Capítulo # 28
La familia Johnson Collins se fue para su casa. Al llegar, Taisha se dio un baño para comenzar a preparar la cena, mientras Hans jugaba un poco con Aisha.
Hans observando cómo su hija estaba jugando en el jardín.
—Creo que es hora de que te des un buen baño —dijo él.
—Está bien —dijo y salió corriendo para adentro.
En eso, Hans miró a una gata negra.
—Ven —dijo él y la gata se fue con él—. Parece que no tienes dueño.
Taisha se asomó al jardín y encontró a su esposo con una gata.
—Hans —habló mirando a la gata—. Zafiro.
—¿La conoces? —dijo él mirándola.
—Sí, es una amiga. Ven —dijo llamándola.
Zafiro se fue con Taisha.
—No sabía que te gustaban los gatos —dijo sorprendido.
—No mucho, con Zafiro es especial —le respondió ella.
Aisha había regresado porque se le había olvidado algo.
—Mamá —dijo mirando a Zafiro—. Zafiro —dijo agarrándola—. Vamos a darnos un baño.
Aisha se fue con Zafiro.
—Zafiro, me la conseguí, hace unos meses. Venía y se iba, por eso me extraño verla aquí —le explicó a su marido.
—Si te hace feliz tenerla aquí. Por mí no hay ningún problema —dijo él.
Ella le sonrió y agarró su mano.
—Vámonos para adentro.
—Sí, vamos —dijo él agarrándola de la cintura.
—Me encantaron los bebés de Jasmín —le comentó con una sonrisa.
—Están divinos —afirmó él.
—¿Cómo será nuestro bebé? —habló ella entusiasmada.
—Hermoso o hermosa como tú —dijo feliz.
—Hans —dijo dándole un beso.
—Yo voy a darme un baño —dijo él separándose de ella.
—Ok.
Mientras Hans se daba un baño, Taisha terminó de preparar la cena y preparó la mesa. Al rato bajaron Hans y Aisha.
—Ya está lista la cena —anunció ella.
—Tengo hambre —habló Aisha.
—Yo también —dijo él.
—A comer —habló ella.
Todos comieron muy tranquilos. Aisha estaba muy animada y contenta por la llegada de sus primitos.
—Oye, mamá.
—Dime, amor.
—Mi hermanito o mi hermanita. ¿Por qué no se deja ver? —preguntó cruzando los brazos.
Ese gesto hizo que Hans sonriera, pero era cierto. Su bebé no daba señales para mostrarse si era niño o niña.
—Esa misma pregunta me hago yo —confesó Taisha que era la primera vez que le pasaba y lo peor que comía de todo para que se moviera, y no pasaba nada.
—Ya falta poquito —dijo él con una sonrisa en los labios—. Solo tenemos que esperar un poco más para conocerla o conocerlo.
Aisha estaba impaciente por conocer a su hermanito o hermanita y darle todo el amor del mundo.
Taisha disfruto de la comida y al rato observó como su hija se iba para ver sus comiquitas favoritas y quedarse dormida después.
En la sala.
Hans y Taisha estaban platicando.
—No te quería decir nada, Chad me dijo que si en dos semanas no doy a luz. Me va a inducir el parto o me realizara una cesárea —le informó
—¿Por qué no me lo dijiste? —le preguntó preocupado.
—No te quería preocupar. Yo creo que en cualquier momento nace el bebé —dijo Taisha.
Hans acariciándole el vientre.
—Ya quiero saber que es.
—Yo también —dijo sonriendo—. Vamos a dormir.
—Dentro de un rato, tengo que irme porque me toca hacer guardia —le informó.
—No quiero —dijo abrazándolo—. ¿Me vas a dejar sola?
—Pero, mi amor no tengo opción. Tengo que hacerlas para pedir permiso, cuando nazca el bebé —le recordó él.
—Está bien —haciendo puchero.
Hans le había dado un beso en los labios y luego en la frente.
—No te pongas malcriada, tengo que hacerlo para cuidarte —dijo con suavidad.
—Está bien. Te voy a extrañar muchísimo —dijo abrazándolo.
—Y yo a ti —dijo sin soltarla.
—Vamos para que duermas un poco.
—Vamos.
Hans y Taisha subieron las escaleras y se dirigieron a la habitación. Hans la había dejado acostada y relajada, mientras que él se preparaba para irse a la clínica. Evitaba hacer guardias, pero tenía que hacerlo porque su bebé nacería en cualquier momento y pediría permiso para cuidarla.
Antes de irse le dio un beso en los labios y le pidió que le avisara cualquier cosa, que regresaría lo más rápido posible.
Taisha le pidió a su hija que durmiera con ella y que estarían solitas, y ella acepto encantada de estar en brazos de su mamá.
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Al día siguiente.
En la casa Johnson Collins.
Taisha se despertó y se levantó con cuidado para mirar el reloj.
—Ya es tarde, voy a despertar a Aisha para llevarla a la escuela —dijo girándose un poco para despertarla—. Princesa, despierta.
—No, cinco minutos más —le pidió.
—Despierta Aisha, ya es tarde —le habló con suavidad.
—No quiero ir.
—Vamos niña floja.
—Está bien —dijo levantándose y se fue para su habitación a darse un baño, y prepararse para irse a estudiar.
Mientras que Taisha se dio un baño rápido para vestirse e ir a preparar el desayuno.
Cinco minutos después.
—Ven a comer —la llamo su madre.
—No quiero ir —dijo quejándose.
—Aisha, vamos. Hoy me dijiste que ibas a jugar —dijo recordándole.
—Sí —recordando el juego—. Si voy mami.
—Come para llevarte.
—Sí, mami —dijo terminó de comer.
Taisha la llevo para el kínder, después fue para la florería las amigas, para ayudar a su hermana Olivia.
—Gracias por venir —dijo ella agradecida.
—De nada —dijo contenta.
—Comencemos —habló Olivia.
Taisha y Olivia comenzaron a adornar a decorar y preparar los arreglos para los clientes. Taisha siempre se maravillaba como su hermana hacia cada belleza con las flores y como tenía una buena clientela.
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En el kínder.
Aisha estaba aturdida.
—¡Maestra!
—¿Qué pasa Aisha? —le preguntó Marcela.
—No me siento bien —dijo Aisha desmayándose.
Marcela estaba agarrándola.