Capítulo # 31
En la casa de Chloe.
—Tengo sueño —anunció Aisha.
—A dormir —habló Ellis cargándola y acurrucándola en sus brazos.
—Ve a dormir —dijo Chloe sonriendo.
—Dile, bye —dijo su tío.
—Bye, tía.
—Bye.
Ellis subió las escaleras con la niña en brazos y contentó que la niña pasaría unos días con ellos, mientras que Taisha se recuperaba un poco por el nacimiento de la bebé.
—Tío —dijo ella aferrada a él—. ¿Crees que mis papás dejarán de quererme?
—No, para nada. Ellos te aman demasiado y estoy seguro de que todo estará bien —dijo sin soltarla y caminando con cuidado para no caerse con ella.
—Me hubiera gustado tener un hermanito, pero una hermanita está genial —dijo soñolienta y cerrando los ojos de cansancio.
Ellis sonrió porque su sobrina estaba un poco angustiada. Era normal en los niños sentir temor cuando llegaba un nuevo miembro a la familia. Con cuidado la llevó a la habitación y la acostó en la cama, quitándole las sandalias y arroparla.
—Buenas noches, princesa —dijo, dándole un beso en la frente y salió de la habitación.
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En la mansión Johnson Collins.
En la habitación de Taisha.
—Toma, se quedó dormida —habló ella con una leve sonrisa.
Hans agarrándola con cuidado y dándole un beso en la frente.
—Sí.
—Vamos a ver, hasta qué hora vamos a dormir —dijo sonriendo.
Hans acostándola en la cuna.
—Sí, tienes razón, vamos a dormir.
—Sí —dijo bostezando.
Hans se fue directo a dormir en el sofá cama y estar al pendiente de su mujer e hija, solo quería que Taisha descansara lo necesario para que estuviera bien y la recuperación fuera rápida.
Taisha se sentía un poco adolorida y quería dormir lo más posible para tener fuerza. Se suponía que Hans estaba a su lado y que la ayudaría en todo momento.
La recién nacida no se había despertado en toda la noche.
Hans se despertó a la seis de la mañana.
—Buenos días, Hanna. Es hora de comer —dijo agarrándola con cuidado y acercándose a su mujer—. Taisha, despierta.
Taisha tallándose los ojos y soltando un bostezo.
—Ya amaneció —dijo asombrada de que no sintió llorar a su bebé.
—Sí, toma —habló entregándosela.
Taisha agarrándola con cuidado.
—Buenos días hermosa, es hora de comer.
—Voy hacer el desayuno —dijo él.
—Ok, te esperamos —le dijo mirando a la pequeña.
—Ok.
Mientras Taisha le daba de comer a Hanna, Hans estaba preparando el desayuno aun que era algo temprano. Cuando Hanna terminó de comer se quedó dormida de nuevo.
Taisha mirándola y sonrió.
—Vaya creo que no serás como tu hermana —le dijo Taisha alegre.
—¿Ya se quedó dormida? —le preguntó sorprendido.
—Sí.
Hans agarrándola y acostándola en la cuna.
—Como que vamos otra vez a dormir.
—Sí.
Hans y Taisha se quedaron de nuevo dormidos, necesitaban agarrar energía para poder atender a su bebé y aprovechar que su hija mayor estaba con su tía.
Las horas pasaron y Taisha despertó como a las diez. Hans se estaba encargando de la casa para que todo estuviera en orden.
En la playa todo estaba muy bien, Aisha se la estaba pasando súper bien, mientras Taisha estaba algo adolorida, pero era normal en el trascurso de la tarde Chad la fue a ver y todo estaba bien y con los cuidados de Hans se terminaría de recuperar lo más pronto posible.
Los días pasaron. Hanna no se sentía en la casa porque no lloraba casi nada, solo cuando tenía hambre o cuando se hacia sus necesidades de resto, era un angelito.
Hans había regresado a trabajar porque Taisha a las dos semanas ya podía moverse bien y hacer algunas cosas, pero evitando salir para proteger a su hija.
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En la casa Johnson Collins.
En la puerta principal.
—Mami, tengo que irme —anunció Aisha.
—Te portas bien —habló ella.
—Sí, bye.
—Ven, vamos —dijo su padre.
—Adiós, mi amor —habló su esposa dándole un beso en los labios.
—Adiós, mi amor —dijo él sonriéndole.
—Nos vemos en la tarde —dijo jalándolo su hija para que se subieran en el auto.
—Vamos —dijo él sonriendo y abrió la puerta para que su hija entrara al auto—. Hazlo con cuidado.
—Sí —habló su hija acomodándose en el auto y sintió como su padre cerró la puerta.
Hans tenía que llevar a su hija al kínder y encendió el auto.
Aisha se despidió con la mano de su madre.
Mientras que ella también sonreía porque su hija estaba feliz y no estaba celosa de su bebita.
Hans arrancó y en el camino estaba hablando con su princesa, y como se divertían a pesar que había una bebita en casa.
—Te dejo en el kínder y te vengo a buscar a las dos —dijo él mirándola y como su hija se abajaba del auto.
—Ok, papi.
—Sí, vez que van a soltar más temprano, me llamas —le ordenó.
—Ok.
Hans la dejo en el kínder y se fue para la clínica. Hacia unas semanas su esposa y él decidieron de que su hija tuviera un celular en el bolso de emergencia. La maestra sabia la información y avisaba si había una emergencia o no.
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En la casa Johnson Collins.
Hanna comenzó a llorar porque tenía hambre.
Taisha agarrándola.
—¿Qué pasó mi linda? Mamá ya está aquí —le dijo meciéndola.
Hanna al escuchar la voz de Taisha se quedó más tranquila.
—Vamos a darte tu comidita, hermosa de mamá —le dio el tetero y le sonreía con aquella alegría. Su pequeña tenía mucho de Hans y eso le gustaba porque Aisha tenía más de ella.
Al ver que su hija no quería más, le sacó los gases y a la media hora se quedó dormida.
—Definitivamente es un angelito —salió de la habitación y comenzó a ordenar la habitación de Aisha. Al rato sonó el teléfono—. Aló si, diga.
—Hola, soy la maestra de Aisha —le informó ella.
—Hola Marcela, ¿cómo está? —le preguntó Taisha.