La primera vez que la vio pensó que se trataba de un espejismo. No todos los días entraba a su habitación en el campus universitario para encontrarse con una hermosa joven, o tal vez un ángel, de ojos azules sentada sobre su cama. La observó un instante, el cual le pareció un siglo; más no el suficiente tiempo para admirarla. Bastó ese pequeño instante, un segundo tal vez, para que memorizase cada detalle de su fina silueta, cada mechón de su negro y ondulado cabello, y sobre todo, cada centello de aquellos ojos profundos y expresivos que lo miraban con cierta duda.
Esa primera, primerísima impresión, cambió abruptamente la primera vez que la escuchó hablar, y se dio cuenta que Sara, de ángel, no tenía más que aquel inocente rostro...
—Ella es mi hermana Sara, llegó hoy, va a estudiar en esta universidad. —Su compañero de habitación hizo presencia en ese momento sacándolo de su breve ensueño.
Por un momento se sintió desorientado y su boca no pudo articular palabra; sin embargo, debió ser más que sólo un momento, ya que ambos hermanos lo miraron extrañados esperando que hablara.
— ¿Es retrasado o algo así? —Preguntó Sara, sin cambiar su expresión de desconcierto.
—A veces creo que sí...
— ¡Oye qué te pasa!, ¡¿ni siquiera me conoces y ya te atreves a insultarme!? —Reaccionó exaltado, ignorando a su amigo.
—No te insulté. El retraso mental es una limitación intelectual que puede producirse por muchos factores de los cuales el individuo no tiene la culpa... —Comenzó a explicar tranquilamente cuando fue interrumpida por su hermano.
— ¡Alan, por favor no le des cuerda! Si empieza a hablar no hay quien la calle. Sara, el es Alan mi compañero de cuarto —lo presentó sin darle importancia, suficiente tenía con que su hermana hubiese aparecido inoportunamente como para que comenzase a discutir con su compañero sin motivo a aparente.
—Un gusto —espetó recostándose tranquilamente, cruzando los dedos detrás de su nuca.
—Esa es mi cama —reclamó Alan al verla tan acomodada.
— ¿Y? —Levantó los hombros intentando ignorarlo.
— ¿Cómo qué "y"?, Nicolás haz algo —se quejó.
— ¿Qué quieres qué haga? Yo también intenté que se fuera, pero no pude, déjala ahí un rato, va aburrirse y se irá —dijo Nicolás con indiferencia mientras se aproximaba a la puerta. Esperó para salir con su amigo, tenían clases y ya estaban retrasados—. Vámonos, ya es tarde.
—No voy a irme hasta que ella se mueva. —Cruzó los brazos y miró a la joven de manera desafiante.
Ella también cruzó los brazos y lo observó de la misma manera, dándole a entender que no se movería. Nicolás soltó un gemido de exasperación y salió solo rumbo a su clase.
***
Alan y Sara permanecieron largo rato sin moverse. Aquello ya era un reto personal y por supuesto que ninguno daría su brazo a torcer.
— ¿Oye no te da vergüenza fastidiarme de esta forma?, ni siquiera te conozco —soltó después de casi media hora de un absurdo juego sin sentido.
—Tú fuiste el que empezó, yo visitaba tranquilamente a mi hermano ¿o es que te incomoda tener a una mujer en tu cama? Tal vez sea una experiencia totalmente nueva para ti.
—Si crees que tus comentarios me molestan estas equivocada.
Sara encogió los hombros y regresó a su posición.
Volvieron a mirarse a los ojos, esta vez sin parpadear. Estaban tan concentrados en demostrarle al otro quien era más resistente que no se dieron cuenta del correr de las horas.
— ¡Siguen ahí! —Nicolás entró a la habitación para encontrarse con ambos en la misma posición en la que los había dejado.
—Tu hermana no se mueve, ¿qué quieres que haga?
— ¿Se lo pediste de buena manera? —le preguntó al oído.
— ¿De qué hablas? —respondió entre dientes sin retirarle la vista a la joven.
—Dile: por favor levántate —explicó Nicolás, lo que para él parecía más que obvio.
Alan lo miró desconcertado y él le respondió con un gesto con los ojos.
—Por favor levántate de mi cama —masculló, e inmediatamente Sara se levantó de un brinco esbozando una hermosa sonrisa.
—Claro, es toda tuya. —Señaló la cama con una reverencia—. Ya es tarde —dijo mirando su reloj—. Un gusto conocerte Alan —exclamó muy contenta dándole un beso en la mejilla.
Se despidió eufóricamente de su hermano y salió de la habitación dejando a Alan atónito, sin saber qué pensar.
— ¡Tu hermana está loca! —salió de su estado de aturdimiento y gritó exaltado.
—Y tú eres un estúpido que se quedó dos horas sin moverse.
—Ella me retó, no podía dejarla salirse con la suya —habló molesto yendo a sentarse junto a su amigo frente al televisor.
—Te lo voy a advertir por tu propio bien. Sara siempre se sale con la suya. Y ni te atrevas —lo miró acusadoramente al decir lo último.
— ¿De qué hablas?
—Sé lo que estás pensando, pero es mi hermana y desde ya te advierto que no te acerques a ella.
—Ni pensaba hacerlo, está loca. —Se acomodó en el respaldar y subió las piernas a la mesa.
—Como si la personalidad fuera lo que te importa de una mujer... —Volcó los ojos tomando un sorbo de su cerveza.
Alan ya no sabía qué pensar. Sara era muy hermosa y extraña a la vez, un reto para alguien con el suficiente valor, o las ganas, o el tiempo. Una cosa era segura, él no pensaba mortificarse por ella, no era tan masoquista; sin embargo, el campus no era tan grande como pensaba, y aunque no quisiese, aquel demonio con cara de ángel lo atormentaría hasta en sus sueños.
*****
Esta novela no es muy larga, espero que les guste!
es un spin off de Después de clases, ese libro lo pueden leer gratis aquí en booknet