Mi odioso guardaespaldas

1.- Las consecuencias de ser rica

Esto era vida.

Esto era lo que llamaba vivir mi vida. Mi mejor amiga estaba tan borracha que ni siquiera intentaba negarlo, el tequila definitivamente no le hacía bien. Habíamos venido a una de las discos más fiesteras y exclusivas de toda la ciudad. Hoy quería emborracharme hasta morir, de todas formas, no era como si tuviera algo que hacer mañana.

Tomé otro trago de tequila, sintiendo el calor correr por mi garganta. Miré como Kim y su novia lo bebían de una manera muy original (note el sarcasmo). Kim se tiró en la mesa de espaldas mientras que su novia le echó un poco de tequila en su ombligo. Mi mejor amiga colocó un trozo de limón en la boca de Kim riendo como una loca. Yo estaba igual.

Lauren -la novia de Kim- chupó el tequila de su ombligo, absolutamente todo, mientras que las personas al rededor aplaudían y pitaban. Luego se montó encima de ella y tomó el limón, lo chupó y luego beso los labios de Kim haciendo que el ruido de los aplausos aumentara. Di un saltito y choqué los cinco con Lauren; la chica no me había agradado al principio, pero ahora no encontraba una persona más divertida.

Kristie, mi mejor amiga, pidió otra ronda. Eran más de la media noche pero a nosotras no nos importaba, sólo queríamos seguir bebiendo. Mi vida era así, fiestas a montón casi todas las noches, bailábamos, nos divertíamos con los chicos y vivíamos la vida al máximo. Todo lo que el dinero de nuestros padres pudiera pagar, y de eso teníamos mucho.

Había terminado el instituto hace cuatro año, y desde entonces no he hecho nada más en mi vida que esto, lo mejor de todo era que mi padre no estaba realmente enojado con ello. Mientras yo no le diera problemas él era feliz.

Kristie era igual que yo, con la diferencia que ella si trabajaba, sus padres eran ricos, de verdad lo eran, pero cada mañana Kristie se despertaba sintiéndose mal por la noche anterior y buscaba un trabajo. Lo único malo en ello era que en la noche se le olvidaba de nuevo, y mayormente no duraba más de una semana en un trabajo, nadie podía durar demasiado si llegaba borracha y sin dormir al sitio. Eso hacía que nos riéramos todas las noches; si ella se atreviera a ser sincera, admitiría que no le importa una mierda eso del trabajo, sus padres la mantendrían inclusive después de muertos.

Kim se levantó y se tomó un trago de tequila haciendo lo mismo que su novia había hecho hace un momento. Nos habíamos conocido cuando, de tanto venir a sitios como este, nos reconocimos. Ni a Kristie ni a mi nos importaba que fueran lesbianas, a pesar de que nosotras éramos hetero, las chicas eran agradables y tenían tanto dinero como nosotras, podíamos estar segura de que no estaban aquí por interés.

Kristie gritó y todas lo hicimos después de eso. Mi mente comenzó a dar vueltas, ese fue mi advertencia para dejar de beber. No sabía lo que podía hacerme cuando estaba inconsciente.

El barman, con el cual me había acostado una vez, nos trajo más bebidas. Teníamos el área VIP donde todos nos trataban como reinas. Mi tarjeta de crédito pagaba esta noche, mañana lo haría la de Kim, y luego la de su novia. Ese era nuestra rutina, nos poníamos de acuerdo para encontrarnos en alguna disco y disfrutábamos de la noche, aunque muchas veces Kim y Lauren se iban a un hotel dejándonos a Kristie y a mi solas, lo que probablemente nos llevaría a estar con un chico esa noche también. Habían suficientes condones en mi bolso para estar prevenida.

—¡Estoy tannn borracha! —Exclamó mi mejor amiga cuando nos sentamos de nuevo—. Amo mi vida.

—Todas lo hacemos querida —habló Lauren, dándole un beso a Kim en la mejilla—. Esto es tan divertido y sencillo.

—Probablemente deberíamos irnos. —Kim siempre era la más seria, la chica que nos mantenía en tierra cuando las cosas se ponían demasiado "divertidas", pero mayormente nadie le hacía caso.

—Nooooooo. —Kristie negó con la cabeza tan fuerte que tuve miedo de que se les desprendiera del cuello.— La noche es joven.

Cuando una música tecno sonó, me levanté de un salto. Los años en tacones de quince centímetros evitaron que me diera de bruces contra el piso. Bajé mi vestido que se había subido unos centímetros y arreglé mi cabello, todo mientras me tambaleaba. Miré a las chicas, pero ellas estaban metidas en una conversación sobre zapatos. A veces pensaba que éramos demasiado superficiales para nuestro beneficio, pero inmediatamente se me pasaba.

—Yo no sé ustedes, pero voy a bailarrr —grité y me di la vuelta sin escuchar su respuesta.

Cuando llegué a la pista de baile comencé a bailar sola, si en algo era buena, era en bailar. Años viniendo a fiestas me habían enseñado como hacerlo, disfrutaba moviendo mi cuerpo, disfrutaba de las miradas de los hombres cuando lo hacía, me perdía entre la música; No me gustaba bailar con otra persona porque entonces tenía que seguirla, y yo no nací para seguir a nadie. Y menos en el baile.

Miré a las chicas de nuevo, ahora Kim y Lauren se besaban mientras Kristie bostezaba ruidosamente, me reí de ellas y seguí bailando.




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