Capítulo # 10
Hans llevó a su hija a una heladería con juegos para que estuviera disfrutando su princesa y que se la pasaran bien como padre e hija.
—¡Me encanta, papá! —exclamó Aisha entusiasmada.
Él sonrió por el entusiasmo de su hija. Amaba verla alegre y risueña.
—Vamos a sentarnos —dijo él, mirándola con amor.
—¿Qué se les ofrece? —se acercó el mesero.
—Dos helados de chocolate y el otro de fresa —informó Hans.
—Ok —dijo el joven anotando el pedido.
Mientas que Aisha sonreía al mirar todo y espero que el hombre se fuera.
—Me hubiera gustado que mamá viniera.
—A mí también, pero tenía que organizar todo para el viaje.
La niña lo miró con tanta ilusión.
—Quiero disfrutar mucho contigo y con mi mamá.
Él acarició el rostro de su hija.
—Yo también, quiero pasarla bien con ustedes dos.
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En la casa Collins.
Taisha estaba hablando por teléfono.
—Sí, Chloe, tranquila.
—Pero, ¡cómo dejaste que se la llevara! —dijo Chloe alterada.
—Chloe, tampoco puedo desconfiar de él. Es el padre —le recordó Taisha.
—Lo sé, ojo, Taisha —dijo angustiada de que Hans jugara sucio y se llevara a la niña.
—¿Cómo está Cameron? —le preguntó
—Hermoso y creciendo.
—Cuando puedas, me lo traes a la casa —le pidió.
—Sí, tranquila, tengo que dejarte. Es que Olivia está aquí con Andrés —le comunicó Chloe.
—Ok, besos a mis sobrinos.
—Ok.
Taisha finalizó la llamada y soltó un suspiro.
—A terminar de acomodar la ropa.
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En la heladería.
—Ja, ja, ja, en serio, papá —dijo Aisha contenta.
—Sí, en serio —dijo él sonriéndole a su pequeña.
Padre e hija estaban pasándola genial, hasta que alguien llegó.
Sophia se acercó a ellos.
—Hans.
—Sophia, hola. ¿Cómo estás? —preguntó él un tanto sorprendido de verla allí.
—Muy bien —respondió ella sonriendo.
—Sophia. Ella es mi hija Aisha —dijo él presentándole a su princesa.
—Mucho gusto, Aisha Collins —dijo la pequeña con educación.
Sophia fingiendo agrado.
—Hola, es un placer conocerte, linda.
—Igualmente.
—Hoy estoy con ella. Por fin su madre me dejó salir con ella a solas. ¿Verdad? —comentó el entusiasmado.
—Sí —afirmó la niña sonriendo.
—¿Y cuéntame qué edad ya tienes? —le preguntó ella.
—En cuatro días cumpliré cinco años —le contestó orgullosa.
—Que bien, ya eres toda una mujercita —dijo Sophia.
—No, Sophia todavía es una bebé —aclaró serio y todavía no sabía cómo había llegado a la heladería—. ¿Y cómo supiste que estaba aquí?
—Fue casualidad —mintió, la verdad lo había visto pasar y se le pego atrás para saber a dónde iba. Cuando supo que se había detenido en una heladería estaba segura que estaba con la niña y no se equivocó—. Hans es lógico que la veas cómo una bebé.
—¿Y eso es malo? —preguntó confundida Aisha.
—No —aclaró Sophia.
—Ah… Ok.
—Voy a pagar la cuenta —comunicó Hans.
—Ok, aquí te esperamos —sonrió Sophia.
—Ok.
Hans se levantó y se fue a pagar.
Aisha estaba detallando a la mujer.
—¿Y tienes mucho tiempo conociendo a mi papá? —le preguntó Aisha.
—Sí, la verdad es que soy la novia de tu papá —le confesó con una sonrisa burlona.
Aisha estaba asombrada.
—¡¿Qué?!
—Tú papi, no te lo ha dicho —dijo ella disfrutando el momento. Podía ver el asombro de Aisha.
—No, no sabía nada —respondió aturdida.
—Pronto nos vamos a casar y vas a vivir con nosotros —mintió alegremente.
—No puedo, mi mamá se tendría que ir a vivir con nosotros también —le explicó.
—Eso es imposible. Es un secreto así que no se lo digas nadie y menos a tu mamá —le ordenó.
—¿Por qué?
—Los secretos no se dicen.
—Está bien.
Hans acercándose.
—¿De qué estaban hablando?
—De nada, papi vamos para la casa —dijo la pequeña levantándose.
—Nos vemos, Sophia —dijo él cargándola.
—Adiós —dijo ella con una sonrisa burlona.
Ella espero a que padre e hija se fueron para sonreír y pedir un helado. Tenía que disfrutar del momento.
Hans había notado de que su hija estaba un poco callada y la ayudo a subirse en el auto.
—¿Pasa algo, hija? —preguntó colocándole el cinturón de seguridad.
—No, solo que tu novia se me hizo un poco extraña —respondió mirándolo.
—Sophia no es mala, es una agradable persona —dijo con suavidad. La veía más como una amiga que como su novia, no habían tenido intimidad y mucho menos se besaban… Parecía que tuviera en una relación de adolescentes.
—Quiero irme con mi mami —le pidió ella.
Hans no dijo nada, solo decidió irse a la casa de Taisha y planificar bien el viaje.
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Un rato después.
En la casa Collins.
Taisha estaba organizando todo, cuando sintió como el auto de Hans había llegado y abrió la puerta.
—Hola, bienvenidos.
—Mami —dijo la pequeña cayéndole encima.
—Taisha, aquí te dejó a nuestra princesita —dijo Hans.
—Ok, ¿a qué hora nos vamos? —le preguntó, para estar bien asegurada y que él no esperara mucho.
—A las seis —contestó risueño.
—¡No! —exclamó Taisha aterrada.
—Todavía sigues siendo perezosa —le dijo él burlón.
—Sí —respondió con firmeza.
—Nunca vas a cambiar —dijo Hans arqueando una ceja.
—No —afirmó sacándole la lengua.
Hans estaba riéndose.
—Mami, ¿ya me acomodaste mi ropa? —le preguntó Aisha alegre.
—Sí.
—Nos vemos a las seis —dijo él.
Taisha no muy animada.
—Está bien, nos vemos a las seis.
—Adiós, papi —dijo Aisha triste.
—Adiós, preciosa —dijo él dándole un beso en la frente.
—Adiós, Hans —se despidió Taisha.
Taisha cerró la puerta y estaba a punto de preparar la cena cuando comenzó a sonar el teléfono.