Capítulo # 7
En la casa Johnson.
Sophia había ido a hablar con Hans, pero no se lo había encontrado y prefirió hablar con Maddie para tenerla de su lado si llegaba a pasar algo.
—En serio, Sophia —dijo Maddie asombrada.
—Sí, lo amo tanto que soy capaz de lo que sea —le confesó ella enamorada.
—Sophia, me caes muy bien —dijo Maddie. Estaba encantada con ella porque era una mujer hermosa y adecuada para su hermano.
—Gracias, igual tú, pero, ¿cómo era Taisha? —le sonrió.
—Taisha es una buena chica, al principio me cayó algo mal, pero luego me di cuenta de que era un amor —dijo Maddie con tranquilidad.
—Hans habla maravillas de ella —comentó molesta.
—Sí, me imagino. Tuvieron una bonita relación y se llevaban demasiado bien, fue duro dejarla.
A Sophia no le gustaba lo que estaba escuchando, ojalá que nunca apareciera esa mujer en la vida de su Hans.
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En la casa Collins.
—Ja, ja, ja, en serio —dijo él riéndose, había escuchado anécdotas de su hija.
—Sí, en serio. Ese fue el peor día de mi vida, cuando Aisha comenzó a gritar de esa manera —comentó Taisha riéndose.
—Mami, era una bebé —le recordó Aisha apenada.
—Lo sé. Hans, ya es tarde —dijo ella.
—Sí, ya son las nueve de la noche —dijo él asombrado.
—Si quieres, puedes venir mañana —le dijo Taisha con suavidad.
—Claro que sí —él la miró encantado.
—No te vayas —le pidió Aisha agarrándolo del brazo.
—Cómo, es tarde. Vamos a dormirte —dijo Hans, mirándola con ternura.
—Sí, vamos —dijo Aisha, feliz.
Hans cargándola.
—Vamos.
—Adiós —dijo Taisha.
Hans subió las escaleras con Aisha entre sus brazos.
—¿Cuál es tu habitación? —le preguntó él.
—Ese —dijo su hija, señalándolo.
—Vamos —dijo él. Entró a la habitación y le gustó mucho, en todas las paredes había fotos de con ella y dibujos de conejos por todas partes—. Me gusta tu habitación.
—Gracias, papá. Te puedo decir, papá, ¿verdad? —le preguntó mirándolo con emoción.
—Claro que sí —dijo el feliz.
—Mi mamá me contó que esta era su habitación y que cuando nací decidió dármela a mí y la acomodo a su gusto —le explicó.
Hans estaba mirándola.
—Sí, ya veo.
Taisha entró a la habitación.
—A dormir niña.
—Mami, ponme mi pijama —exigió ella.
—Ok —dijo caminando hacía la gaveta y sacando el pijama—. Toma.
—Pónmela.
—Está bien —dijo Taisha.
Ella le quitó la ropa con cuidado y le colocó el pijama, mientras que Hans se había dado la vuelva para no verla.
—Gracias, mamá —dijo Aisha sonriéndole.
—De nada.
El girándose para mirar a su hija como estaba sonriendo.
—Vamos a dormir —le habló él.
—Sí —dijo ella brincando en la cama.
—Los dejó —anunció Taisha.
Taisha se fue para su habitación para ver a Andrés, que estaba dormido desde hace rato.
—¿Qué cuento te gusta? —le preguntó a su hija.
—El de la princesa de la luna —dijo sonriendo.
—¿Cuál es ese? —preguntó realmente confundido.
—Mi mamá se lo sabe —le informó mirándolo.
—Llámala, para que nos la cuente —dijo él sonriendo.
—Sí —dijo ella. Se levantó de la cama emocionada y se colocó las pantuflas para no ensuciarse los pies y salió corriendo para la habitación de Taisha—. ¡Mamá!
—¿Qué pasa? —preguntó asustada.
—Cuéntame el cuento de la princesa de la luna —dijo sonriendo.
—Está bien —dijo ella cargándola y camino hacia su habitación de su hija.
—Cuéntanos el cuento —le pidió él divertido.
—Está bien —dijo ella acostando a Aisha en la cama y arropándola.
—Te escucho —dijo Aisha alegre.
—Había una vez un reino en la luna. Existía una princesa que se llama Serenidad, ahí conoció a un príncipe que era el soberano de la tierra.
—¿Y qué pasó? —le preguntó emocionada su niña.
Taisha sonrió porque su hija se emocionaba con esa historia y continuo.
—Serenidad se enamoró perdidamente del príncipe Armando y se juraron amor eterno: luego una bruja mala estaba enamorada de él y juro vengarse.
—¿Qué pasó? —le preguntó Aisha eufórica.
Hans podía ver la emoción en la mirada de su hija y como Taisha exageraba el cuento, se escuchaba emocionante.
—Armando lucho con esa mala mujer y se casó con la princesa Serenidad, tuvieron muchos hijitos y fin….
—Muy linda la historia —comentó Hans.
—Sí, a dormir —dijo Taisha arropándola.
—Sí —dijo ella cerrando los ojos.
Taisha le dio un beso en la frente de su hija y le hizo seña que mirara que su hija estaba durmiéndose.
—Se duerme rápido —comentó Hans en voz baja.
—Sí, vamos —le habló ella levantándose de la cama con cuidado.
—Sí —dijo él.
—Ya es tarde —comentó ella.
—Gracias por regalarme ese hermoso regalo —dijo emocionado y agradecido de haberla tenido.
—De nada, aunque los dos la hicimos —le recordó sonriendo.
Hans estaba sonriéndole.
—Es hora de que descansemos. Puedes venir y disfrutar de nuestra hija, pero tenemos que sentarnos y establecer horarios —le informó acompañándolo hacia la salida.
—Tienes toda la razón, tenemos que ponernos de acuerdo —dijo con una sonrisa. Taisha no estaba negándole el derecho de que compartiera con su hija, era todo lo contrario.
—Nos vemos.
Cuando Hans le iba a dar un beso en la mejilla, Taisha se movió y le dio un beso en los labios.
—Perdón.
—No te preocupes —dijo ella nerviosa.
—Adiós —dijo él.
—Adiós.
Hans salió de la casa Collins con una sensación extraña, haber rosado los labios de Taisha lo hacía sentir confundido y ansioso de besarla de nuevo. Mientras que Taisha estaba nerviosa y angustiada por lo que había pasado. Se sentía tan extraña que no sabía expresarlo y decidió irse a la cama y leer un buen libro para calmar su mente.
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