Después de ese día, David y Layla comenzaron a pasar más tiempo juntos. Empezaron a estudiar juntos en la biblioteca, compartiendo notas y ayudándose mutuamente con sus asignaturas. Layla le enseñaba a David sobre la rica historia y cultura de su región, mientras que David le explicaba conceptos legales complejos que ella encontraba fascinantes.
Sus sesiones de estudio se convirtieron en algo más que simples intercambios académicos. Empezaron a compartir anécdotas personales y a descubrir intereses comunes. Layla le hablaba a David sobre las leyendas y mitos de su tierra, mientras que David le contaba historias sobre casos legales famosos y cómo habían influido en la sociedad.
Una tarde, mientras estudiaban, Layla notó que David parecía distraído. "¿Todo bien?" preguntó con preocupación.
David suspiró, dejando el bolígrafo sobre la mesa. "Es el aniversario de la muerte de mi madre. Siempre es un día difícil para mí."
Layla extendió su mano y la colocó suavemente sobre la de David. "Lo siento mucho, David. Sé lo que es perder a alguien querido. Si necesitas hablar, estoy aquí."
David sintió una calidez en su corazón. "Gracias, Layla. Eso significa mucho para mí."
Layla lo miró con empatía. "¿Quieres hablar de ella? A veces, compartir recuerdos puede ayudar."
David asintió lentamente. "Mi madre era una mujer increíble. Siempre estaba ahí para mí, apoyándome en todo. Recuerdo cómo solía leerme cuentos antes de dormir. Esos momentos eran mágicos."
Layla sonrió, imaginando la escena. "Debe haber sido maravilloso tener a alguien así en tu vida. Mi padre también era muy especial para mí. Solía llevarme a pasear por los mercados antiguos y me contaba historias sobre cada lugar."
David se sintió más conectado con Layla al escuchar sus recuerdos. "Esos momentos son los que nos forman, ¿verdad? A veces, siento que la vida es una serie de recuerdos que nos guían."
Layla asintió. "Sí, y aunque perdamos a las personas que amamos, sus enseñanzas y recuerdos permanecen con nosotros. Nos hacen quienes somos."
David sonrió, sintiendo una profunda gratitud por la comprensión de Layla. "Tienes razón. Gracias por escucharme. Realmente lo aprecio."
Layla apretó suavemente su mano antes de retirarla. "Siempre estaré aquí para ti, David. No estás solo."
A partir de ese momento, su amistad se fortaleció. Empezaron a confiar más el uno en el otro, compartiendo no solo sus estudios, sino también sus miedos, sueños y esperanzas. Layla le mostró a David cómo encontrar belleza en las pequeñas cosas, mientras que David le enseñó a Layla a ver el mundo con una perspectiva más analítica y crítica.
Sus conversaciones se volvieron más profundas y significativas, y ambos comenzaron a darse cuenta de que, a pesar de sus diferencias, tenían mucho en común. La amistad que estaban construyendo se basaba en el respeto mutuo y la comprensión, y ambos sabían que estaban encontrando algo especial en el otro.