Las princesas del mafioso

Capítulo: 2

Luke

Escucho sus gritos y los golpes en la puerta, pero me sigo alejando de esa habitación, casi siete malditos años de los cuales pasé cuatro buscándola hasta que me rendí, tres los pasé llorando y seis recordando cada momento de nuestras vidas, me detengo y me apoyo contra una pared al sentir que el aire me falta, desajusto un poco el nudo de mi corbata, solo estoy aquí por negocios y me la encontré, nunca he creído en el destino, pero ahora parece ser obra de él, es madre, respiro hondo y paso las manos por mi rostro, tiene dos hijos y yo podría ser su padre, por su reacción estoy seguro de que soy su padre. Sigo caminando cuando ya estoy completamente recuperado y llego al salón, me sirvo un trago con toda la calma del mundo mostrando indiferencia, a esta gente, gente igual que yo, no se le puede mostrar debilidad.

—No escuché el disparo —dice Robert y bebo de la bebida que acabo de servirme —¿te quieres divertir con ella? ¿Es eso? Tengo mujeres más jóvenes y bellas Beckham —lo miro

—Quiero llevármela

—Me equivoqué, ella es un error, la traje para salvar al maldito que me traicionó y poderle sacar algo, acabamos de perder mercancía Beckham por culpa del hombre que se desangra ¿y me pides una mujer? —vuelvo a beber otro trago y luego miro sus ojos

—La quiero a ella —sonríe

—Vio mi cara, está buena sí, pero me vio, no puedo dejar simplemente que se vaya —respiro hondo

—Ella no hablará

—¿La conoces? —no respondo y dejo el vaso donde mismo, luego me acerco a él

—Pídeme lo que quieras a cambio —tomo asiento frente a Robert —dime que quieres y te lo daré por ella —sus cejas se alzan

—¿En serio? —él se inclina hacia mí

—Solo di una cifra Robert, quiero irme de aquí, el día ha sido horrible, casi nos matan —sonrío con rabia —y todo por culpa de uno de tus hombres —baja la mirada —estoy siendo generoso al no matarte

—No puedes, empezaría una guerra —mira mis ojos

—¿Crees que me importa? —sonrío —desde que tomé el lugar de mi padre no he hecho más que tomar territorios, he atacado a personas más poderosas que tu Robert y he ganado, no tengo miedo

—Dime por qué la quieres y haremos un trato —se acomoda en su asiento

—Me gusta —digo simple y él ríe

—¿Y tu prometida?

—Necesito disfrutar antes de que alguien quiera vigilar mis pasos —sonrío queriendo que no vea que estoy al meterle un tiro porque de una u otra forma sacaré a Kath de aquí.

—Quiero uno de tus territorios —dice simple como si nada

—Pide el que quieras y lo tendrás —me pongo de pie

—Eso fue fácil

—Te dije que pidieras lo que quisieras —sonríe

—¿Tanto crees que vale esa mujer? —no respondo y le doy la espalda caminando hacia la salida, claro que lo vale, vale mucho más, tanto que ha sido la única que se atrevió a irse de mi lado, la amaba demasiado que no lo vi venir, ella simplemente me abandonó olvidando todo el amor que un día prometió y ahora siento más rabia, ¿acaso se fue sabiendo que iba a ser padre? ¿Me impidió conocer a mis hijos porque quiso?

—Saulo —me acerco a mi mano derecha —dentro está la mujer que trajo Robert, quiero que la lleves a la casa —este asiente —pondrá resistencia, no le hagas daño, desmáyala rápido

—Si señor —saco mi teléfono al subir al auto y envío un simple mensaje con el nombre de Katherine y todos los datos que sé sobre ella, espero paciente y miro hacia la casa minutos después cuando veo a Saulo salir, la trae en sus brazos y sonrío viendo que Saulo trae un golpe en uno de sus ojos, niego con la cabeza, ella siempre ha sido una guerrera, mi teléfono suena y le miro, rápido y eficaz como siempre.

—Vamos a esta dirección —ordeno al chofer mostrándole la dirección y este solo asiente.

Respiro hondo antes de bajar del auto y caminar hacia la casa, es un barrio no muy bueno y la casa parece algo pequeña, pero está pintada y se ve bonita, me detengo frente a la puerta y arreglo mi ropa sin saber por qué lo hago, luego paso las manos por mi cabello intentando arreglar este. Toco el timbre, escucho ruidos dentro y llevo mi mano a mi espalda en donde está mi arma, pero la puerta se abre de golpe y frente a mí aparecen dos niñas idénticas, rubias de ojos verdes que me miran asombradas, me quedo inmóvil sin poder dejar de mirarlas, no sabía que serían dos niñas y son idénticas a su madre, un nudo se forma en mi garganta mirándolas.

—Eres alto —dice una de ellas y la miro

—Muy grande —comenta la otra —¿qué quieres hombre alto? —aguanto la sonrisa

—¿Con quién están aquí?

—Con una niñera, mamá aún no llega, no sabemos qué pasa —cuenta una de ellas con la voz triste y suspiro

—¿Cómo se llaman? —me miran con desconfianza

—¿Cómo te llamas tu hombre alto? —sonrío

—Soy amigo de mamá —los ojos de ambas brillan cuando digo la frase

—Es lindo —dice una de ellas y mi sonrisa se agranda

—Pero es viejo —alzo una ceja mirando a la que habla y estoy al volverme loco

—¿Muy viejo para mamá? —comenta mirándose entre ellas y no entiendo nada

—No tanto

—Pero podría

—Chicas —llamo la atención de ambas que me miran rápido—¿cómo se llaman? —interrogo queriendo saber más de ellas, todo sobre ellas aunque ahora mismo mirándolas fijamente parecen ser solo hijas de Kath, a mí no se parecen en nada.

—Elizabeth —responde una de ellas —pero todos me dicen Eli

—Yo Karla —la niña sonríe —¿y tú? ¿Tienes nombre? —asiento con lentitud, Elizabeth, Karla, seis años, seis años que puedo considerar perdidos, ellas esperan paciente que yo hable, pero tengo un maldito nudo en la garganta como nunca antes me había pasado y es que aunque no se parece a mí puedo sentirlo dentro, lo sé, lo siento, son mis hijas.

—Soy —me callo queriendo gritarles que soy su padre —Luke —sonrío, ambas ahora abren sus ojos algo confundidos como si mi nombre les dijera algo —un amigo de mamá, ella ahora está en mi casa y me pidió llevarlas —me pongo a la altura de ambas, quedando arrodillado frente a ellas, nunca me he arrodillado ante nadie, pero aquí estoy con lágrimas en los ojos, un corazón acelerado que quiere salir de mi pecho y con unas ganas inmensas de volver al pasado para impedirle a Katherine irse, me quedo arrodillado mirándolas a ellas porque ellas son mis princesas.




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