Zeynep Keller
Mis padres no quisieron que fuera los últimos días de la semana porque no querían que me pasara algo otra vez, aunque me negué acepté quedarme en casa con ellos; lo bueno de todo es que Marcus y Sander me pusieron al día con los temas que dieron en esos días. Rayan no me había escrito desde que nos despedimos en el hospital, me dejó pensando mucho porque no se contacta conmigo.
Por otro lado Madison me escribió dice que le pidió mi número a su hermano porque quedó muy preocupada cuando Rayan le dijo sobre mi desmayo; también quería venir a mi casa para verme como seguía.
—Te traje donas porque me dijiste que te gustan mucho—dijo Madison con una sonrisa.
Nos encontramos en la terraza de mi casa platicando.
—Gracias te lo agradezco.
—No es por nada somos amigas y nos apoyamos en todo.
—Me alegro mucho que me consideres una amiga
—Claro además quién sabe si algún día seamos cuñadas—dijo con una mirada pícara.
Estaba tomando un jugo de naranja y lo escupí cuando dijo eso, ella por su parte se rió de mi reacción.
—Estas loca que locura estás diciendo.
—Solo digo la verdad.
No quería pensar en él, pero me lo recordó y ocasionó ponerme triste.
—¿Qué pasó? pensé que hablar de él te animaría.
—Él no me ha escrito desde que nos despedimos en el hospital, solo Marcus y Sander me han preguntado cómo sigo.
—Uy mi hermano se está ganando un golpe mío, qué habrá pasado para no preguntar cómo sigues.
—No lo sé
Cuando se fue me quede viendo mi celular no pude evitar entrar al chat de Rayan y mirar la última vez que estuvo en línea, además vi las conversaciones del día que fuimos a tomar un batido.
╔══《✧》══╗
Rayan Harrington
—¿Qué no has hecho?—dijo Sander molesto porque le dije que no le había escrito a Zeynep desde que nos vimos en el hospital.
—Es que no quiero ser intenso, claro que estoy preocupado por ella.
—Eres un tonto, nos acabas de decir que te gusta y así la tratas la verdad no te entiendo Rayan—dijo Marcus también molesto.
—Tienen razón, ahora no sé cómo arreglarlo.
—¡RAYAN!—gritó una voz de lejos, aunque por el tono imagine que es mi hermana de seguro ya se entero, porque hoy ella fue a visitar a Zeynep.
—Como se te ocurre no preguntarle a ella como sigue, estas loco o que te pasa ella no es un juguete que puedes desechar cuando quieres; no eligió desmayarse.
—Madison escucha, no es mi intención jugar con ella.
—O en serio entonces dime porque no le has escrito o por lo menos visitarla. Explicame—dijo con los brazos cruzados, por otro lado los chicos están detrás de ella también molestos y podría jurar que me querían golpear, porque me lo advirtieron que no le hiciera daño.
—Dinos Rayan porque la tratas así—dijo Marcus.
—¡TENGO MIEDO!—dije mirándolos—entienden tengo miedo de no ser suficiente para ella, lo único que puedo hacer es alejarme.
—Lo que harás es lastimarla y además estás buscando que otros aparezca y te la gane—dijo mi hermana mientras se iba, mis amigos también se fueron y me dejaron solos en el pasillo.
El eco de las palabras de Madison y mis amigos seguía resonando en mi cabeza. “Lo que harás es lastimarla”. No quería lastimar a Zeynep, pero el miedo me paraliza. Desde el hospital, cada vez que tomaba el celular para escribirle, algo dentro de mí se detenía. ¿Y si no era lo que ella necesitaba? ¿Y si no estaba a la altura?
Decidí caminar hasta el parque cerca de mi casa para aclarar mis ideas. Me senté en una banca, mirando cómo unos niños jugaban a lo lejos. Recordé la tarde en que Zeynep y yo fuimos a tomar batidos. Su risa, la forma en que sus ojos brillaban cuando hablaba de algo que le apasionaba… Todo eso me hacía querer estar cerca de ella, pero al mismo tiempo me aterraba.
Saqué mi celular y abrí nuestro chat. El último mensaje era de ella, preguntándome si llegué bien a casa después del hospital. No le respondí. Me sentí como un idiota. Mis dedos temblaron mientras escribía un mensaje:
Rayan: Zeynep, ¿cómo estás? Siento no haberte escrito antes… ¿Podemos hablar?
Dudé por un momento, mi dedo flotando sobre el botón de enviar. ¿Y si era demasiado tarde? ¿Y si ya la había decepcionado por completo? Pero antes de que pudiera arrepentirme, presioné “enviar”.
El mensaje se marcó como entregado, pero no había respuesta. Los minutos pasaron, y cada segundo sin una notificación se sentía como una eternidad. ¿Y ahora qué?
De repente, mi celular vibró. Era un mensaje de Sander.
Sander: Hermano, si no hablas con Zeynep pronto, te juro que Marcus y yo te arrastraremos hasta su casa. No seas idiota.
Solté una risa amarga. Mis amigos no se rendían, y en el fondo, sabía que tenían razón. Pero ahora todo dependía de Zeynep. ¿Me daría una oportunidad para explicarme?