Navarro no lograba apartar la vista del colgante que le había sido entregado. Le parecía totalmente inverosímil que Amelie le haya pedido a la nieta de la reina encomendarle esa misión.
«Un jabalí blanco, el vídeo, la invitación...»
Aunque Navarro no tenía ni la más remota idea de qué significaba aquello, ahora entendía que al saber que su colega le había pedido a un miembro de la familia real que el intervenga, debía participar en todo aquello, pesaba sobre el no solo una orden real, sino más que todo una obligación moral.
—¿Alguna idea de lo que quiso decir su colega, profesor? —Preguntó Jhonson
Navarro escondió el colgante de manera sutil en sus bolsillos, suponiendo que Danika no les había dicho la verdad a su tío, o al jefe del MI5.
—Creí que partiría junto con el príncipe y la reina a resguardarlos.
—En principio fue así, pero el príncipe Alfred no estaba de acuerdo en dejarlo solo, y lo comprendo, por eso estoy aquí profesor para ayudarlo a terminar con esto.
Navarro había pasado gran parte de su vida en soledad, contaba con apenas una amiga, en el mundo, o al menos eso pensaba, por ello la idea de tener un acompañante le era incómodo.
— Los medios aún no han llegado a seguirnos profesor, pero lo harán, más vale darnos prisa.
— ¿El laboratorio descubrió algo sobre el colgante? —Cuestionó Navarro— con la prisa no pude verlo bien.
Jhonson desbloqueo su teléfono y le mostró las fotos de la evidencia antes de que se la llevaran a analizar. Tras suspirar un momento, Navarro relacionó el lugar en donde se encontraban junto con el significado del colgante.
— ¿Sí? —Preguntó Johnson— ¿Tiene algún significado para usted?
Navarro volvió a observar los enormes muros que se elevaban a su alrededor, con la sensación de que tardaría horas en aventurar un resultado conciso. «Amelie es una científica, no es de su naturaleza dar un mensaje dejando pistas, por lo general siempre era muy directa con sus puntos de vista u opiniones, no entiendo cómo me pudo meter en esto sin decirme una palabra».
—¿Profesor? —Intervino Jhonson—¿los actos llevados a cabo por Amelie Williams en este castillo eran un intento de enviar una especie de mensaje?
—Ricardo III, el jabalí blanco, La Torre de Londres, no es coincidencia estar en este lugar pero…
—Profesor, lo noto algo dubitativo, ¿cree tener el conocimiento de cómo se relaciona el rapto de los cuervos, el video de su colega y este broche?
—De hecho, tengo una teoría. —Navarro pensó por un momento las palabras exactas para que el oficial no lo confunda con un cómplice.— Las insignias fueron símbolos importantes de afiliación política en las Guerras de las Rosas, desde 1455 hasta 1487 en donde los miembros de las familias Lancaster y York pretendían el trono de Inglaterra, por origen común en la Casa de Plantagenet, como descendientes del rey Eduardo III.
—No estamos aquí para aprender de historia, profesor—aventuró Jhonson enfurecido—parece una pérdida de tiempo. Vaya al grano.
Navarro estaba bastante seguro de que el jabalí blanco y la torre de Londres se relacionaban, la relación entre Ricardo III y el trono inglés había sido un debate acalorado durante muchos siglos.
—Durante la Guerra de las Rosas, la Casa York coronó a Eduardo IV como rey de Inglaterra, hasta su muerte en 1483, luego Ricardo III fue nombrado Lord Protector del reino del hijo mayor y sucesor de aquel, Eduardo V, de doce años. Por lo que en junio de 1483 se arregló la coronación de Eduardo, pero antes de la ceremonia el matrimonio de sus padres fue invalidado por bigamia, lo cual significó que sus hijos eran oficialmente ilegítimos y por tanto no podían heredar el trono. El 25 de junio una asamblea de señores y plebeyos aprobó una declaración para llevar esto a efecto y proclamaron a Ricardo rey legítimo. Al día siguiente comenzó el reinado de Ricardo III y su coronación se celebró el 6 de julio de 1483. El joven príncipe Eduardo y su hermano menor, Ricardo, duque de York, dejaron de ser vistos en público a partir de agosto, por lo que circularon acusaciones de que habían sido asesinados por orden de Ricardo III, el jabalí blanco, en este lugar.
Navarro no estaba seguro de Jhonson, le hubiera seguido la idea.
—Sugiere, que lo que Amelie Williams pretende —dijo finalmente—. ¿Es coronarse reina de Inglaterra? Por ello asesinó al príncipe Jacob, y ahora pasará lo mismo con la princesa Danika.
—Se equivoca —cortó Navarro.
El director cogió su teléfono.
—Necesito que todas las unidades disponibles escolten a la reina, no la pierdan de vista.
Navarro sabía que Amelie tenía un conocimiento profundo de la historia inglesa, pero el motivo por el que había escogido amenazar de esa forma a la corona británica escapaba de sus conocimientos. Se encogió de hombros.
Jhonson volteó a informarle a Navarro los resultados del laboratorio.
—Es una insignia común y corriente, bañada en plata, algún tipo de marca que nos permita seguir una pista y no tiene ningún tipo de huellas salvo la de su majestad la reina Danika.
Navarro sintió la necesidad de descubrir si su broche tendría algo distinto, así que deslizó sus dedos entre sus bolsillos y en su broche parecía estar resaltada en relieve un símbolo, pero al no poder observarlo detenidamente no estaba seguro de nada.
—¿Sabe que existe una grupo que insiste en la inocencia de Ricardo sobre el asesinato de los herederos al trono?.
—Tal vez aclare algo, Lo escucho.
— La última vez que los hijos de Eduardo IV fueron vistos, fue dentro de las paredes de este castillo, sin embargo Shakespeare fue quien en sus obras de teatro difundió la idea de que Ricardo era un rey despiadado, y hambriento de poder. Al poco tiempo de la desaparición de los hijos de Eduardo IV fueron encontrados dos cadáveres de niños calcinados.
Jhonson se detuvo un momento.