Rayan Harrington
Seguía esperando el mensaje de Zeynep por un momento pensé que no me respondiera, sin embargo me lo merecía por ser un tonto e insencible porque haberla ayudado cuando se vio vulnerable y después irme como un cobarde como si no me importara como seguía, ya es viernes eso quería decir que ella regresara a clases el lunes.
Así que debía resolver esto ahora y no esperar más tiempo así que me levanté de la cama y salí de la residencia universitaria para ir a su casa, por suerte recuerdo donde viven sus padres porque ella dijo que se iría con ellos y regresaría a la residencia el lunes.
De camino a su casa me llegó la idea de comprar flores se que suena loco porque ni somos novios aún, se que tendré mucho trabajo para volver a tener su confianza. Sin embargo soy un Harrington y nosotros nunca nos rendimos; aja claro, lo dice la persona que ni un hola le escribió dijo mi subconsciente la verdad tienen toda la razón.
Cuando llegue a una floreria cercana entre buscando unas flores dignas para Zeynep, debían ser calidas, brillantes y hermosas; mire cada una como si me dijeran somos las ideales para la disculpa de la cagada que tu mismo provocaste ya estaba a punto de volverme loco hasta que las vi, unos tulipanes muy lindos de color rosado; son perfectos para ella.
Le pedí a la florista que los envolviera para ramo
—Buena elección los tulipanes se caracterizan por ser el símbolo de amor, elegancia y renovación, ella es muy afortunada que usted le de estos; espero que los ame mucho.
—Si yo también lo espero, gracias—dije con la mirada baja, después ella me los entregó y le di el dinero por el ramo.
—Creame cualquier cosa que usted haya hecho ella lo perdonará, le aconsejo hable con el corazón y todo saldrá bien—dijo con un guiño antes que saliera—. Gracias una vez más.
Con los tulipanes listos me dirigí a la casa de Zeynep, antes de ir mire si respondió y efectivamente lo hizo diciendo si podía ir a su casa para hablar porque sus padres habían salido y no quería dejar la casa sola. Acepte diciendo que ya voy en camino.
El atardecer teñía las calles de un naranja cálido cuando estacioné el auto frente a su casa. Mi corazón latía con fuerza, como si estuviera a punto de saltar del pecho.Bajé del auto y caminé hacia la puerta principal, ensayando mentalmente lo que diría. Disculpa por no escribir antes. Estaba hecho un lío en la cabeza pero eso no es excusa. Toqué el timbre, y el sonido resonó como un eco en mi estómago vacío.
Pasaron unos segundos eternos. Justo cuando pensaba en darme la vuelta y fingir que nunca estuve ahí, la puerta se abrió. Zeynep apareció en el umbral, con el cabello recogido en una coleta deshecha y una sudadera holgada que le quedaba un poco grande
—Hola Rayan—dijo con una mirada neutra, su voz un susurro ronco.
Tragué saliva y metí la mano en la mochila, sacando el ramo de tulipanes rosados. Eran suaves, delicados, con pétalos que parecían susurrar disculpas. No era un experto en flores, las elegí porque me recordaron a ella, con ese toque sutil de calidez, como el rubor en sus mejillas cuando se avergüenza de algo.
—Primero que nada, disculpa —dije, extendiendo el ramo con manos temblorosas—. Por no escribirte antes, por no estar ahí estos días después del hospital. Me paralicé como un idiota. Estaba preocupado por ti, por cómo te sentiste, no supe cómo acercarme sin parecer un entrometido. Estos tulipanes... te los regalo como una disculpa. No sé si te gustan, si no, voy por otras flores ahora mismo. Rosas, girasoles, lo que sea. Solo... quería que supieras que me importas.
Ella parpadeó, mirando las flores con adoración allí supe que gustaron, tomó el ramo con cuidado, rozando mis dedos con los suyos y un escalofrío me recorrió el brazo.
—Son... bonitos —murmuró, oliendo los pétalos con una sonrisa—. Me gustan los tulipanes. Gracias, Rayan. Pasa, no te quedes ahí parado.
—¿Cómo estás? —pregunté, sentándome en el borde del sofá cuando ella me indicó, dejando la mochila a un lado.
Zeynep se acomodó al lado mío, abrazando el ramo contra su pecho como un escudo, pero su postura es relajada. —Estoy bien, el reposo me ha ayudado mucho.—hizo una pausa, bajando la mirada—. Y... sobre lo del doctor, no fue justo lo que dijo. Defenderme así... me hizo sentir menos sola en ese momento. Pero me dolió un poco no saber de ti. ¿Por qué no me escribiste antes? Pensé que... no sé, que te arrepentiste de todo después de ver el caos que soy.
Sus palabras me golpearon como un puñetazo, recordando su vulnerabilidad en esa situación—No me arrepentí de nada. Al contrario, no podía dejar de pensar en ti, no te dejaría sola. Todo este lío con los trabajos en la universidad, los entrenamientos... me tenía la cabeza revuelta, en serio lo siento Zeynep; me perdonas—dije mirando sus ojos, me perdí un rato en ellos, ese azul incomparable de su mirada me atrae como un marinero al océano, por mi loco que suene.
—Está bien, te perdono, pero no vuelvas a hacer eso porque la próxima no será fácil.
—De acuerdo prometo no hacerlo—dije levantando la mano como si fuera un juramento, su sonrisa me hizo ver que estamos bien.
—Sí amigos entonces—dijo ofreciendo su mano, la acepte aunque en el fondo quise decirle todo, pero es mejor ir despacio no quiero verme tan desesperado además ya habia salvado la amistad que se espera de mi con la relación eres un cobarde muy tonto.
El teléfono vibró en mi bolsillo: un mensaje de Sander. ¿Y? ¿Te mandaron a volar? Sonreí y respondí: Claro que no aceptó, mis disculpas.
Afuera, la noche caía suave, y por primera vez, el futuro no parecía aterrar tanto.
Holis espero les este gustando la historia, recuerden agregarla a su biblioteca y votar eso me ayuda mucho a seguir escribiendo, también me pueden seguir en mis redes para ver algunos spoilers o cosas referentes a mis libros <3