Mi gran sorpresa

Capítulo # 54

Capítulo # 54

Las horas pasaron; Taisha se levantó, preparó el desayuno, mientras Aisha todavía no se había levantado.

Hans bajó las escaleras.

—Buenos días.

—Buenos días —le dijo ella sonriendo.

—¿Y las niñas? —le preguntó.

—Duermen.

—Ok, hoy me voy más temprano —anunció él.

—¿Por qué? —le preguntó ella extrañada.

—Tengo que ver unas cosas allá —le comentó.

—Ok, mi amor.

Bajó Aisha las escaleras.

—Buenos días, princesita —dijo su padre sonriéndole.

—Buenos días, papá —dijo bostezando.

—¿Ya te vas para la escuela? —le preguntó él.

—Sí, entró casi a las nueve —le dijo mirándolos.

—¿Y eso? —preguntó Taisha extrañada.

—Va a haber una competencia y no voy a ir —dijo seria.

Hans y Taisha mirándose.

—¿Y eso?

—¿Por qué no quiero ir? —le preguntó cruzando los brazos.

—Vamos para la clínica y luego te dejo en la escuela —le propuso su padre.

—Ok, dale.

—Buenos días —dijo Hanna tallándose los ojos.

—¿Y eso que te levantaste temprano? —le preguntó Taisha extrañada.

—No tengo sueño —respondió mirándolos.

—¿Quieres ir con papá para la clínica? —le preguntó sonriente.

—Sí —le dijo emocionada.

—Me van a dejar sola —dijo Taisha, puchero.

Todos mirándola.

—¡Sí!

—Desayunen, yo veré qué hacer —comentó ella suspirando.

La familia Johnson Collins comió muy a gusto. Hans se llevó a sus hijas para la clínica. Taisha comenzó a acomodar la casa; tenía que mover todo, que tenía casi como dos semanas que no movía nada.

Taisha comenzó a limpiar la casa desde las escaleras hasta la sala, luego la cocina.

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En la clínica.

—¿En dónde estará Hans? —dijo la mujer buscándolo.

—Papi —dijo Hanna jalándolo del brazo.

—Vamos.

—Espera, princesa —le dijo el feliz.

—Hanna, vas a tumbar a papá —comentó Aisha seria.

—Vamos, Hanna —dijo Hans contento.

—Sí —comentó él.

—Tiene dos hijas —comentó ella asombrada.

—Buenos días —habló la enfermera mirándola.

—Buenos días, estoy buscando al doctor Hans Johnson —le comunicó ella.

—Él debe de estar en su oficina, es a la derecha —informó la enfermera.

—Ok, gracias.

Esa persona se fue para el consultorio de Hans y tocó la puerta.

—Niñas, quédense quietas —dijo él abriendo la puerta—. ¿Tú? —le preguntó asombrado.

—Hola, Hans, ¿cómo estás? —le preguntó ella sonriéndole.

—Bien, pasa, Adela —dijo mirándola.

—Gracias, Hans.

—Te presento a mis princesitas, Taisha y Hanna —le dijo él, orgulloso.

—Mucho gusto, Aisha Johnson —dijo ella sonriéndole.

—Hanna Johnson —dijo ella seria.

—El gusto es mío, Hans, te he estado buscando como loca —comentó ella.

—¿Y eso? —le preguntó él extrañado.

—Es necesario hablar contigo en privado —le dijo ella muy seria.

—Ah… Ok, niñas, pueden ir afuera —les pidió.

—Claro, papi, vamos, Hanna —dijo mirando a su hermana, que no se quería ir.

—Está bien —dijo sin dejar de mirar a Adela.

—Lindas niñas —comentó sonriendo.

—Gracias.

—Vaya sorpresa me acabo de llevar —dijo sonriendo.

—¿Por qué? —le preguntó serio.

—Te casaste.

—Sí, estoy felizmente casado —dijo orgulloso.

—Me alegro; bueno, al grano. Te vine a buscar, ya que la familia de tu madre está interesada en verte —le comentó ella, mirándolo.

—Sabes que ellos no, me importa, mi familia solo es mi padre y mi hermana, ahora mi esposa y mis hijas —le dijo con repudio.

—Lo sé, tu abuelo quiere verte, sabes que eres el único nieto varón de la familia Ryan —dijo Adela.

—Sí lo sé, no tengo la culpa —dijo frustrado.

—Eres el único que tiene el derecho de quedarse con la fortuna que les pertenecía a tu madre —le dijo seria.

—Adela. Fue mi abuelo quien te envió; dile que se olvide de mí. No me interesa nada de su fortuna —le dijo molesto.

—Sigues igual de terco —dijo ella suspirando.

—Sí.

—Pensé que, en veinte años, cambiarías, pero me equivoqué —dijo ella molesta también.

—Sí, fue un placer verte, Adela —dijo él abriéndole la puerta.

—No digo lo mismo —dijo ella saliendo del consultorio.

En eso venían Melody y Maddie.

—Melody, no corras —pidió Maddie.

—Pero, mami —dijo deteniéndose.

Adela se sorprendió al ver a Maddie, en su mente.

—Está hermosa. Tenía años sin verla; se parece mucho a la abuela —mirando a Melody—. Me imagino que es su hija.

—Vamos a ver a tío Hans —le dijo agarrándola del brazo.

—Súper —dijo Melody contenta.

—Maddie —llamó su esposo.

—Papi —dijo y salió corriendo.

—Me voy a llevar a Melody para el kínder —le comunicó.

—Ok.

—Adiós, mami —dijo Melody alejándose de su padre.

—Maddie —comentó ella emocionada.

Maddie mirándola.

—¿Te conozco?

—No te acuerdas de mí, Maddie, soy tu prima Adela —le dijo risueña.

Maddie estaba asombrada.

—Adela.

.

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En la cafetería.

—Vamos, quiero estar con papá —dijo Hanna seria.

—Ok, vamos —habló Aisha.

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En la casa Johnson Collins.

Taisha acostada en el sofá.

—Por fin terminé —dijo; eso sonó el teléfono. Se levantó y no se fijó que había un barde atravesado y se cayó dándose en la pierna y la cabeza—. ¡Ay, me dolió! —mirando que estaba sangrando—. Dios mío —dijo; se quería levantar, le dolía mucho el pie—. ¡Ay, me duele! —El teléfono no dejaba de sonar; se pudo levantar un poco y agarró el teléfono—. Bueno —en eso el pie no aguantó y cayó sentada—. ¡Ay!

—¿Estás bien? —le preguntó desde la otra línea.

—No, ¿con quién habló? —le preguntó Taisha adolorida.

—Soy yo, Chloe. ¿Qué pasó? —le preguntó su hermana.

—Me caí y me doblé el pie y, para completar, estoy sangrando en la cabeza —le comunicó ella.




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