Capítulo # 38
En la clínica.
—¿En serio, Molly? —Taisha asombrada.
—Lo que escuchaste, el señor Mark mandó el cambio, aunque Hans no quiere todavía ser el jefe de la clínica —le comentó Molly.
—Sí, lo sé, es mejor que siga de médico —dijo ella. Su esposo no quería todavía esa responsabilidad y amaba atender a sus pacientes.
—Hola, ¿ya están chismeando? —le preguntó Maddie acercándose a ellas.
—Aja —dijo Taisha riéndose.
—Ya se enteraron de la última —comentó ella.
—Cuenta —le dijo su cuñada.
—Parece que van a botar a Sophia —dijo Maddie con seriedad.
—¿Por qué? —le preguntó Taisha extrañada.
—Taisha, nadie la pasa —contestó Maddie cruzando los brazos.
—Es verdad, pero ella hace bien su trabajo y si cumple, no deberían botarla solo porque cae mal —la defendió.
—Sí, es lo laboral, lo hace bien —afirmó Molly, que veía injusto lo que querían hacer.
—Eso sí —habló Maddie.
—Yo lo veo injusto —comentó Taisha.
—Yo no quiero opinar mucho, porque después dicen que estábamos hablando mal de ella —dijo Molly.
—Hay que esperar que diga el director —le dijo Maddie.
—¿Quién es? —preguntó Taisha.
—Muérete, es Hans —respondió sonriendo su cuñada.
—Hans —dijo Taisha atónita.
—Sí, acepto, pero lo hará cuando se sienta listo para hacerlo —dijo Maddie.
—¡Ah! Ok —habló su cuñada.
—Necesito tu ayuda —le dijo mirándola a su cuñada.
—¿Dinos? —le preguntó ella.
—Es que no sé cómo decirle a Erick que estoy embarazada —le dijo apenada.
Molly y Taisha estaban atónitas.
—¿Qué!
—Sí, tengo dos semanas —le comentó.
—Voy a ser tía de nuevo —dijo Taisha emocionada.
—Felicidades —dijo Molly.
—Gracias, pero estoy nerviosa —le dijo con suavidad.
—¿Por qué? —le preguntó Taisha extrañada.
—Es Erick, no está preparado para ser padre —contestó triste.
—Dios, qué problema —dijo Taisha cruzando los brazos.
—Sí —dijo algo triste.
—Pero hazle una cena y dale la noticia —le aconsejó Taisha.
—Creo que haré eso —dijo Maddie entusiasmada.
—Me voy a trabajar —anunció Taisha.
—No digan nada —pidió ella.
Taisha y Molly se miraron.
—¡Lo juramos!
Maddie se retiró al rato de platicar con ellas. Al poco tiempo comenzaron a llegar las emergencias y las enfermeras estaban atentas.
Taisha se sintió cómoda y feliz de regresar a su trabajo; lo amaba tanto porque lo había conseguido con mucho esfuerzo y no quería renunciar a él tan fácilmente.
Por primera vez la clínica estaba full de pacientes, a tal punto que las enfermeras no se daban abasto hasta que las horas pasaron y todo se había calmado.
—Gracias a Dios, todo se calmó —dijo Taisha exhausta.
—Estoy cansada —dijo Maddie sentándose en la silla.
—Maddie, ¿te sientes bien? —le preguntó; la veía pálida.
—Más o menos —le dijo sonriendo.
—Descansa —habló ella.
—Tengo ganas de irme —le dijo suspirando.
—Mi amor, ¿te sientes bien? —le preguntó Erick mirándola, que estaba algo pálida.
—Sí, yo creo que mejor me voy para la casa, ya se pasó mi turno —le dijo ella.
—Sí, si quieres te llevo para la casa. No te veo bien —le dijo su esposo.
—Me voy —anunció Chad apareciendo.
—Lévame hasta mi casa —le pidió su cuñada.
—Vámonos —habló él.
—Voy a buscar mis cosas —dijo Maddie, se levantó y se mareó.
Taisha agarrándola.
—Maddie, ¿estás bien?
—No te veo bien —insistió su esposo.
—Yo tampoco —habló Chad.
—Es estrés nada más —le dijo ella.
—Es mejor que Chad te lleve a mi casa; Erick y yo salimos a las siete —le dijo Taisha.
—Sí, es mejor y estaré más tranquilo —le dijo Erick.
—Vamos, cuñada, te acompaño para la oficina y nos vamos para la casita a descansar —le dijo sonriéndole.
—Ok, ok —dijo suspirando.
Chad acompaña a Maddie a la oficina, y después se fueron para la casa de Hans. Al llegar, Hans se extrañó, pero igual le dio gusto verla.
—Adiós, Chad —le dijo Hans.
—Hola —dijo Maddie tratando de sonreír.
—¿Te sientes bien? Estás como pálida —le preguntó su hermano preocupado.
—Hans, es que…
Aisha bajó las escaleras.
—Tía Maddie.
—Hola, mi amor —dijo ella sonriéndole a su sobrina.
—Vamos para la habitación de Aisha, hay otra cama —dijo él.
—Ok —habló Maddie.
Hans agarrándola del brazo porque no la veía nada bien.
—Maddie, ¿te sientes mal?
—Más o menos —le dijo suspirando.
Hans cargándola.
—No me voy a arriesgar.
—Exagerado —dijo sonriendo.
—Vamos —le dijo su hija.
Hans la llevó hacia la habitación y la acostó en la cama.
—Tía, ¿vas a dormir así? —le preguntó mirándola con la ropa que, llevada, no se veía tan cómoda para dormir.
—Claro que no, ve a buscar un pijama de tu madre para tu tía —le dijo él.
—No, ¿cómo crees? —le preguntó ella apenada.
—No vas a dormir así —le dijo serio.
—Pero…
—Maddie, aquí se hace lo que yo diga —dijo su hermano.
—Está bien —habló sonriendo.
—Me esperan —le dijo pequeña.
Se fue corriendo a buscar la ropa; como a los diez minutos, regresó.
Aisha se lo entregó a su padre y él le sonrió a su hija.
—Gracias —y miro a su hermana—. Toma —le dijo Hans entregándole la ropa a su hermana.
—Me voy a dar un baño —anunció ella.
—Ve, pero con cuidado —le pidió.
—Está bien —le dijo.
Se metió a bañar rápido para que no le diera otro mareo; después salió del baño y se dirigió a la cama para dormir.
Hans entró a la habitación.
—Está dormida —murmuró en voz baja.
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En la clínica.
—Tengo sueño —dijo Taisha bostezando.
—Tenías como siete meses que no te desvelabas —le comentó Erick sonriendo.
—Sí, uno ya se acostumbra y Hanna es un angelito —comentó orgullosa.