Capítulo # 39
En la casa Johnson Collins.
En eso sonó el teléfono.
—Buenos días —habló Taisha.
—Taisha, soy yo, Adam, Olivia se puso mal y estamos en la clínica.
—Pero, ¿qué pasó? —le preguntó Taisha alterada.
—Comenzó con unos dolores y Hans la está atendiendo —le anunció.
—Ok, ya voy para allá. Ni siquiera me he cambiado. Nos vemos allá —le dijo entregándole a Hanna—. Maddie, tengo que irme a la clínica. Olivia se puso mal.
—Dios mío —comentó preocupada.
—Mami, llévame —le pidió su hija.
—No. Maddie, cuando termine de comer, me la llevas para la primaria.
—Sí, pero tranquilízate —le dijo ella. Veía a su cuñada muy mal.
—No puedo —le confesó ella, saliendo de la casa apurada. Se subió en el auto y manejó lo más rápido posible para llegar a la clínica y estar con su hermana.
Veinte minutos después.
Taisha entró a la clínica buscando a su cuñado y lo había encontrado.
—¿Qué pasó?
—Taisha —le dijo asombrado. Había llegado rápido.
—Habla.
—Estamos alistándonos para llevar a Andrés al kínder, cuando de repente comenzó a dolerle mucho el vientre y me la traje para la clínica; Hans iba llegando y la atendió rápido.
—Dios mío, que no sea nada grave —le comentó angustiada.
—Ojalá que no.
—¿Andrés? —le preguntó buscándolo con la mirada.
—Está con Chad, se lo llevó para que se entretuviera con algo, no podía llevárselo a Débora por el embarazo —le respondió él.
—Ok —le dijo ella sentándose a su lado y esperando que le dieran noticias de su hermana.
Al rato salió Hans.
—Adam.
—Dime, Hans, ¿cómo está Olivia? —le preguntó su esposa.
—Está bien, pero —le dijo serio.
Taisha y Adam estaban preocupados.
—Pero, ¿qué?
—Estuvo a punto de perder al bebé; la voy a dejar hospitalizada hasta domingo —le informó.
—Apenas estamos en martes —le dijo Adam, asombrado de los días que se quedaría su esposa en la clínica.
—Lo sé, hay que prevenir —le dijo él.
—¿La podemos ver? —preguntó su esposa.
—No, está sedada, es mejor verla después —les recomendó.
—Ok —dijo Adam.
—¿Taisha y las niñas con quién se quedaron? —le preguntó él mirando a su esposa.
—Con Hilary y Maddie.
—Ok.
Chad venía con Andrés.
—El campeón comió y está listo para ir al kínder.
—Gracias —le dijo Adam preocupado.
—¿Qué pasa? —le preguntó Chad.
Taisha agarrando a Andrés.
—Nada malo, yo me llevo al hermoso para la casa.
—¡Sí! —exclamó abrazándola fuerte.
—Andrés no se va a ir —le dijo Hans. Sonriendo, sabiendo que se iría con su esposa.
—Vamos, dile adiós a papi —dijo ella.
—Adiós, papi.
—Adiós, campeón —dijo él.
Taisha se despidió de su marido y se fue con Andrés para su hogar; cuando llegó, llamó a Chloe para que supiera lo que estaba pasando con su hermana mayor. Al enterarse, Chloe canceló unos viajes que tenía esa semana para ayudar a Adam con Andrés.
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En la casa Johnson Collins.
Taisha terminando de acomodar la cama para Andrés.
—De aquí que Olivia salga; Andrés es mío.
—Taisha, no lo puedo creer, Olivia con el embarazo de Andrés fue tan tranquila —comentó Chloe mirándola.
—Lo sé, todos los embarazos no son iguales —le recordó ella.
—Es verdad.
—Vamos a esperar que pase —dijo Taisha.
—Taisha, no sabes que ayer Cameron casi se me mata por las escaleras; gracias a Dios que Ellis lo pudo agarrar y no rodó por las escaleras —le comentó su hermana aún asustada.
—En serio, Dios mío, Cameron, es terrible —le dijo asombrada.
—Sí, Ellis me iba a reclamar y me consiguió dormida.
—¿Dormida? —le preguntó extrañada.
—Sí, tenía un dolor de cabeza horrible.
—¿Y cómo supiste que Ellis te iba a reclamar? —le preguntó curiosa.
—Porque mi suegra me lo dijo y ella le dijo a Ellis, Chloe se acostó porque se sentía mal y Cameron estaba conmigo, pero salió y no sé en dónde se metió —le explicó.
—Chloe, ese Cameron es tremendo y tan tranquilo que se veía pequeño —le dijo Taisha riéndose.
—Sí, Taisha.
Cameron se acercó.
—Mami, vamos a jugar —dijo mirando a Chloe.
—Sí, vamos.
—Señora Taisha, el niño Andrés está jugando con unos jarrones —le comentó Hilary.
—¿Qué? ¡Ya me va a escuchar Andrés! —dijo Taisha molesta.
Taisha fue donde estaba Andrés y lo regañó; del susto, Andrés rompió un jarrón. Taisha e Hilary limpiaron todo, pero no se habían fijado en que un pedacito se había escondido.
—Señora Taisha Hanna, quiere jugar —comentó la joven.
—Ponla en el piso, ya sabe gatear —le ordenó ella.
Hilary dejó que Hanna gateara muy a gusto; a los diez minutos, Hanna comenzó a llorar mucho.
—¿Qué pasó? —le preguntó Taisha; en eso miró que estaba sangrando—. Dios mío, ¿qué pasó? —murmuró asustada.
—Hanna, ¿qué le pasó? —le preguntó Maddie llegando.
—Se cortó, pero ¿con qué? —dijo revisándola.
Hilary agarrando el pedazo.
—Había quedado un pedazo, señora.
—Vamos a curarla —dijo ella.
—Taisha, eso es punto —anunció Maddie.
—No me digas —dijo, comenzando a llorar, ya que le daba sentimiento ver a Hanna llorar así.
—Vamos a curarla ya —se ofreció su cuñada.
—Las cosas están en el almario —le dijo sin poder evitar las lágrimas y abrazándola.
Maddie lo fue a buscar, mientras Taisha no sabía cómo tranquilizar a Hanna, hasta que llegó Maddie.
—Vamos a curarla —le dijo limpiándola con el algodón.
Hanna comenzó a dar esos gritos.
—¿Qué pasó? —preguntó Chloe mirando la sangre y poniéndose nerviosa—. Dios mío, ¿qué le pasó a Hanna? —preguntó asustada.
—Chloe se cortó porque Andrés partió un jarrón y se me quedó un pedazo y no me di cuenta —contestó sollozando Taisha.
Maddie terminando de curarla.
—Ahora hay que ponerle anestesia local.