Mis días (odiando) amando al Sr. Harris.

Capítulo 1: Una dura vida.

He visto como los ojos más lindos siempre son los que más sufren.

Dos años atrás

Londres, Inglaterra.

LEIGH-ANNE BECKETT

Escucho los ruidos de los vasos de cristal siendo estrellados en el suelo, así era siempre mi rutina, esto duele demasiado. Todo ha sido por lo que he encontrado su más duro secreto, algo que suponía, pero, por amor, creo que todos tememos de ver. 

Ahora, estoy arreglando mis pertenencias, he buscado una pequeña habitación para vivir sola, no me queda de otra, mi madre me lo advirtió demasiado que no viviera con él, es momento de contárselo, no obstante, será cuando me hospede en el otro lugar, no quiero vivir estrés ahora mismo, más del que tengo, ni escuchar justo ahora sus regaños.

Me casé joven, llevándome del momento, otra cosa que para mí, sí fue un error, no obstante a eso, ya no lloro, considero que por su actitud era de esperarse algún día. No sé como me desvaloricé tanto a mí misma por estar con él.

Por suerte lo encontré hace unos días, sí, las pruebas siéndome infiel, así que, como sabía que me correría de su departamento, me he adelantado buscando algo ilocalizable para que Blake Walsh, mi actual hace unos días y expareja ahora, no pueda encontrarme.

—No entiendo por qué revisaste mi celular, Leigh. —En su cara puedo denotar la furia, sin embargo, es lo que menos me importa ahora.

—Tenía dudas y las resolví, ¿Eso responde tu molestia? —lo miro con algo de enojo.

Por favor, no te quiebres ahora, Leigh, no de nuevo, ya lo has hecho demasiadas veces, es momento de que pares con eso. Va a querer endulzarte tu oído una nueva vez.

—Ya te dije que no estuve con Jenne, es tu prima, por Dios, ¿Cómo vas a creer eso de mí? —siempre se hace la víctima.

Decido no emitir una sola palabra más. Junto a las fotos de ellos que imprimí, dejé el anillo y no digo nada más. 

—¿No me vas a decir nada? —abro la puerta y este me sujeta de la muñeca—. Perfecto, al menos dime a donde vas, sabes que no puedes terminar conmigo, eres mía y de nadie más, te di un techo, no debes irte, estás en deuda conmigo.

Río y lo miro. 

—Primero: no tengo nada que hablar contigo, mi familia tiene como ayudarme e igual soy una mujer profesional, soy arquitecta y, no te debo nada ni soy tuya, nunca lo fui tú fallándome así descaradamente —lo observo una vez más—. Segundo y último: no te importa donde voy, si fuiste capaz de traicionarme con mi prima, eres capaz de cualquier cosa. Con su permiso.

Suelto su agarre y sigue detrás de mí profesando cosas que la verdad mi cerebro trata de ignorar, es todo muy complejo y doloroso, ya no me interesa. 

—¡Volveré por ti, Leigh-Anne!, lo juro, a mí nadie me deja.

Muevo mi cabello castaño y mis ojos grises, lo último que hacen es darle una mirada de reojo. Ahora, ¿Qué voy a trabajar?, estaré demasiado lejos del que tengo aquí, ni modo, veré que hago cerca de mis padres porque sí, justo hacia allá he buscado algo.

Tomo mi auto, abrazo mi almohada favorita de plumas, sí, me encantan las plumas y las aves en general, siento una conexión con ellos cuando estoy sola, es muy hermoso. Casi todo, libretas, apuntes, lapiceros de escribir y lápices tienen forma de pluma, aves y cosas relacionadas con eso, me da paz.

No tengo de que arrepentirme ahora, York, ahí voy hacia ti nuevamente.

------------------

Actualmente.

York, Inglaterra.

Mis padres me acogieron de una manera amena, obvio, sin contar las infinidades de regaños que usó mi madre cuando le conté a ella, pero siempre hemos sido una familia muy unida y me ayudó a salir de esa cárcel emocional que sentía. 

Llego a casa luego de trabajar en un pequeño restaurante, ellos no me tienen en la empresa Beckett de arquitectura porque ya no tienen espacio, en mi lugar contrataron a mi hermana Lexie-Anne para que haga el rol de la carrera, dicen que al solo tener veintidós años, creen que deben darle práctica y pulirla un poco más.

Esta mañana, cuando salí, dijeron que al llegar a casa debían de hablar conmigo, sin embargo, ahora no se encuentran en ella, deben seguir en la empresa.

Ni modo, esperaré otro poco más, aunque no puedo negar que he tenido que comerme las uñas de la ansiedad que me produce lo que pueda ser. 

Un ruido de una moto me alerta y, ya sé de quién se trata. Ginger Cox, mi pelinegra rebelde. Ha sido mi mejor amiga desde la infancia, nuestra hermandad sigue más dura que una roca. 

Gracias a ella también, pude salir de ese hoyo en el que vivía con Blake, qué suerte es no tenerlo cerca. 

¡Leigh!, ¡Ábreme! —grita golpeando la puerta de manera desesperada.

¡Allá, voy! —sigue tocando de manera insistente—. Detente, tonta.

Abro y ella entra rápidamente, como siempre, Ginger a cada momento anda apurada, es típico de su ser, aun así la adoro. 



#13672 en Novela romántica
#2542 en Chick lit
#2570 en Joven Adulto

En el texto hay: romance, enemiestolovers

Editado: 24.08.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.