—Te vi… —Escuchó que le susurraban al oído.
Al instante, Víctor despertó. Estaba completamente empapado en sudor y gotas frías le recorrían la cara. Giró en la cama y observó que su esposa seguía dormida como se supone que debía estarlo, después miró el reloj, eran las 4:37 AM, muy pronto. Pensó en seguir durmiendo pero recordó a su hijo y la tristeza le impidió volver a conciliar el sueño, no había dormido mucho los últimos días y sentía el cansancio sobre sus hombros y sobre sus parpados pero aún así le fue imposible dormir, por lo que se quedó despierto mirando a la nada.
Su hijo había muerto apenas hace 2 días, y tanto su esposa como él sentían muchísimo el dolor de la perdida, cayó de las escaleras rompiéndose sus frágiles huesos de un niño de 6 años, murió al instante.
Desde ese día Víctor se sentía… Extraño, observado, era como si sintiera la presencia de alguien donde claramente no había persona alguna, se había atrevido a pensar que era el fantasma de su hijo pero no se atrevía ni siquiera a mencionarlo y cuando ese pensamiento invadía a su mente trataba de que se esfumara con la misma rapidez que llegaba, era algo completamente macabro pensarlo.
Recordó las palabras que escuchó al despertarse, ¿Habrá sido un sueño? —Pensó— Es lo más seguro. Con tan solo recordarlas se estremeció.
Escuchó una risita lejana… Parecía como si estuviera a dos casas de distancia pero a la vez la sentía tan cerca como si estuviera dentro de su cabeza… ¡Exacto! El sonido venía de lo más profundo de su mente, era como si él mismo se riera pero con una demencia tal que haría erizar la piel de hasta el hombre más rudo, sentía como la risa se acercaba tan rápidamente… No le dio miedo alguno, a fin de cuentas estaba dentro de su cabeza… Al momento en que la risa llegó se dio cuenta de que estaba sonriendo, era una sonrisa macabra la que se dibujaba en su rostro, sus pómulos se habían levantado excesivamente y sus labios se habían estirado muchísimo, parecía que la cara se le iba a arrancar, en medio de sus labios completamente separados se asomaban sus dientes, amarillos y muy grandes, los ojos los tenía abiertos como platos dejando al descubierto sus grandes pupilas de un color negro intenso… La risa en su cabeza era cada vez más fuerte y mientras más aumentaba parecía que su sonrisa se hacía más y más grande, tenía la cara completamente entumecida cuando de pronto sonó la alarma.
Eran las 7:00 AM.
Más de dos horas duró con aquella… “Sonrisa” en su cara, y a él le parecieron treinta segundos. Su esposa se sentó en la cama tras un largo bostezo y lo miró.
— ¿Cuánto tiempo llevas despierto, cariño? —Le preguntó.
—Un par de minutos —Mintió.
Se levantaron y fueron juntos a la cocina para desayunar, Víctor sentía mareos cada vez que bajaba las escaleras y su esposa en cambio, parecía que con cada escalón que bajaba su tristeza aumentaba más y más. Un par de agentes de la policía irían ese día para interrogaciones menores, resulta que tanto a los médicos como a la policía le parecía muy extraño que su hijo muriera por una caída de escaleras, además había quedado muy magullado y lleno de moretones, y ni hablar de sus huesos que parecía que se le habían triturado. Eran días difíciles, y llenos de… Temor… el día de ayer mientras estaba en su recamara vio claramente cómo la puerta del baño se abría sola, mientras se abría parecía que con ella salía una oscuridad inmensa e inimaginable, era como si toda luz existente estuviera siendo tragada al instante y mientras eso pasaba podía escuchar la risa de un niño adentro… Y oh por dios… Entre tanta oscuridad pudo distinguir cómo salía una mano… Con los dedos torcidos en ángulos que le revolvieron el estómago, estaban desfigurados, rotos, no pudo contenerse y dio uno de los gritos más despavoridos que había llegado a dar en toda su vida, cerró los ojos mientras decía “¡SU CARA, SU CARA!” Afortunadamente su esposa llegaba a las 6:00 del trabajo, por lo que no se enteró nunca de lo sucedido, y tampoco quería Víctor que se enterara.
Las últimas dos noches había tenido pesadillas espantosas, en ellas veía a su hijo rodar por las escaleras, veía cómo su cráneo rebotaba en cada escalón y escuchaba cómo cada hueso se quebraba, extrañamente estaba sonriendo siempre, tenía una sonrisa que hacia escarmentar a Víctor de una manera escalofriante y cada vez que llegaba al suelo después de una caída que parecía no tener fin de lo larga que se hacía siempre le decía; “Te vi”. En una de esas pesadillas que había tenido era una escena diferente, en ella él estaba acostado en su cama, inmóvil completamente, solo podía girar la cabeza de un lado a otro pero el cuerpo estaba quieto como una estatua, la noche era muy oscura y se lograba distinguir muy poco en ella, pero lo suficiente para ver cómo la puerta de la habitación estaba abierta y tras ella se veía una oscuridad absoluta, parecía como si la luz ya no pudiese avanzar después del marco de la puerta, de pronto, vio cómo lentamente se iba asomando una cabeza, una pequeña cabeza con el pelo negro como la obsidiana pero la piel de un color azul muy pálido, cuando se asomó por completo, se dio cuenta que era su hijo, tenía los ojos completamente negros y unas ojeras inhumanas, y comenzó a avanzar hacia él, pero arrastrándose, se movía como una araña de una manera muy escalofriante, movía primero un pie hacia delante y luego la mano, luego el otro pie y posteriormente la otra mano, con cada movimiento se escuchaba como le tronaban los huesos para poder hacer esos movimientos escalofriantes, avanzaba lentamente hacia la cama, Víctor estaba gritando pero parecía que el sonido se le acababa en la punta de la lengua, no podía hacer nada, giró la cabeza para buscar algo o alguien pero estaba sólo su cama y él y cuando regresó la mirada a su hijo notó que ya no estaba saliendo de la puerta… Lo tenía a tan sólo diez centímetros de su rostro, lo miraba fijamente con ojos negros y llenos de rabia… Abrió la boca y mostró unos dientes blancos pero pronto se apagó el color porque de la garganta le comenzó a brotar un líquido rojo tan oscuro que parecía casi negro, le llenó la boca y los dientes y se comenzó a derramar sobre el hombro de Víctor, éste giró la cabeza y comenzó a gritar y a tratar de moverse tan fuertemente que sintió cómo las fuerzas se le acababan de el esfuerzo que ejercía, pero no se pudo mover ni un centímetro, al volver la cabeza ya no había nadie, ya no estaba su hijo, miró la puerta y estaba cerrada. Cerró los ojos para suspirar y al abrirlos escuchó un grito con una voz tan abominable que parecía que procedía del infierno “¡TE VI!” Al instante despertó.
Editado: 07.10.2020