Capítulo # 37
En el hogar Smith Collins.
Olivia abriendo la puerta.
—Hola.
—Hola, ¿cómo sigues? —le preguntó su hermana.
—Más o menos, hace rato estuve vomitando —le comentó sentándose.
—Es normal, con Hanna me duraron días y el malestar seguía —le explicó.
—Se me había olvidado lo que es tener malestar —le confesó ella.
—Olivia, te compadezco —le habló con suavidad.
—Taisha…
—¿Y mi bebé? —le preguntó buscándolo con la mirada.
—Está con Adam, estoy de baja. Jasmín está todo el día en la florería, Dios… Con Andrés no fue así —le dijo quejándose.
—Olivia, te entiendo, acuérdate de que hace seis meses estuve embarazada —le recordó sonriendo.
—Aja —dijo sin ánimos.
—Te voy a hacer algo que es buenísimo —le dijo su hermana.
—Ok.
Taisha comenzó a preparar un jugo que era efectivo para aliviar el malestar. Al rato, Olivia se lo tomó todo.
—Me siento bien —le dijo ella encantada.
—Qué bueno, Hans, me lo enseñó a hacer —comentó sonriendo.
—Hans, te ha enseñado muchas cosas —le dijo mirándola.
—Sí, tengo un esposo maravilloso.
—Todas tenemos un esposo maravilloso —le aclaró Olivia.
—Eso sí —dijo Taisha alegre.
—Sí, vamos a caminar —le pidió.
—Sí, vámonos.
Taisha y Olivia se fueron a caminar un rato y distraerse un poco.
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En la casa Johnson Collins.
—Ya, terminamos de acomodar lo que desacomodamos —dijo él mirando a su hija.
—Sí, pero Hanna se quedó dormida —comentó Aisha.
—Ya veo, no aguanta tres pedidas para dormirse —dijo Hans riéndose.
—Es perezosa, como mi mamá.
—Tienes toda la razón —dijo sonriendo.
—Sí, vamos a jugar, ¿otra cosa? —le preguntó mirándolo.
—Buena idea, vamos —le dijo cargando a Hanna y llevándosela.
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En la calle.
—Olivia, te dejo —anunció su hermana.
—Ok, gracias por la visita. Nos vemos pronto.
Taisha le sonrió a su hermana y se fue para su hogar, mientras que Olivia había regresado a la cafetería.
En la cafetería.
—¿Ya, campeón? —le preguntó su padre.
—Sí, papi.
—Creo que terminamos —anunció él.
—¡Hola! —dijo Olivia animada.
—Hola, mi amor —dijo dándole un beso.
—Hola, mi vida —habló sonriéndole.
—¡Mami! ¿Cómo te sientes? —le preguntó el pequeño.
—Me siento bien, tu tía Taisha me hizo un jugo y se me pasó el malestar —le comentó.
—Qué bueno —dijo él.
—Ya me voy —le dijo acercándose Débora.
—Sí, si quieres te llevo —se ofreció su hermano.
—Gracias —dijo ella.
—Vámonos —habló él.
—Vámonos —le dijo Olivia.
—Sí, vámonos —le dijo Andrés sonriendo.
Todos se fueron. Adam dejó a Débora en su casa y rápidamente se fue con Olivia para su hogar; quería estar con ella.
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En la casa Johnson Collins.
—Ya llegué —se anunció Taisha.
—Bienvenida —le dijo su esposo.
—Mami, qué bueno que regresaste; papi y yo hicimos la cena —le dijo alegre.
—Qué bien —habló ella.
—Es hora de comer —dijo él.
—¿Y Hanna? —preguntó Taisha.
—Se quedó dormida, ya le di el tetero —le explicó.
—Ok. Vámonos a comer —dijo él.
Hans le sirvió a Taisha con ayuda de Aisha.
—¿Espero que te guste, mi amor?
—Claro que me va a gustar, tú cocinas mejor que yo —le confesó ella.
—Lo sé, pero —dijo Hans nervioso.
Taisha dándole un pequeño golpecito en el hombro.
—Vanidoso.
—Ja, ja, ja.
Taisha estaba sonriendo.
—Ya vamos a comer.
—Sí, yo tengo hambre —habló su hija.
—No se vale. Me dejaste solo, ayudante —dijo haciéndose el molesto.
Aisha estaba riéndose.
—Está bien, ya te voy a ayudar.
—Así sí —le dijo Hans.
Taisha solo los miraba.
—Vamos a comer.
—Sí, es hora de comer —dijo él.
Todos comenzaron a comer y disfrutar en familia. Como a las horas se fueron a dormir para descansar.
Hans se levantó a las seis de la mañana para irse a trabajar, porque su mujer comenzaría a partir de las dos de la tarde, pero antes de irse le dio el tetero a Hanna y dejó el desayuno preparado.
Se fue como a las siete y media de la mañana.
Taisha se levantó y fue a despertar a su hija para que se alistara para irse al colegio. Mientras que su hija se preparaba, adelantó un poco del almuerzo para estar preparada y dejar todo listo para Hilary, que cuidaría a su pequeña Hanna.
El día transcurrió rápido y Taisha tenía todo listo, hasta que sintió el sonido del timbre. Debía de ser Hilary la que vendría a cuidar a sus hijas.
—Hola —habló Hilary.
—Hola, ¿cómo estás? —le preguntó Taisha.
—Bien.
—Ya tengo que irme. Hanna está dormida y está listo su alimento; Hans no ha llegado con Aisha —le comentó.
—Ok.
—Ya me voy —dijo alejándose y girándose—. Cierra bien la casa y ten cuidado.
—No se preocupe —le dijo sonriendo.
—Adiós —dijo y se subió al auto.
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En la clínica.
—Ya me voy —anunció Hans.
—Adiós —dijo Maddie.
—Adiós —habló él.
—¿Hoy viene Taisha? —le preguntó.
—Sí —dijo él.
—Ok.
Hans se fue a buscar a Aisha; al llegar a la primaria, se llevó una gran sorpresa.
—¿Qué pasó? —preguntó Hans.
—Hola, soy la maestra de Aisha —le dijo ella.
—Sí, algo me dijo Aisha que usted se llamaba Miley —dijo mirándola.
—Sí, soy Miley. Hoy tuve un problema con Aisha —le comentó.
—¿Qué pasó? —le preguntó preocupado.
—Es... Que se agarró con una niña —le comentó seria.
Hans estaba asombrado.
—¿Con una niña?
—Sí, y todavía no nos quiere decir qué pasó; la madre está aquí.
—¿La madre de la niña? —le preguntó asombrado.
—Sí.
—Ok —dijo pasando y mirando que Aisha estaba muy apenada por lo que había pasado—. ¿Bebé, qué pasó?
—¡Bebé! Ese monstruo le pegó a mi hija —dijo la mujer indignada.