La forma estrepitosa de tocar la puerta era reconocida inmediatamente por Sara. Al abrir la puerta su novio ingresó de una forma tan preocupada y misteriosa que podría dar la impresión a cualquiera que entraba a comprar droga. Traspasó la habitación y trancó la puerta sintiéndose aliviado.
—Nicolás sospecha. —Volvió a su preocupado semblante.
—Alan, esto es estúpido. Mi hermano no tiene por qué entrometerse en mi vida, yo salgo con quien me dé la gana. Además eres su mejor amigo, no creo que le moleste —dijo tumbándose en la cama con los brazos extendidos. El joven se sentó a su lado y le acarició la mejilla, en uno de los pocos actos que dejaban de lado su orgullo machista y denotaban cariño hacia ella.
—Es que, no lo entiendes, tu hermano es tan raro... sé que no debería entrometerse, pero a veces es un tanto obsesivo.
—Es sólo que no quiere que vuelvan a lastimarme. —Suspiró en un vano intento de ocultar la melancolía.
— ¿Alguien te hizo daño?
—No importa —dijo despezándose y estirando los músculos con una enorme sonrisa dibujada en sus labios—. ¡Vamos a comer! —añadió levantándose de un brinco.
—No evadas mi pregunta. —Permaneció sentado y la jaló de un brazo, haciendo que ella caiga en su regazo.
—Solo fueron tonterías del colegio, pero Nicolás no supera algunas cosas, ya sabes, es raro y obsesivo —dijo volcando los ojos intentando volver a huir de la situación.
Alan la abrazó con fuerza y se recostó con ella en la cama.
—No nos vamos hasta que me digas que pasó.
—Eres más molesto y obsesivo que él.
—Más curioso en realidad.
Un pequeño segundo de silencio fue el único intermedio para que Sara comience a hablar como si fuese una radio que acabasen de encender.
—Cuando estaba en colegio tenía un novio, me acosté con él y al día siguiente me dejó. Luego le contó a todo el mundo su gran hazaña haciéndome quedar como una cualquiera, incluso lo tenía filmado en video y lo distribuyó entre sus amigos. Nicolás no tardó en enterarse, aunque estábamos en colegios diferentes. De todas formas, fue con su pandilla a la salida de mi colegio y golpeó a mi ex novio. Lo detuvieron y estuvieron a punto de arrestarlo porque no era la primera vez que hacía cosas como esa. Por permanecer leal a mí y no decirle la verdadera razón a mi padre, inventó que lo hizo por mero entretenimiento. Mi padre pensó que aquello ya era demasiado, sobre todo porque a Nicolás lo expulsaron de su escuela, era la tercera de la que lo echaban y la segunda ese mismo año; así que lo envió aquí, supuestamente para que un tío nuestro lo ponga en vereda. Eso fue lo que pasó, aunque eso sucedió hace más de cuatro años, Nicolás sigue con el tema en la cabeza, piensa que debe cuidarme de quien sea que se me acerque—. Finalizó con una sonrisa y su novio intentó ordenar todas las palabras para asimilarlas, puesto que la velocidad de la voz de Sara era superior a la velocidad de entendimiento de un ser humano normal.
—Yo no te haría eso Sara —habló una vez que pudo digerir el relato.
— ¿En serio no me dejarás? —preguntó acariciando su pecho.
En seguida un paro a su sistema cardiaco atacó. Ese "no me dejarás" sonaba a estar con ella para siempre. Las frases: "misma mujer" y "para siempre" no iban juntas en el vocabulario de Alan. Mas mirarla a los ojos hizo que respondiera afirmativamente, pero con inseguridad, sintiéndose torpe al decir cosas que no estaba seguro de poder cumplir...
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—Hola Sara —la saludó Bastian aproximándose a ella en las
graderías mientras la práctica de básquet iba en curso.
—Hola —contestó por cortesía, volviendo a centrar la atención en su novio.
—Hace días que no hablamos, estás rara, pensé que habíamos solucionado lo nuestro.
—Sí, sabes, me caes bien, pero no eres el tipo de persona con quien pasaría el tiempo —explicó con desinterés.
Bastian permaneció helado ante sus palabras, aunque no fuese su intención, Sara podía sonar muy grosera en ocasiones.
—Qué tal si te hago cambiar de opinión —dijo reprimiendo el enfado, sabía que con Sara se debía ir con cuidado para no alterarla, igual que un animalito salvaje.
— ¡Qué no entiendes, dije que no! —gritó tan fuerte que hasta los chicos que practicaban la escucharon. Alan se detuvo inmediatamente al escuchar gritar a su novia. No recibió el balón ocasionando que le llegase a la cabeza de su compañero.
Volteó a verla, Bastian la jalaba del brazo de forma insistente mientras ella intentaba soltarse inútilmente.
Que Nicolás esté presente, al igual que todo el equipo, no le importaba. Eso era demasiado, Bastian parecía haberse olvidado de Sara ese último mes, por eso no le había prestado atención. Su cuerpo reaccionó a punto de ir a meterse entre ambos, golpear al capitán del equipo de fútbol y dejarle en claro que Sara era su novia y debía mantenerse alejado de él si es que no quería acabar en el hospital.
Movió a penas una pierna, pero Nicolás, que estaba más cerca, se le adelantó saltando la baranda de las graderías. Ya subía los escalones cuando paró de golpe y todos miraron con una expresión de dolor.
Sara se había adelantado a todos dándole una fuerte patada en la entrepierna, logrando que además de doblarse de dolor por el golpe, Bastian rodase el resto de escaleras hasta la cancha.
—Creo que no necesita que la cuide —masculló Alan sintiendo dolor ajeno.
La práctica terminó después de eso. Nicolás intentó dar alcance a su hermana, pero ella continuó su camino dejándolo rezagado.
Alan se escabulló para darle alcance, corriendo la interceptó a media cuadra.
— ¿Qué pasa, no vas a cambiarte?— preguntó cuando él se acercó.
— ¿Estás bien no te lastimó? —preguntó revisándole los brazos y el rostro.
—No, no me hizo nada —respondió con tanta serenidad y extrañeza que hasta daba la impresión de haberse olvidado de lo ocurrido con anterioridad.