Mi gran sorpresa

Capítulo # 18

Capítulo # 18

En la casa Collins.

Aisha bajó las escaleras con cuidado y sonrió al mirar a su padre cómo estaba a punto de sentarse en la silla.

Hans se sentó en la silla.

—Huele delicioso.

—Gracias —dijo Taisha sirviéndole.

—Gracias.

Aisha sentándose en la silla.

—Mami, hiciste lo que más me gusta.

—Sí —dijo, sentándose en la silla.

—A comer —le habló él.

—Sí —dijo su hija.

Hans y Aisha comenzaron a comer, menos Taisha que estaba con asco por causa del embarazo.

—¿No vas a comer? —le preguntó él un tanto preocupado.

—No —dijo tratando de disimular las ganas de vomitar.

—Y eso, mami, ¿estás enferma? —le preguntó su niña.

—Te sientes mal —dijo alarmado.

—No, estoy bien, solo tengo que descansar —le respondió ella.

—Ok, si te sientes mal, me dices —le pidió él.

—Tranquilo. Es que no tengo ganas de comer nada, eso es todo —confesó mirándolo.

—Ok —dijo Hans sin dejar de mirarla.

Aisha terminando de comer.

—Estaba delicioso, mami.

Hans se quedó sorprendido como si su hija se había comido todo y sonrió porque tenía el buen comer de Taisha.

—Qué bueno —dijo comenzando a tomarse un poco de jugo, en eso le dieron ganas de vomitar y salió hacia el baño.

—Taisha —dijo él, preocupado y levantándose de la silla.

—Qué raro, vamos a ver qué le pasa —le dijo Aisha, preocupada por su madre.

—Sí —dijo subiendo las escaleras y entró a la habitación. En eso escucharon ruidos en el baño y abrió la puerta—. ¿Estás bien?

Taisha moviendo la cabeza de que no estaba bien.

—Aisha, trae un poco de agua.

—Sí, papi.

Hans levantó a Taisha del suelo. La veía pálida.

—Creo que algo, te cayó mal.

Taisha respirando profundo y sintió las manos de Hans cómo la llevaba para la cama.

—Sí, todo me cayó mal.

—¿Es la primera vez que te pasa? —le preguntó.

—Sí, me ha pasado —dijo mirándolo

—Ok, vamos a darte un poco de agua —dijo él.

—No, hielo y galleta, así se me pasa, Hans —pidió ella.

—Segura —dijo Hans, extrañado.

—Sí.

Hans se quedó tranquilo, cuando dejó a Taisha en la cama. Tenía que buscar lo que ella estaba pidiendo y miró a su hija.

—Aisha, puedes cuidar a mamá. Mientras que papá va a buscar lo que está pidiendo tu madre.

—Si, ve papi. Tu hermosa hija la cuidara —afirmó con una sonrisa en los labios.

Taisha observó como Hans salió de la habitación y respiro profundamente llevando su mano en su vientre.

Él se dirigió a la cocina para buscar el hielo y la galleta para Taisha, no la veía bien y sentía que estaba ocultándole algo. A los pocos minutos regreso a la habitación y se encontró a Taisha muy pálida.

—¿Estás segura que te sientes bien? —le preguntó angustiado.

—Sí, estoy bien Hans, solo es un simple malestar. Es que no he comido nada últimamente y es eso. Pronto estaré mejor, no te preocupes si —le aseguró ella.

Él no le creía mucho, pero tampoco quería mortificarla y lo que importaba que se relajara.

—Está bien, Taisha. Si te sientes mal me dices.

—Está bien —le dijo comiendo un poco de galleta con hielo—. Mañana es tu cumpleaños, porque no vienes y te llevas a Aisha. O si quieres puedes llevártela hoy para que este contigo. Claro si quieres llevártela —no quería que su hija la viera en ese estado.

—Gracias, te tomaré la palabra. Me la voy a llevar para la casa y te la traigo mañana en la noche. Es que mañana no trabajo, me lo dieron libre —le informó.

—Que bien, me alegro por ti. Voy a preparar la ropa de Aisha para que te la lleves —le comentó levantándose un poco de la cama.

—No, lo puedo hacer yo, tranquila —insistió él.

—Ok, gracias —habló con tranquilidad.

Hans fue para la habitación de Aisha y agarró la ropa necesaria. La guardo en una maleta, no quería irse hasta que Taisha se sintiera bien y ella al estar un poco más tranquila le pidió a Hans que se fuera. Con mucho pesar él se fue con su hija a su hogar dejando a Taisha un poco mejor.

Al sentirse bien, preparo un poco de comida y estuvo acostada en la cama viendo películas para evitar una caída.

.

.

Al día siguiente.

En la casa Collins.

Taisha se había levantado un poco mejor, pero no preparo desayuno porque el olor le daba náuseas y prefería esperar que su estómago se aliviara para poder ingerir los alimentos.

Se alisto para irse a la clínica y esperar que el malestar pasara para comer en la cafetería, pero mientras el tiempo pasaba comenzaba a sentirse mal de nuevo.

Chad venia caminando por el pasillo, cuando observó como su amiga estaba pálida.

—Hola Taisha, ¿cómo estás? —preguntó acercándose a ella.

—Mal —le confesó.

—¿Y eso? —le preguntó extrañado.

—Vamos para tu oficina —le pidió ella.

—Claro, para donde tú quieras —le dijo coqueto.

—Sí —dijo toda mareada.

Chad agarrándola de la cintura porque creía que se desmayaría.

—Estás rara, Taisha.

—Sí estoy —no puedo decir nada, porque se desmayó en sus brazos.

—¡Taisha!, ¿qué te pasa? —le preguntó preocupado.

Taisha no reaccionaba se la llevo para su consultorio y la acostó en la cama, le colocó alcohol en la nariz para que reaccionara, hasta que reacciono.

—Que susto me diste —le revelo.

—Lo siento —dijo avergonzada.

—dime la verdad, ¿estás comiendo? —le preguntó serio.

—No mucho.

—¿Por qué?

—Chad, estoy embarazada —le confesó apenada.

—¡Qué! Pero, ¿cómo Taisha? —dijo sin poderlo creer.

—Estándolo.

—Pero. ¿Cómo?, ¿cuándo?, ¿en dónde? —preguntó perplejo.

—Chad, no me preguntes esas cosas —respondió avergonzada.

—Ok, ok. ¿Quién es el papá? —le preguntó serio.

Taisha estaba apenada.

—Hans.

—Me lo imagine, que sabe todo o no sabe nada —dijo serio.

—No, no sabe nada todavía —le afirmó ella.




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