Legnas: la profecía 2

Cap 7 Sharon

Una victoria.

Por fin una victoria después de tantas batallas, tanta sangre derramada, tantas pérdidas.

Hemos destronado al rey. El reinado de Lohan O'Sullivan ha llegado a su final y ahora comienza el mío.

El mío... ¿Quién se lo iba a imaginar?

Yo no tengo idea de cómo ser una reina. Soy una Sanadora, no una Guerrera, no nací para estar al poder, ese era mi hermano; pero él ya no está, por mucho que me duela, Alexander ha muerto y si el trono debe pasar a otras manos, prefiero que sea a las mías, donde sé que lideraré bajo los ideales del que pudo haber sido el mejor monarca que ha conocido la historia de los Legnas.

Nadie en este mundo lo conoció mejor de lo que yo lo hice. Él me lo contaba todo, yo era su hermana, su amiga, su confidente y juro por su memoria que haré que todos sus planes, todos sus sueños, se hagan realidad. Mi hermano ya no está, pero este pueblo conocerá todo lo que él quería hacer por ellos.

—Respira, princesita. Te va a dar una cosa. —Miro a Sam con mala cara, pero solo consigo que se ría.

Adams toma mi mano en un gesto tranquilizador y me sonríe, intento devolverle el gesto, pero estoy segura de que solo me sale una mueca.

Estoy nerviosa, muy, muy nerviosa.
Sacarías rompe el hechizo que selló el palacio minutos antes y Sam abre la puerta con esa sonrisa burlona que lo caracteriza y que a mí me dan ganas de arrebatarle de un guantazo.

Respiro hondo y atravieso el umbral.

A los pies de la inmensa escalinata y extendiéndose incluso hasta la muralla que separa el palacio del resto del Reino, los Legnas se mantienen expectantes a noticias nuevas y junto a ellos, las hadas y cada criatura mágica que comparte el hogar con nosotros, nos observan sin entender nada.

A medida que se van dando cuenta de nuestra presencia, los murmullos van cesando hasta quedar todo en absoluto silencio. Veo muchas caras conocidas entre ellos: los que deberían estar en la casa segura de Sacarías.

—¿Qué hacen Aliz y el resto aquí?

—Le pedí a Maximiliano que les avisaran que debían venir al reino —responde Adams en el mismo tono susurrante que yo—. Aliz abrió un portal para ellos, se merecen estar aquí en este momento.

Aclaro mi garganta.

—Buenas tardes a todos. —Comienzo sin saber exactamente qué decir y sintiéndome incómoda ante la atención de tantas criaturas—. Sé que están confundidos, me atrevería a decir que incluso asustados. Los últimos días han sido extraños y han sucedido cosas para las que mucho no tienen explicación y hoy estoy aquí para contarles todo.

Suspiro profundo para erradicar el temblor en mi voz. Necesito demostrar fortaleza, transmitirles confianza si quiero que me sigan.

—Lohan O'Sullivan ha sido declarado traidor a nuestra raza. —Los murmullos no se hacen esperar y al ver que en vez de tranquilizarse, solo se hacen mayores, los hermanos Hostring intentan acallarlos—. En estos momentos, Lohan ha sido destituido de su cargo y está esperando a que la Justicia Sobrenatural recaiga sobre él.

»Algunos lo saben, otros no, pero ese que hemos considerado rey durante tantos años, nos traicionó. Se alió a los del submundo en busca de una piedra que le garantizaría la inmortalidad y por consiguiente, el mandato eterno y en el proceso, atacó al reino de las hadas, esas que hemos jurado proteger con nuestras vidas, persiguiendo la pista de que ellas la podrían custodiar.

»Lideró demonios y vampiros. Atacó a los nuestros sin importarle infectarlos con el mortal veneno que ustedes los guerreros han visto trabajar con aterradora rapidez sobre los nuestros.

»Le permitió la entrada a nuestro reino a las criaturas del Submundo sin tener en cuenta a los miles de inocentes que ponía en peligro. Mancilló la sangre de nuestros guerreros con la de la hija de un Nefilim. No tengo nada en contra de la chica porque la conocí, luchó a mi lado; puso su vida en peligro para protegernos, pero el delito está en que los Legnas somos los de Raza Pura, fuimos credos por la gracia de los tres Arcángeles y Lohan O'Sullivan ignoró nuestras raíces, nuestras creencias solo por su egoísmo y avaricia.

»Ese rey que todos creíamos honesto, en el que todos confiábamos, aun luchando junto a los que han arrebatado tantas vidas nuestras, declaró traidor a su nieto.

»Alexander O'Sullivan... —Hago una pausa porque realmente es doloroso pronunciar su nombre y darme cuenta de que ya no está—. Nuestro príncipe, nuestro futuro rey; ese que puso su vida tantas veces en peligro por proteger las nuestras; ese que nos sacó de tantos apuros; ese que a pesar de ser un poco taciturno y de mal genio, siempre que lo necesitabas ahí estaba para ayudarte; ese al que todos temían, pero respetaban, hoy ya no está con nosotros.

»Alexander O'Sullivan ha muerto y, hoy, delante de todos ustedes, declaro como culpables a  Lohan O'Sullivan y Cristopher Hostring y juro hacerle justicia. Prometo que su muerte no habrá sido en vano, porque ese hombre pudo haber sido el mejor rey que este reino pudo haber conocido y sé que todos ustedes lo saben.

Me detengo para coger un poco de aire. El rostro melancólico y apenado de los presentes me demuestra una vez más que a pesar del mal carácter de mi hermano, todos lo respetaban y sabían que sería nuestro rey y lo aceptaban.




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