Capítulo # 6
En la clínica.
Taisha se encontraba caminando por el pasillo y molesta por la actitud de Hans. ¿Quién se creía que era?
—¿Quién se cree ese? —se preguntó molesta.
Hans corriendo y alcanzándola.
—Hola.
—¿Qué quieres? —le preguntó sin mirarlo.
—Hablar contigo —contestó con suavidad.
—¿De qué?
—De nuestra hija —le soltó.
Taisha deteniéndose.
—¡Qué! —exclamó alterada.
—No, no lo niegues. Lo sé todo —dijo Hans con firmeza.
—Pero, ¿cómo? —le preguntó atónita.
—Vamos a hablar en mi oficina —le pidió.
—Está bien.
Hans y Taisha se dirigieron hacia el consultorio de Hans.
—¿Dime? —le preguntó ella.
—Quiero saber todo sobre mi hija —le preguntó impaciente.
—¿Quién te dijo que Aisha es tu hija? —preguntó seria.
—Crees que soy tonto. Aisha es mi hija porque lo es —le aclaró molesto.
—Sí, es verdad que es tu hija —le confirmó.
Hans estaba serio.
—¿Y por qué no me dijiste que estabas embarazada? —le preguntó reprochándole.
—Porque no lo sabía. Además, te llamé y me contestó tu novia —respondió ella dolida.
—¿Cuándo me llamaste? —le preguntó sin creerle mucho.
—Cuando apenas tenías un mes allá —le respondió.
—Pero, ¿cómo?
—Nunca me llamaste, además —le recordó ella molesta.
—Te llamé el día de tu cumpleaños y nadie me contestó —le confesó él.
—¿Cómo te íbamos a contestar, si ese día tu hija nació? —respondió con sarcasmo.
—¡¿Qué?! —exclamó sorprendido.
—Nació de ocho meses. Estuvo en una incubadora por dos días —le comentó.
—¿Por qué? —preguntó angustiado.
—Se me complicó mi embarazo con anemia, luego estuve bien. Yo fui a hablar con Maddie, pero ella nunca me quiso hablar de ti —dijo con amargura. La había buscado después del nacimiento de su hija, pero simplemente su ex cuñada no quería darle información.
—Tenías que volverme a llamar —insistió el serio.
Taisha con lágrimas en sus ojos y dolida.
—Como, si me había contestado una mujer. No sé, si es tu novia, pero me sentí muy mal. Estaba sensible por todo, Hans, tú terminaste conmigo y luego me enteré de que estaba embarazada. Me sentía muy sola y dolida —le reveló.
—Perdón. Es que si me hubieras dicho que estabas embarazada hubiera dejado todo —le comentó.
—Lo siento, así pasaron las cosas. Nunca he hablado mal de ti a nuestra hija y tampoco pienso hacerlo ahora —le explicó.
—Nuestra hija, se escucha tan bonito —confesó Hans encantado de saber de qué tenía una preciosa hija.
—Hans. Yo no te voy quitar el derecho en verla. No quiero que Aisha sufra.
—Tranquila, desde que la conocí. Me encanta como es —le dijo fascinado.
Taisha estaba sonriendo.
—Sí, me encanta su forma de ser, a pesar que me saca canas —le confesó ella riéndose.
—Cuéntame de ella, por favor —le pidió.
—Está bien, ¿qué quieres saber? —le preguntó con suavidad.
—Dime, ¿qué fue lo primero que dijo? —le preguntó emocionado.
—Lo primero que dijo fue papá —respondió ella alegre.
Hans estaba eufórico.
—¡En serio!
—Sí, te lo juró. No sé porque, eso fue lo que dijo; después dijo mamá —le dijo jubilosa.
—Me imagino que fue algo indescriptible —comentó mirándola y lo hermosa que estaba. No había cambiado casi nada.
—Sí, lo fue.
—¿Cuándo comenzó a caminar?
—A los once meses, casi el año.
—Wow —dijo él impactado.
—La hubieras visto, teníamos que estar atrás de ella —dijo riéndose.
—¿Es buena estudiante? —le preguntó.
—Sí, lo heredo de ti —respondió con una sonrisa en los labios.
—¿De verdad?
—Sí. Sabes, hace unos meses comenzó a dibujar y no lo hace tan mal —le comentó.
—Me encantaría verlos —dijo eufórico.
—Ve a la casa —lo invitó.
—Todavía sigues viviendo allí —dijo él sorprendido.
—Sí, allí vivimos Aisha y yo —le confirmó.
—¿Puedo ir hoy? —le preguntó.
—Sí, claro que sí, será en la tarde.
—Sí, está bien —dijo emocionado.
—Tengo que irme —anunció acercándose a la puerta.
—Taisha, ¿te puedo hacer una pregunta?
—Dime.
—¿Tienes novio?
—No, pero tengo a alguien —le mintió.
Hans un poco triste.
—Ok.
—Adiós.
Taisha se fue con el corazón latiéndole a mil, creía todo sería un caos, pero estuvieron platicando tranquilamente de la existencia de su hija. Esperaba que fuera un buen padre y que Aisha fuera feliz.
Las horas fueron pasando rápidamente, al momento de irse se despidió de sus compañeras. Al llegar a su hogar encontró a su hija jugando con muñecas en la sala, su hermana Olivia estuvo cuidándola y cuando llego su hermana se fue para su hogar.
—Hola, preciosa —dijo Taisha.
—Mami, ¿ya llegaste? —le preguntó la niña dejando la muñeca a un lado y acercándose a ella emocionada.
Taisha la tomo entre sus brazos y la lleno de besos, amaba a su pequeña princesa.
Su hija sonreía con aquella emoción y alegría que tenía en su rostro.
Entonces, ella tomo la decisión de decirle lo de Hans.
—Mamá ya llego y hoy viene un invitado muy especial a verte —dijo dándole un beso en la nariz a su hija y veía como se reía divertida—. Sé que te encantara.
—¿Quién? —le preguntó intrigada y llena de emoción.
—Luego sabrás, ahora déjame bañarme para que comas algo.
—Ok.
Taisha se bañó y después comenzó preparar la comida.
En eso sonó el timbre.
Aisha abriendo la puerta.
—Hola, tía Olivia.
Olivia entro de la casa de sus padres y buscó a su hermana con la mirada.
—Hola de nuevo.
—Hola, Andrés.
—Hola Aisa —dijo Andrés.
—Aisha no Aisa —le aclaró ella divertida.
—Aisa —volvió a decir el niño.
—Toma, dile a Taisha que me lo cuide —le pidió Olivia entregándole el niño a su sobrina—. Se me olvido que tenía que hacer una entrega con urgencia.