Mi gran sorpresa

Capítulo # 27

Capítulo # 27

En el hogar Jonhson Collins.

Todos se encontraban en el comedor, platicando y disfrutando de la cena navideña.

—Jasmín, ¿cómo te has sentido? —le preguntó Taisha.

—Muy cansada.

—Jasmín, me estás asustando —dijo angustiada.

—Yo también. No le digo nada a Alfred para que no se preocupe —le pidió.

—Te tiendo. Yo también me he sentido cansada, es normal.

—Será, voy a decirle a Alfred que nos vamos. Tengo sueño —dijo ella bostezando.

—Tan pronto —habló ella sorprendida.

—Sí.

—Ok.

Jasmín se dirigió hacia su esposo para comunicarle que estaba cansada y que deseaba irse. Sin dudarlo, Alfred aceptó irse y se despidieron de todos para ir a su hogar.

Como a las tres de la madrugada, los invitados que quedaban se habían ido a sus hogares a descansar.

—Estoy cansado —dijo Hans quejándose.

—Yo también —le dijo ella.

—Vamos a acostarnos —anunció él, observando cómo su mujer estaba bostezando también.

—Sí, vamos.

Ambos subieron las escaleras y se fueron a su habitación a descansar.

Al día siguiente se había despertado Aisha, feliz por los regalos de santa.

—Veo a una niña realmente feliz —comentó Hans de cómo su hija estaba revisando los regalos—. ¿Te gustan?

La niña asintió feliz porque le habían comprado tantos juguetes.

—Buenos días —anunció Taisha bajando las escaleras con cuidado y llevando su mano en su vientre—. Parece que alguien amaneció feliz.

—Muchísimo, mami —expresó la niña con los ojitos iluminados de la felicidad.

Hans estaba mirando cómo su esposa se acercaba a ellos y lo contentó que estaba que pronto serían cuatro y que esta vez podría disfrutar a su hijo o hija desde recién nacido.

A veces se sentía un poco mal porque nunca intentó viajar a su país natal mientras estaba en Alemania, pero su esposa le hacía entender que no pensará de esa manera y que disfrutará del proceso.

Estaba segura de algo que su segundo bebé llegó para calmar un poco el vacío que sentía porque no pudo estar con Taisha y Aisha cuando más lo necesitaban, y por eso estaba dando el todo por el todo para que Taisha se sintiera amada y protegida en su embarazo.

—Amor, ¿quieres comer algo? —preguntó él acercándose a ella.

—Me gustaría comerme un poco de dulce, pero es mejor que desayune bien —respondió mirándolo y observó que había un regalo escondido—. Hija, te faltó un regalo.

—No mami, ese regalo es tuyo —aclaró su hija mirándola.

Taisha le hizo seña a su esposo que le pasara el regalo y cuando lo miró era una nota de Chad.

—¡Para la mamá más dulce del mundo! —lo leyó con una sonrisa en los labios y lo abrió con cuidado—. ¡Wow! —exclamó al mirar el precioso cuadro que le había regalado de ella con su hija y con un bebé en sus brazos—. Le quedo hermoso.

Hans lo detallo y le gustó mucho.

—Le quedo muy bonito.

—Es un amor, es el mejor amigo que puedo tener —aseguró ella con una sonrisa en los labios—. Espero que su novia lo valore.

Hans estaba aliviado de que Chad tenía una novia y que no estaría molestando a su mujer.

—Tengo hambre —expresó su hija.

—Vamos a desayunar —dijo ella dejando el regalo a un lado.

Hans solo sonrió para irse con sus mujeres a comer algo.

.

.

En el transcurso del día.

Aisha estaba jugando en su habitación, mientras que la pareja estaba en la suya acostados.

Hans tocando el vientre de su mujer.

—No hemos pensado en un hombre.

—Todavía no, Aisha se iba a llamar Aurora y resultó que cuando nació le coloque otro —dijo ella con una sonrisa en los labios.

—Tiene que ser un nombre que nos guste a los dos —expresó con una sonrisa en los labios y sintió como dio una patadita—. Sera activo o activa.

—Aisha se movía mucho, más bien este bebé casi ni se mueve —confesó disfrutando de como Hans estaba emocionado con la llegada de su bebé—. ¿Quieres que lleve tu inicial?

—No, para nada…

—Entonces, ya sé lo que hare —dijo con una sonrisa y le dio un beso en los labios—. Te amo tanto Hans.

—Y yo a ti —dijo él alegremente.

En eso ella se levantó bruscamente.

Él se preocupa.

—¿Pasa algo?

—No sé, sentí como el bebé se movía de manera extraña —dijo ella con cierto temor.

—De seguro no se encuentra cómodo y es mejor que te coloques de ladito —aconsejo él y observó como ella obedeció—. ¿Y ahora?

—Creo que era eso, porque está moviéndose mucho.

—De seguro dice; muévete mamá —dijo él dulcemente.

Ella solo le sonrió y se acurruco entre sus brazos para sentirse segura. Lo amaba cada día más y saber que estaba creciendo su segundo bebé del amor que sentía por él era maravilloso.

Con Aisha se sentía solo y dolida, pero esta vez sentía una calidez que no sabía expresar al estar a su lado, era tan hermoso lo que estaba viviendo que no quería que nadie dañara su relación y que todo fuera armonía.

.

.

Los días siguientes fueron pasando rápidamente y los meses también.

En la casa Harris Johnson.

—Alfred, vamos a comprar la ropita del bebé —le dijo Jasmín.

—Ya tenemos lo sufriente —le recordó su esposo.

—Sí, eres así —dijo poniéndose molesta.

—Está bien, vamos.

Jasmín estaba asustada.

—Alfred.

—¿Qué pasa? —le preguntó mirándola.

—Alfred rompí fuente —le informó nerviosa.

—¿Qué?

—Sí —dijo asustada.

—Pero solo tienes ocho meses —le recordó alterado.

—Alfred, apúrate que voy a dar a luz, siento algo —dijo ella asustada como temía en tener a su bebé allí.

—No me asuste —dijo agarrando el celular y marcando el número de Erick.

Erick contestando.

—Bueno, ¿qué pasó Alfred?

—Jasmín esta por dar a luz —dijo alterado.

—¿Qué? —exclamó sorprendido.

—Rompió fuente, voy para allá —informó cortando la llamada.

—Yo estoy en Orlando —dijo en susurró.




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