultaba su risa.
— La próxima vez no entres así o cambiare las claves de acceso de la casa.