Capítulo # 29
En la clínica.
En el consultorio.
—Con una inyección se le pasará —habló Maddie.
—¿Por qué, no me dijiste que te sentías mal? —le preguntó su madre.
—No sé, mami —le respondió la niña.
—Dios mío. No sabes el susto que pasé cuando la maestra me llamó —le confesó Taisha.
—Lo que me tiene preocupada, es que cargaste a Aisha —dijo Maddie.
Hans entró al consultorio y mirándolas.
—¿Qué pasó? —preguntó él.
—Ya todo está bien, hermanito, le voy a colocar una inyección —le respondió su hermana.
—Gracias a Dios, que solo fue un susto —dijo Hans.
—Taisha, vamos para hacerte una ecografía —le habló su cuñada.
—¿Qué pasó? —le preguntó Hans.
—Nada, Maddie se asustó porque tenía a Aisha en brazos —respondió.
—Pero, ¿cómo se te ocurre? —dijo él regañándola.
—No me regañes. Aisha me necesitaba y no creo que eso afecte al bebé en nada —dijo ella molesta.
—¿Es mi culpa? —dijo la niña.
—Claro que no, y dejen el drama —les dijo frenética.
—Creo que Taisha está alterada por lo que pasó —comentó Maddie.
—Mami —dijo Aisha agarrándole la mano.
—Tranquila, aquí estoy —dijo ella.
Hans estaba molesto, no quería discutir. Aisha le colocaron la inyección y a la hora se le pasó la fiebre y la dieron de alta. Hans se la llevó cargada hasta el auto, se fueron para su casa. Al llegar, Taisha le dio un baño y la acostó, le tomó la temperatura y estaba normal, a cada rato la chequeaba y estaba bien.
Hans mirando a Aisha cómo dormía.
—Creo que está mejor —habló su esposo.
—Sí —dijo ella.
—¿Sigues molesta? —le preguntó.
—Claro que lo estoy.
—Ese peso, te cae mal —le dijo con suavidad.
—Hans, yo no pensé nada, solo en Aisha. Así que déjame tranquila —dijo caminando hacia su habitación.
Hans sabía que tenía que dejarla quieta para que se relajara y después platicarlo con calma.
Aisha estaba recuperándose y la noche había llegado.
—Amor —dijo él observándola cómo estaba terminando de acomodar todo—. Sé que estás molesta, pero no debes de estarlo.
—Hans —dijo ella girando para mirarlo a los ojos—. Perdóname, sé que no debí de hacerlo, pero nuestra hija me necesitaba.
Él no dijo nada simplemente fue hasta ella y la abrazo.
—Te amo, no quiero que nunca estemos enojados. Que nuestros hijos vean que papá y mamá se llevan bien.
—Si —dijo ella aferrándose a su abrazo y contenta de que él fuera tan comprensivo.
Los días siguientes pasaron rápidamente, a tal punto que se acercaba el nacimiento del bebé de Taisha.
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En un supermercado.
Taisha estaba eligiendo la comida, mientras que Hans estaba eligiendo lo más pesado para que su mujer no cargara peso.
—Quiero esto —dijo ella eligiendo frutas.
—Está bien, ya estamos por terminar las compras —dijo Taisha mirando el carrito y sonrió—. Hans, ¿qué te falta?
Hans estaba mirando la lista de compras y solo faltaba los dulces que se compraba al mes.
—Ya falta poco.
Aisha mirando los juguetes.
—Quiero uno.
—No, nada de eso —habló con su padre.
—Ya terminamos, las compras así que vámonos —dijo Taisha.
—Solo falta los dulces —le recordó él, eligiendo algunos porque no se podían privar de ellos.
Aisha se fue atrás de su madre.
—Mami, quiero un juguete.
—Ve por algo que no sea tan caro —le pidió ella y veía como su hija salió corriendo a la hilera de juguetes.
Hans acercándose a ella y dejando los dulces en el carrito.
—No la malcríes tanto.
—Es una tradición, que tengo con ella. Siempre elige algo sencillo.
Aisha eligió un juguete muy bonito y económico.
—Aquí esta mami.
—Muy bien preciosa.
Hans pago la cuenta, mientras que Taisha estaba sonriendo porque su hija estaba feliz con el juguete.
Al momento de subirse al auto, ella sintió como su bebé se movía y llevo la mano en su vientre.
—Ya falta poco bebé.
—Mami, ¿cuándo nace el bebé? —preguntó su hija emocionada.
—Muy pronto, ya falta poquito —dijo ella sonriendo porque presentía que esta vez se parecía más a Hans que a ella.
Al llegar a casa comenzaron acomodar todo, mientras Aisha jugaba con Zafiro.
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En la casa Harris Johnson.
—No deja de llorar —dijo Jasmín desesperada con su bebé.
—Lo sé, que puede hacer —habló su esposo impaciente.
—Pásamelo —le pidió Jasmín.
—Toma —dijo dándoselo.
—Bruno, mi niño —le dijo meciéndolo.
—Tendrá hambre.
—Vamos a ver —dijo dándole el pecho.
—Ya se calmó —dijo él aliviado.
—Sí.
—No puede ser que tengan casi dos semanas —le habló él asombrado de todo el cambio que había en sus vidas.
—Sí, Julieta y Bruno son hermosos como yo —habló orgullosa ella.
—¿Y yo? —le preguntó mirándola.
—Mi amor, si eres —dijo dándole un beso.
—Yo creo que con ellos dos nos quedamos —dijo mirándola.
—Estoy de acuerdo.
—Voy a ver a Julieta —dijo él alejándose.
—Ok.
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Horas después.
En la clínica.
—Mañana le hago la cesárea a Taisha —habló Chad a su cuñada.
—Esta vez, el bebé esta duro —comentó Maddie asombrada de que no se dejaba ver el sexo y que terminara haciéndole cesárea a su cuñada.
—Dios, no me quiero imaginar a quien saldrá —le dijo divertido.
—Tienes razón —dijo ella riéndose.
Ambos tenían carácter fuerte y tercos como ellos solos. Así que sería un reto a quien saldría o a quien se iba a parecer, pero tenía la esperanza de que se pareciera más a su familia.
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En la casa Johnson Collins.
En la habitación.
Taisha estaba acomodando la maleta.
—Mañana —dijo él asombrado de que su bebé no da señales de nacer por parto natural.
—Sí, qué raro que el bebé no quiera nacer de forma natural —dijo ella acariciando su vientre—. Ni idea a quien saldrá.